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Born Warriors

Summary:

La realidad virtual se ha apoderado del mundo.
Una macroempresa que se hace llamar "La corporación" es la responsable de crear los softwares de los servidores y los chips.

Nada de lo que era el mundo queda ahora. La ciudad está llena de un virus que amenaza la supervivencia de la humanidad, nadie conoce su origen o como combatirlo, la tecnología los arrastró hasta allí, primero el caos y luego todo se perdió.

"¿Cómo fue que llegamos a esto?" "¿Cómo lo solucionaremos?"

"Todos nosotros estamos viviendo un sueño, porque la vida no es lo que parece, todo es un desastre."

Chapter 1: The beginning of the end

Chapter Text

"La realidad virtual  será el fin de la raza humana."

 

—Hace un tiempo la vista desde este edificio era preciosa, podías ver cada uno de los letreros brillar y ver a la gente caminando hacia sus trabajos, casas o escuelas, ahora solo puedes ver cómo se devoran unos a otros —dijo Bokuto en un tono triste, desde la cima del edificio más grande del centro de la ciudad.

 

El futuro era algo que muchos deseaban poder ver y vivir, ya que gracias a la tecnología y realidad virtual podías hacer todo lo que quisieras; desde desconectarte del mundo real para viajar a tu videojuego favorito, hasta lograr tener todo el dinero virtual que desearas, ¿No te gustaba tu apariencia física? Fácil; te conectabas a un servidor y podías lucir como tú quisieras, ¿Tenías problemas que quisieras olvidar? te podrías someter a una técnica que podría borrar información de tu cerebro sin afectarte a gran escala. La realidad virtual igual  favorecía a  las medianas y grandes empresas, trataban de contratar empleados que tuvieran cierta adicción a la tecnología porque eso les permitía poder explotarlos. Todo estaba a favor del gobierno y de las personas con mayor poder e influencias. La mayoría de gente era esclava del sistema, casi nadie se quejaba por eso.

La realidad virtual se había apoderado del mundo, una macroempresa que se hacia llamar "La corporación" fue la responsable de crear los softwares de los servidores, tan grande era la influencia de la vida virtual que muchas personas optaban por no tener hijos para poder disfrutar más de esa realidad.

En el futuro las personas dependían de la tecnología más de lo necesario, tanto que desde el inicio de la creación del chip las pocas personas que se atrevían a ser padres tomaban la decisión de instalarlo en sus hijos en cuanto nacían, para que pudieran tener uso de la realidad virtual. Era una cirugía bastante fácil de emplear, rápida de ejecutar y con mínimo riesgo. El chip era incrustado desde el oído izquierdo y se dejaba implantado en el centro del cerebro, una operación que se realizaba en cuestión de minutos, muy pocas eran las personas que tenían alguna complicación y solo se habían registrado cien casos de personas que su cerebro rechazaba el implante. Casi todos tenían ese dichoso chip en sus cabezas, solo una minoría no lo tenían. La mayoría de ellos; eran personas de poco dinero y otras eran organizaciones en contra de la tecnología.

Todos creían que era una vida de ensueño, sin embargo; para las personas de bajos recursos era lo contrario gracias a que no podían pagar la cirugía de implantación, ante la sociedad ellos eran marginados y los despreciaban por no ser portadores del chip.

Un día primero de enero del año dos mil doscientos veinticuatro, las personas estaban celebrando la llegada del año nuevo, todos estaba eufóricos por haber logrado terminar un año más, fiestas se celebrarán por todo el país y mundo. Solo que algo era inusual, las personas estaban celebrando en un mundo virtual, muy pocos eran los que celebrarán en carne propia la festividad.

Un conjunto de ciudadanos estaban conectadas en un servidor que se preparó especialmente para la fecha, por eso es que las personas que estaban fuera del mismo, fueron los primeros es darse cuenta de que algo estaba mal, la gente con chip estaba actuando extraño.

El primer incidente fue fuera de un bar, un hombre empezó a atacar a una mujer, las personas que estaban cerca y notaron el extraño comportamiento del hombre, trataron de impedir que lograra su cometido, pero gracias a ello no lograron sobrevivir.

Lo que hizo que las personas en el mundo virtual se alertaran de lo que estaba ocurriendo fue que los servidores fueron apagados y cerrados, todos fueron regresados a sus vidas reales.

Nadie sabía que estaba pasando realmente, muchas personas empezaban a quejarse por redes sociales y otras estaban agradecidas.

 

 "¡Qué demonios!, estaba en medio de algo muy importante, necesito que se abran los servidores."

"Al  fin  podemos  festejar  como  personas normales ." 

 

Días antes de lo ocurrido aquel primero de enero, los servidores, la red y los chips estaban fallando, mucha gente estaba reportando lo sucedido, sin embargo; casi nadie le dio la importancia que debía tener, creían que era solo un error técnico que se solucionaría de inmediato, ninguna persona se imaginó que ese pequeño fallo fuera el causante del problema que vendría posteriormente.

Un grupo de personas que se especializaban en conocimiento avanzado de computadoras y de redes informáticas, en cuanto detectaron el fallo de los chips, comenzaron a trabar en un software que los protegiera ante un posible ataque en la red. Este equipo era conocido como "The Hackers", un grupo conformado por diez personas que trabajaba clandestinamente alterando servidores y creando sus propios programas. Eran reconocidos en lo más bajo de la ciudad y se les respetaba por su trabajo. El alias de su líder era "Kodzuken", se decía que nadie conocía su nombre real.

Lo que paso después de la festividad, fue lo que desato el caos, mucha de la gente que tenía un chip incrustado en su cerebro empezó a sufrir de dolores de cabeza, vómito y malestares musculares. Después de eso se empezaron a atacar unos a otros.

Las grandes ciudades eran las más afectadas, estaban repletas de gente que mordía, golpeaba, atacaba y mataba. Todo era un caos, los servidores habían caído, la tecnología nos les servía para nada, el internet no funcionaba, las pocas personas que aún no estaban infectadas del virus trataban de refugiarse y salir de la ciudad con prisa y precaución, sin embargo; otras preferían darse por vencido y morir.

Ese fue el inicio de la pesadilla...

 

Lo que estaba ocurriendo en el presente, era algo que nadie podía creer, ¿Cómo fue que de la nada todo se volvió caótico y peligroso?

Un año después del incidente en Flying city, la ciudad más hermosa del mundo moderno termino casi inhabitable para cualquier humano con uso razonable de su cerebro. Estaba llena de infectados, no había lugares para mantenerse a salvo, en todas las calles podías ver restos de cuerpos desmembrados, rastros de sangre, era una vista repugnante, nadie quería ver esas atrocidades o eso se creía, ya que esa misma ciudad era testigo de los diferentes grupos de rebeldes que se escondían allí, ejecutando sus planes e ideales para acabar con el terror. 

 

"En otras noticias; programadores de la corporación han estado tratando de resolver el problema de sus chips, el jefe de la macro empresa ha dado declaraciones escritas; donde dice que él no es responsable de los problemas ocurridos, al igual que el gobierno ha tratado de deslindarse de toda culpa, esto ha ocasionado muchas protestas afuera de las instalaciones de programación."  Sonaba nuevamente el mensaje por décima vez en la televisión.

Después del desastre del año veinticuatro, el único avance tecnológico que se mantenía casi intacto era nada más y nada menos que la electricidad, tenía algunos fallos, pero servía para que las pocas personas que se mantenían a salvo, pudieran sobrevivir por un poco más de tiempo.

En una habitación con dos camas se encontraban igualmente dos personas recostadas.

—Apaga esa maldita pantalla bro, no hay otra cosa, más que ese estúpido mensaje —se quejó, con voz soñolienta—, estoy tratando de dormir, mañana debemos salir a buscar municiones y comida.

—Lo sé Bo —su voz demostraba tristeza—, es solo que; estaba pensando en cómo fue que terminamos aquí, no me quejo. Estoy agradecido de estar vivo, pero todo parece un estúpido sueño.

—Todo es un estúpido sueño hermano, pero tranquilo, nosotros nos encargaremos de arreglar este problema, para eso hemos estado trabajando duramente —exclamo con seguridad.

Ambos sonrieron y se acomodaron mejor en cada uno de sus lugares para poder proceder a dormir. 

Los Soldiers, son un grupo de trece ex militares que trabajaban para el gobierno, aunque no compartían los mismos ideales, cuando los chips comenzaron a fallar ellos huyeron y formaron una división, actualmente se esconden en un pequeño edificio a las afueras de Flying city. Bokuto Kōtaro es el líder del escuadrón y Kuroo Tetsurō es su mano derecha y compañero de guerra. Es un grupo diverso, algunos tienen el chip incrustado y otros simplemente no, sus conocimientos se basan en el físico, como; fuerza bruta, peleas y uso de armas, actualmente no tienen bajas, ya que se especializan en combate.

La mañana se hizo presente reflejando algunos rayos del sol que se filtraban por unos pequeños agujeros en una madera clavada a una ventana. Bokuto, Iwaizumi y Kuroo se preparaban para abandonar sus instalaciones, se encontraban en la sala de artillería pesada como ellos la llamaban, preparando una gran mochila con las armas necesarias para evitar algún inconveniente.

—Yo no pienso cargar esa maleta —Kuroo dijo al mismo tiempo que se alejaba de la mochila.

Iwaizumi tomo la mochila y se la acomodo en la espalda, se dirigió hacia una puerta muy grande de metal.

—Kuroo, no es una maleta y aparte tú nunca quieres cargar las armas.

—Eso es cierto bro, estoy empezando a pensar que no eres tan fuerte como pareces —se bufó Bokuto, caminando igualmente hacia la puerta, mientras se acomodaba un par de pistolas en las fundas que colgaban en cada una de sus piernas—. Es hora de retirarnos. Nishinoya puedes abrir la puerta.

—¡No te preocupes Bokuto! Nosotros defenderemos el terreno mientras no estén aquí —un chico de cabellos naranja exclamo con una enorme sonrisa mientras entraba al lugar donde se haría la salida.

—Lo sé muy bien, confió en que lo harán —sonrió.

La puerta fue abierta y al otro lado se divisaba una pequeña cochera con tres autos. Una vieja camioneta Jeep Wrangler color negro fue el auto que escogieron, Iwaizumi arrojo la mochila en los asientos traseros y se subió, Kuroo abrió la puerta delantera y se colocó en el lado del copiloto, Bokuto lo imito solo que él se sentó en el asiento del conductor.

—¡Ah, tengo tanta envidia! —se quejó Hinata mientas los observaba dentro de la camioneta—, algún día yo seré quien la maneje.

Los chicos dentro del Jeep solo soltaron una carcajada. La camioneta se encendió y abandonaron su refugio. El trascurso del viaje fue agradable, escuchaban música en un volumen bajo y platicaban de cosas sin sentido.

—Es en serio hermano, necesitamos conseguir otro automóvil mejor, esta camioneta es bonita, pero ya es antigua —aseguraba un chico con cabellos revueltos en un tono bastante serio.

—Hablas como si no estuviéramos en medio de un maldito apocalipsis —enfatizo Iwaizumi desde el asiento trasero, observaba desde la ventana lo que había a sus alrededores.

—Lo sé, por eso mismo lo digo, quiero que por lo menos imaginemos que nada de esto ha ocurrido, como si solo fuéramos tres tipos que salen a pasear en su camioneta de lujo —se detuvo pensando un momento—, en cambio lo que hacemos es buscar comida para tratar de sobrevivir.

El ambiente se tornó un poco incómodo gracias al comentario de Kuroo, tenía razón, todos ellos querían que sus palabras se cumplieran, que fueran solo un grupo de amigos disfrutando de un buen paseo en vez de estar en la situación que estaban. Siguieron su viaje en silencio hasta que llegaron al centro de Flying city, una vez que estuvieron ahí, Bokuto disminuyo la velocidad y apago la música, debían ser sumamente sigilosos para no tener problemas con los infectados.

Estacionaron la camioneta entre unos callejones solitarios, antes de bajar Bokuto dio indicaciones en caso de que se separaran.

—Entonces, en caso de que por algún motivo nos dividamos, nos veremos aquí, no podemos abandonar a nadie, así que vengamos aquí de inmediato si algo se complica.

Ambos chicos asintieron. 

Bajaron de la camioneta, la cerraron y empezaron a caminar con armas en mano, Kuroo llevaba un machete en ambas manos y un revolver en la parte trasera de su pantalón, Iwaizumi iba cargando la mochila de armas y traía un cuchillo enorme muy afilado. Bokuto solo llevaba sus pistolas en funda. Merodearon por varias tiendas que se encontraban en la ciudad, buscaban comida y medicamentos que les fueran útiles, tenían suerte, ya que hasta el momento no se habían encontrado con algún infectado.

—Es impresionante la cantidad de cosas que hay en este lugar —el peligris dijo con felicidad—. Hay galletas, bueno, están caducadas, pero no creo que nos hagan daño.

Se encontraban en un supermercado, revisando las áreas de comida enlatada y la farmacia.

—Eso es porque la ciudad fue lo que cayo primero, no muchas personas se quedaron aquí —Iwaizumi recalco, tenía varias latas en mano y otras las estaba metiendo a su mochila.

—Creo que somos los únicos idiotas que nos quedamos —soltó una carcajada el de cabello oscuro que retumbo dentro del establecimiento, poniendo en alerta a sus compañeros—. Lo siento —se llevó ambas manos a la boca.

Pareció que nadie los escucho, así que continuaron recolectando comida y medicamentos, ya tenían lo suficiente para al menos dos meses, así que buscaron otros artículos, Kuroo estaba mirando la ropa, Iwaizumi y Bokuto tomaban, jabones, desodorantes, cepillos dentales, pensaban que si iban a morir al menos tenían que lucir y oler bien.

—Mira hermano, estos lentes se me ven fabulosos —expreso con voz seductora, apoyaba su mano izquierda en su cintura.

—Mm... Creo que tú y yo no tenemos la misma definición de fabuloso Bo —contesto Kuroo, su brazo hacia un movimiento extraño.

Ambos amigos tenían lentes con forma de corazón colocados en sus ojos. Bokuto portaba un enorme abrigo rayado de color blanco y negro, mientras Kuroo tenía puesto un collar de plumas de colores.

—Ustedes son tan patéticos —Iwaizumi interrumpió, viéndolos con una sonrisa en su rostro, movía su cabeza con desaprobación. 

Un ruido sordo los sacos de su diversión, después se escuchó un grito afuera del supermercado.

Los tres hombres salieron corriendo con armas en mano en dirección al sonido, dejaron las bolsas dentro, cuando lograron ver quien era el dueño de la voz, notaron que era un chico que estaba rodeado de gente infectada, se encontraba encima del techo de un autobús pidiendo ayuda.

—¡Akaa-chan, ayúdame! —desesperadamente grito—¿Dónde estás? ¿Por qué me dejaste solo?

Los tres amigos no dudaron ningún momento y se acercaron a matar a cada uno de los infectados que rodeaban el autobús, terminaron rápido con ellos y cuando voltearon a ver a aquel chico, ya no estaba, se miraron unos a otros con confusión y cuando se dieron la vuelta, tres personas les apuntaban, uno portaba un rifle, otro un revolver y el último cargaba una metralleta, lo que les sorprendió era que el mismo que sollozaba hace unos momentos, ahora los veía con odio.

—¡Vaya, vaya! ¿Pero qué tenemos aquí? Me encanta su atuendo, algo anticuado para estos tiempos —se burló el más alto de los tres tipos, tenía el cabello castaño y bien peinado, aún apuntaba a los soldiers.

Los chicos tiraron las armas al suelo y levantaron sus manos en señal de rendición, no querían problemas, tenían que volver a casa con sus compañeros, debían llevar la comida y los medicamentos, Konoha, Washio, Tanaka y Yamamoto los necesitaban. 

Bokuto procedió a hablar.

—No queremos hacerles daño, déjennos libres y nadie resultará herido —su tono de voz era más serio de lo normal—. Nosotros te rescatamos.

Los tres con armas en mano comenzaron a reír.

—Yo diría más bien que cayeron en su trampa. Tan ingenuos son que no se dieron cuenta de que llevábamos observándolos desde hace un buen rato —expreso un azabache de ojos azules.

—Es una verdadera lástima que hayan dejado sus bolsas con armas y comida dentro de la tienda, quizás con ellas tendrían oportunidad de escapar —un chico de cabello castaño claro de baja estatura hablo.

Los soldiers estaban en aprietos, sabían que si quisiera podrían desarmar y noquear a los tres que estaban frente a ellos, pero eso iría en contra de sus propios ideales, debía distraerlos y escapar, no querían usar violencia innecesaria, al menos no contra humanos sanos. Kuroo solo esperaba que su amigo diera la orden para acabar con quienes les apuntaban.

—Bien, quédense con las armas, solo queremos el bolso con las medicinas y la comida —Kuroo volteo a ver a su amigo con incredulidad mientras hablaba.

—¿Qué estás diciendo Bo? Nosotros necesitamos esas armas, sin ellas no duraremos si nos atacan esas bestias —se notaba molesto—. Solo acabemos con ellos y larguémonos, sabes que podemos hacerlo.

—No Kuroo, Bokuto tiene razón —se dirigió a los tres que los veían—. Solo déjennos llevar los medicamentos, mis hermanos los necesitan, sin ellos morirán.

El de cabello castaño los miraba con asombro, ¿Eso era todo? ¿Ellos en verdad les darían las armas tan fácilmente? ¿Su farsa había funcionado?, luego recordó que medicamentos había visto que los soldiers guardaron en los bolsos y pensó que los querían engañar.

—¿Qué clase de persona moriría sin una dosis de paracetamol y aspirinas? —sus palabras sonaban con obviedad para sus compañeros, pero no para los soldiers.

—Mis amigos, ellos realmente están enfermos, no sabemos que tienen, pero están muy mal —Iwaizumi estaba elevando la voz.

—¿Creen que con solo Paracetamol se van a curar? —se burló el más bajo.

—¡Maldición, no somos médicos! ¿Cómo quieren que sepamos que medicarles, si no tenemos idea de lo que tienen? Solo dennos la medicina, no les causaremos problemas.

Kuroo se estaba desesperando, debían huir de ahí, tomar los medicamentos e irse. Se estaba preparando para desarmar al más pequeño y tomarlo como rehén para que los dejaran ir, cuando el azabache interrumpió su pensamiento.

—¿Qué síntomas tienen sus amigos? ¿Están seguros de que no están infectados? Porque si es así, nosotros también ya nos expusimos al virus —lo último lo dirigió al más alto de sus compañeros.

—No están infectados, he visto que esas cosas se vuelven locas después de un día de exposición, ellos tienen fiebre, dolor de pecho, no comen, no pueden respirar bien, llevan en cama casi tres semanas y están helados —soltó Kuroo.

—¡Neumonía! —los tres hablaron al mismo tiempo, aun apuntando a los soldiers, asustándolos un poco.

El castaño comenzó a reír mientras hablaba.

—Sus amigos sí que terminaran muertos si les llevan esa basura y lamento decirles que ustedes probablemente también estén enfermos —se carcajeaba.

Los soldiers pusieron cara de terror cuando escucharon lo que el alto dijo.

Mastermind es un equipo lleno de personas con un cerebro singular. Está conformado por diez chicos que son extremadamente inteligentes, ninguno de ellos tiene incrustado el chip, ya que su ideología va en contra de él. Su inteligencia es diferente a comparación del grupo de hackers, ya que ellos se especializan en ciencias comunes como; Biología, Medicina, Química, Física. Cuando el incidente del año 24 ocurrió, alguien los traiciono y revelo la ubicación de una de sus bases, fueron atacados, y tuvieron que mudarse al centro de Flying city, donde ahora se encuentran viviendo porque ahí tienen lo necesario para sus investigaciones.

—Bien Akaa-chan, Yaku, creo que es mejor que les digamos que medicamento les salvara el trasero —se dirigió a los tres parados frente a él—, por su puesto si intentan algo estúpido no dudaremos en dispararles.

Bajaron las armas y los seis chicos se dirigieron nuevamente al supermercado para tomar las bolsas de comida, posteriormente salieron en dirección a una farmacia, para conseguir lo que les ayudaría a los soldiers.

—Si una persona está muriendo, lo peor que pueden hacer es buscar medicamentos en un supermercado.

—Lo siento, no lo sabía, lo tendré en cuenta —sonrió el de ojos color ámbar al de ojos azules mientras llegaban a la farmacia—, por cierto, mi nombre es Bokuto Kōtaro, ese de ahí es mi bro. Kuroo Tetsurō y el chico enojado se llama Iwaizumi Hajime. ¿Cuáles son sus nombres?

—Akaashi, Akaashi Keiji es mi nombre, el más alto se llama Oikawa Tōru y él —señalo al pequeño—, es Yaku Morisuke —tenía una sonrisa en su rostro, lo cual no era común en él.

—Akaa-chan si ya terminaste de coquetear podrías venir aquí y ayudarme a buscar la penicilina por favor —con una sonrisa maliciosa se burló de su amigo.

Ambos chicos aun parados en la puerta se sonrojaron, entraron en la farmacia y se separaron.

Todos buscaban lo que Oikawa les pidió, se dividieron y cada uno revisaba una sección diferente del lugar.

Kuroo se acercó a Bokuto, él veía a Akaashi a lo lejos.

—¡Vamos Bo! Ellos trataron de asesinarnos hace un rato ¿Por qué carajo parecías feliz hablando con ese tipo? —susurro.

—Kubro ¿No lo notaste? El arma de Akaashi ni siquiera estaba cargada, la del chico risueño —miro a Oikawa, quien estaba hablando con Iwaizumi—, aún tenía el seguro puesto. No son peligrosos, realmente no nos querían hacer daño. Parece ser que fuiste el único que no se dio cuenta.

Kuroo se sorprendió y resoplo.

Continuo su búsqueda de medicamentos durante un largo rato, estaban teniendo una plática con el otro grupo cuando de repente Yaku grito.

—¡Oigan, no los quiero asustar, pero creo que tenemos compañía!

A fuera de la farmacia se podían ver un grupo de alrededor de veinticinco infectados, trataban de entrar en el lugar, golpeaban los vidrios con fuerza.

—¡Demonios! Debemos salir de aquí, sabía que era mala idea entretenernos con estos idiotas —grito Oikawa, asustado.

Los soldiers actuaron con tranquilidad, cada uno tomo su mejor arma y se prepararon para la batalla.

Se sonrieron antes de caminar hacia donde estaban los infectados.

—¿Qué piensan hacer? —desesperadamente hablo Akaashi.

—¿No es obvio? Nos desharemos de la basura —Kuroo lo soltó indiferentemente.

Los tres integrantes de Mastermind los miraron con asombro, ellos jamás podrían enfrentarse directamente a los infectados, lo que les hizo cuestionarse si realmente estarían seguros en ese lugar.

Bokuto se adelantó y abrió un poco la puerta para que los infectados acercaran su cabeza, después tomo la navaja de su bolsillo trasero y la clavo en el cráneo de los que cayeron en su trampa.

—¡Vamos Bo, dejamos algo también!

—Abre la puerta completamente, nosotros nos desharemos de ellos.

Ambos estaban ansiosos.

Bokuto abrió la puerta un poco más y la atasco, para que por lo menos un infectado o dos entraran en el lugar a la vez.

Los tres amigos empezaron a pelear, a Iwaizumi le gustaba burlarse de los infectados, los dejaba acercarse demasiado a él y después de un solo batazo les deshacía la cabeza.

Kuroo por su lado les cortaba las piernas y brazos con su machete o directamente los atacaba en el cuello, sonreía mientras lo hacía.

En cambio, Bokuto optaba por hacerlo rápido, simplemente les enterraba la navaja en el cráneo.

«Nos hubieran matado en un abrir y cerrar de ojos si lo hubieran querido» Akaashi pensó mientras veía el espectáculo.

De un momento a otro Kuroo tropezó con uno de los cuerpos que yacían muertos, lo que hizo que cayera al suelo, dos infectados se abalanzaron contra él, con una mano coloco el machete entre la boca de uno y lo trataba de alejar, con el brazo libre empujaba por el cuello al otro, tuvo temor por un momento, hasta que Bokuto jalo a uno de los infectados y lo lanzo al piso, posteriormente le aplasto la cabeza con su pie, Kuroo pudo arrojar hacia un lado al que lo seguía atacando y se colocó de pie, luego simplemente le clavo el machete en el cuello.

—¡Ah, eso estuvo cerca! —exclamo mientras se echaba a reír.

Terminaron de asesinar a los infectados y luego voltearon a ver a los del equipo de Mastermind, ellos los miraban con incredulidad, estaban con la boca abierta.

—¿Cómo es que te puedes reír de algo así? ¡Estuviste a punto de morir! —Oikawa grito desde su lugar.

—No lo sé, quizás me burlo para no llorar —se encogió de hombros.

—Bro en verdad me asusté, por un momento pensé que te perdía —abrazo al de cabello revuelto—. Creí que cuando te quite al que tenías encima sería demasiado tarde.

—Kuroo, te hemos dicho que simplemente apuntes a su cabeza, de nada sirve que les cortes las extremidades, no mueren así —regaño el del ceño fruncido.

—Lo siento. Bo ya suéltame —empujo a su amigo.

Se acercaron a los tres chicos que estaban en lo más profundo de la tienda.

—Creo que lo mejor será que nos retiremos —exclamo en voz baja el más pequeño de los seis—, lo más seguro es que vengan más de esas cosas.

Tomaron sus pertenencias y caminaron fuera de la tienda, una vez estuvieron en la calle empezaron a correr hacia el lado izquierdo, debían darse prisa, ya que cuando aparecía infectados posteriormente aparecían grupos más grandes.

Corrieron durante cinco minutos aproximadamente, hasta que Akaashi hablo.

—Hay que entrar aquí —señalo un edificio—, no parece que haya infectados cerca.

Los seis ingresaron cuidadosamente al rascacielos, la planta por donde entraron parecía ser un antiguo local donde se vendía ropa, caminaron en medio de los estantes, hasta que el de ojos azules noto que ese lugar se encontraba en excelentes condiciones, lo que lo hizo alertarse.

—Debemos salir de este lugar, no creo que sea una buena señal que aún no lo hayan saqueado.

Aceptaron.

Cuando estaban a punto de darse la vuelta ocho infectados aparecieron, tenían una clase de collar en el cuello que los ataba a los estantes de las orillas, el grupo de los seis termino acorralado en el centro de la tienda, se habían descuidado, los soldiers tenía sus armas blancas en mano, en cambio los otros tres portaban sus armas de fuego, no podía utilizarlas, harían demasiado ruido y atraerían a más infectados, tampoco podrían simplemente sacar alguna navaja de la mochila. Bokuto estaba seguro de que los tres no sabían nada sobre combate cuerpo a cuerpo.

—¡Mierda! Iwa tu mata a los dos de la izquierda, Kuroo deshazte igualmente de los dos de la derecha y yo me encargaré del par de enfrente —ordeno.

—¿Y nosotros? —pregunto Oikawa asustado.

—No se alejen de nuestra espalda, manténganse lo más cerca posible y traten que los que están atrás no los toquen.

Los seis asintieron con un movimiento de cabeza.

Kuroo tomo nuevamente su machete y esta vez lo clavo en la boca de su contrincante y le partió la cabeza hacia arriba, al otro simplemente le golpeo el cráneo por la mitad.

Iwaizumi esta vez hizo un trabajo rápido, simplemente encajo el cuchillo en los ojos de sus adversarios.

Bokuto utilizo la misma técnica de la farmacia.

Cuando iban a atacar a los últimos dos, algo les llamó la atención, había alguien más en la sala.

—Gracias a ustedes tendremos que capturar a más podridos —soltó desganado un chico de sudadera roja, tenía las puntas de su cabello teñidas de rubio—, solo debían irse en cuanto los vieron.

—Espera, ¡Yo te conozco! —el de cabello negro revuelto lo grito emocionado, mientras señalaba al chico.

—Deben irse antes de que les lancemos más podridos —hablo mientras entraba al lugar, era un chico alto de cabello rubio con lentes.

Le susurro algo al oído al más pequeño y luego les devolvió una mirada aterradora, posteriormente dos personas salieron de detrás de unos estantes, uno llevaba a un infectado, lo sostenía con una especie de bastón con una cuerda que se envolvía en su cuello, el otro actuó demasiado rápido, tomo del cuello a Yaku con ambas manos y lo acerco al infectado

—¡Vamos no tengan miedo! No le haremos nada a su amigo si se retiran —expreso un chico alto y delgado de cabello negro, lucía un corte de cabello bastante extraño.

—Solo salgan de este lugar y no vuelvan —susurro el que sostenía a Yaku, parecía que estaba fastidiado con estar ahí, sus ojos verdes denotaban aburrimiento.

—Bien, nos iremos, pero primero suéltenlo —ordeno Bokuto.

—Lo haremos, cuando ninguno de ustedes este adentro —el rubio dijo—, lo prometo.

Bokuto miro a sus acompañantes, estaban angustiados, se les veía en la cara, Kuroo le lanzo una mirada de probación y con la cabeza señalo hacia la salida, así que uno a uno empezó a salir del lugar, hasta que solo el peliplateado quedo ahí.

Yaku estaba aterrado, jamás había estado tan cerca de un infectado, quería irse y que lo estuvieran sosteniendo del cuello no le servía de mucho.

—Ya déjenlo ir, ya todos están fuera, cuando lo suelten saldré yo.

El chico bajo de sudadera roja sonrió y comenzó a caminar hacia él.

—Eres el más peligroso de todos ellos, Bokuto —su sonrisa desapareció.

Pareció sorprenderse, ¿Cómo era que él sabía su nombre? ¿Quién era él en primer lugar? ¿De dónde lo conocía Kuroo?

Nada en su cerebro parecía encajar, lo que él no sabía era que había entrado al territorio de nada más y nada menos que los Hackers, el mejor grupo de informáticos, ellos podrían conseguir su información en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Por qué sabes mi nombre? Mejor dicho; ¿Quién carajo eres?

—Solo te diré que conozco la información de cada uno de los que te acompañan y quizás también sepa donde esta tu hogar— dijo maliciosamente —, para ser sincero; me sorprende que los de Mastermind se hayan juntado con ustedes, me pregunto ¿Qué hacen con el famoso grupo de Soldiers?

Todo en la mente de Bokuto se aclaró, ya sabía ante quién estaba. Kodzuken en persona estaba delante de él, los demás eran miembros de the hackers, eran muy conocidos antes del virus, el mismo dirigió tropas que buscaban los escondites de estos mismos, al igual que noto que las tres personas con las que estaban viajando desde el mediodía no eran nadie más que integrantes de Mastermind, por eso diagnosticaron la enfermedad de sus compañeros con rapidez, su cerebro hizo clic en ese momento, quedo boquiabierta.

— Por tu cara, puedo deducir que no tenías ni mínima idea de quienes eran ellos —expreso el de lentes, señalando a Yaku—. Ya perdimos mucho tiempo contigo, sal de aquí. 

Bokuto hizo lo que se le ordenó, su base estaba expuesta ante los hackers, no quería que les pasara algo a sus amigos. Caminó hasta que llego a la puerta y salió de la tienda.

—Goshiki ya llévate al podrido. Suna asegúrate que Yaku salga del edificio, avísenle a Kai y a Kunimi que deben colocar más podridos en la tienda —ordeno, mientras se iba por una puerta que estaba en la planta.

Obedecieron sus órdenes.

Suna llevo a Yaku hasta la puerta del establecimiento, luego lo empujó hacia afuera, cerró la puerta y se fue por el mismo lugar que Kenma.

Una vez todos estuvieron fuera, se veían unos a otros.

—¿Por qué no dijeron que eran de Mastermind? —el peligris estaba realmente molesto.

—¿Eso cambiaria algo? —respondió exaltado el de ojos azules.

Bokuto solo lo miro por un momento, luego se dio la vuelta y comenzó a caminar.

—Kuroo, Iwaizumi, vámonos —ordeno.

Sus compañeros lo siguieron y solo se despidieron de los otros chicos con un pequeño movimiento de cabeza.

Los otros tres tomaron la dirección contraria a los Soldiers y se perdieron al dar vuelta en una esquina.

—¡Es tan infantil! —se quejó Akaashi mientras caminaba—. No sé quién es más tonto, si él por creerse un buen líder o ellos que siguen sus órdenes.

 

Chapter 2: Iniciativa

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Es mejor morir de pie que vivir de rodillas.  (Emiliano Zapata)

 

Caminaron hasta que llegaron a su camioneta, los tres se subieron, ninguno decía una sola palabra, Bokuto encendió el auto y salieron del centro de la ciudad, era un viaje silencioso y los dos chicos que no manejaban solo divisaban el paisaje de sus alrededores, la puesta de sol ya estaba y se veía hermosa desde la carretera donde estaban.

—¿Cómo conociste a Kodzuken? — Pregunto el de ojos ámbar con la mirada aun puesta al frente.

Kuroo trago saliva fuertemente.

Él había tenido contacto con Kenma en el pasado porque quería información de una persona, sin embargo; no le mencionó nada a su mejor amigo porque él era el comandante de su antigua división y ellos tenían la misión de arrestar a los hackers.

—No tenía idea de que él era Kodzuken, yo simplemente lo conocí en una fiesta— mintió.

Bokuto no dijo nada, conocía a su amigo de toda la vida y sabía que no le estaba diciendo la verdad, así que solo se guardó todo lo que le quería decir.

El ambiente era tenso dentro de esa camioneta, Iwaizumi no quería ni siquiera exhalar porque sentía que en cualquier momento las cosas entre sus acompañantes explotarían, necesitaba estar en su hogar.

Cuando llegaron a su edificó, Bokuto bajo todas las bolsas ignorando completamente a Kuro cuando le dijo que él le ayudaría.

Hinata los recibió con un fuerte grito de alegría.

—¡¿Cómo les fue?! ¿Mataron a muchos infectados? — preguntaba mientras fingía tener una metralleta en sus manos y simulaba disparos.

—Trajimos muchas cosas interesantes, incluso los medicamentos que necesitan los chicos— sonrió el peliplateado.

Ya todos sus demás compañeros los estaban esperando en la habitación que ocupaban de comedor, cuando entraron en ella gritaron y los comenzaron a abrazar, nadie notaba la tensión entre Kuroo y Bokuto, ellos no querían arruinar el buen ambiente así que no dijeron nada, ni actuaron extraño frente a ellos, empezaron a vaciar las bolsas y cada uno empezó a contar cierto tipo de artículo para tener un inventario, Bokuto tomo el bolso de medicamentos y lo abrió, descubrió que había una pequeña nota dentro. Se sentó en una de las sillas cercanas y la leyó.

"Estas son las dosis que deben tomar."

Estaba escrita con una letra muy legible y pulcra, decía las dosis exactas y cada cuanto debían ingerirlas, al final estaba las iniciales "A. K." Sonrió inconscientemente mientras veía aquel papel. Llevo su mano desocupada a su frente, luego se preguntó en qué momento Akaashi lo había escrito. 

Lev se acercó a él con algo en mano.

—Bokuto-san, esto estaba dentro de una de las bolsas. Es un sobre, está sellado—Lev le extendió lo mencionado, hasta que el otro lo sostuvo en sus manos.

Iwaizumi y Kuroo lo miraron sorprendidos, ninguno de ellos había colocado eso ahí, así que se acercaron para ver que había adentro.

Comenzó a abrirlo frente a todos.

Parecía haber una carta, la comenzó a leer en voz alta, para que la escucharan.

"ParaSoldiers

Nos gustaría saludar por medio del presente.

Queremos presentarles la iniciativa de un equipo de revolucionarios que salvara a la humanidad, tenemos vacantes para los miembros de su grupo.

Se les extiende la cordial invitación.

Para más detalles se le espera a su capitán en la Crow tower el día veintidós de mayo a las tres de la tarde.

Nos despedimos.

U.K., T.I., S.D., S.K., K.S." 

Termino de leer la nota y no sabía qué pensar. Sus compañeros lo miraban con gran sorpresa en sus rostros. Lo habían rodeado para escuchar mejor.

Hasta que alguien rompió el silencio.

—¡Es una gran oportunidad, tenemos que aprovecharla! — grito el pequeño de cabello naranja con los puños en alto.

—Si, si no fuera tan sospechoso— Kuroo bufo, coloco una de sus palmas en su cintura.

—Podría ser una trampa. No sabemos quién la mando, solo hay iniciales, no podemos confiar en esto— exclamo el líder, golpeando la hoja en sus manos.

—¡Vamos Bokkun! Esta es la oportunidad que estábamos buscando, simplemente podrías ir a echar un vistazo, y ver si es conveniente— gimoteo un gemelo de cabello rubio y lo empuja levemente con su brazo.

—Podemos organizar un grupo que te acompañe y esperar afuera. Si notas que las cosas se tornan extrañas, nos encargaremos— añadió el gemelo de cabello gris.

Todos asintieron con la cabeza, trataban de convencer al capitán para que aceptara la propuesta que estaba escrita en la carta.

Aún tenían dudas, pero no perderían nada si conseguían un poco más de información, serían cuidadosos para no tener problemas.

—Bien, si eso es lo que quieren, lo haremos. Tenemos dos días para preparar todo— se levantó de la silla.

Los chicos se exaltaron de felicidad.

Posteriormente procedió a narrar el plan para partir al otro extremo de la ciudad.

—Iwaizumi y yo seremos quienes entren en la torre, iremos armados obviamente. Tomaremos la moto para ser sigilosos en caso de que debamos escapar— explico, mientras garabateaba rutas de escape en un pequeño trozo de papel.

La mayoría de los presentes se preguntó por qué Bokuto decidió llevar a Iwaizumi en vez de a su mejor amigo, sin embargo; nadie menciono nada al respecto. 

—Lev, Atsumu y Osamu, ustedes irán en el Jeep, llevaran armas de larga distancia y se quedaran escondidos a unas cuantas cuadras, deberán buscar un edificio alto para poder ver todo— continuo —Hinata y Nishinoya, igualmente viajaran en la camioneta, pero tendrán que correr hasta estar cerca de la torre, son pequeños, así que pasaran desapercibidos, estarán ubicados ahí por si ven algún movimiento sospechoso, tendrán que llevar alguna espada o cuchillo, recuerden no hacer ruido, aún correrán peligro de encontrarse con los infectados— termino de hablar.

Kuroo estaba realmente molesto por el hecho de que su amigo no lo incluyera en la misión.

—¡¿Cuál es tu maldito problema Bokuto?! Primero me ignoras cuando trato de ayudarte y ahora no me agregas en la operación— grito y jalo a su amigo del brazo —si todo esto es por lo que paso en la ciudad, ya te dije que yo no sabía que él era Kodzuken, así que no actúes como un niño— tenía su rostro a centímetros, lo desafiaba con la mirada.

—¿Yo soy el que actúa como un niño? — mantuvo la compostura —Dime, ¿Quién es el que está gritando y armando un alboroto frente a todos? — se burló.

Todos parecieron asustarse. Jamás los habían visto discutir y la tensión que se había formado era asfixiante.

—Los dos están actuando como unos estúpidos niños. Deberían dejar de pelear por tonterías y enfocarse en lo que realmente importa— interrumpió Iwaizumi separando a sus compañeros hasta que estuvo en medio de ambos.

Los que discutían voltearon a ver a los chicos y se sintieron realmente apenados por las miradas que les daban.

Bokuto trato de desviar la atención de lo recientemente sucedido.

—Entonces, si todos entendieron el plan ya pueden retirarse.  Atsumu te toca la comida— sonrió en dirección al mencionado. 

Atsumu grito en desacuerdo, jalo a su hermano por el cuello de su playera y luego lo dirigió a la cocina. Los demás comenzaron a dispersarse.

Kuroo camino por los pasillos en dirección a su habitación cuando Bokuto lo sostuvo por el hombro.

—Lo siento por...— Intento hablar —Todo. Tienes razón estaba actuando como un niño— aparto la mirada hacia el suelo.

—Yo igual. No debí alzarte la voz frente a los demás— cuando el peligris escucho eso, sus ojos viajaron a los de su amigo con felicidad.

—Sabes que eres mi mejor acompañante bro, no iría a ningún lado sin ti, así que tienes que venir con nosotros— sonrió con alegría.

—Bro, me harás llorar— fingió limpiarse unas lágrimas y luego abrazo con todas sus fuerzas a su amigo. 

 

**

—Sigo sin creer que esos idiotas nos dejaran en medio de la calle— se quejaba Oikawa, llegando a su laboratorio y recostándose en un sillón algo desgastado.

—No tenían por qué acompañarnos más, apenas nos conocían— respondió Yaku, se sentaba frente a su computadora.

Alguien entro en la sala robando la atención de los dos.

—Ya entregué el reporte de la misión. Shimizu-san dice que no ha habido avance con la muestra de ayer— Akaashi ingreso al laboratorio con papeles en mano.

El grupo de Mastermind estaba tratando de desarrollar una cura para el virus, pero en todo el año que llevaban trabajando no habían tenido progreso alguno, lo que les preocupaba porque sus recursos se estaban acabando.

—¡Estoy tan agotado! Nada de lo que hemos probado funciona, ¿Qué demonios es ese virus? — lloriqueo el más alto, se jalaba el cabello en el proceso.

—Sabemos que el virus se transfiere por medio de la sangre o por otros fluidos corporales, pero no logro comprender por qué cuando Azumane-san tiro por error la muestra en Kageyama no le sucedió nada— sonaba confuso.

Meses atrás Ennoshita, Azumane y Kageyama realizaban un experimento que consistía en exponer sangre infectada a altas temperaturas para observar cómo se comportaba el virus, sin embargo; cuando Asahi trasplantaba la muestra a un tubo de ensayo se resbaló por lo nervioso que estaba y vertió todo el contenido en el rostro de Kageyama, el cual portaba un traje roto, no lo sabía hasta que sintió como la sangre resbalaba por su rostro hasta su boca.

Kageyama no paraba de gritar por la desesperación de estar infectado y Asahi se desmayó por el grave error que había cometido. El pelinegro estuvo excluido en una habitación por dos semanas completas hasta que los demás miembros de Mastermind notaron que nada en su organismo había cambiado, le hicieron exámenes y su sangre estaba completamente limpia.

Una carcajada explotó en el lugar.

—Aún no supero los gritos de Tobio-chan— se sostenía el estómago mientras golpeaba la mesita que estaba cerca al sofá —¡Voy a morir! Gritaba. Fue muy gracioso, debemos admitirlo. 

—No es gracioso Oikawa, pudo haberse infectado— se quejó el más pequeño, pero luego comenzaba a reírse al igual que el chico alto.

—Aún debemos seguir investigando. Tenemos que conseguir la cura— interrumpió su diversión el azabache.

—Que amargado Akaashi. 

Continuaron charlando hasta que un ruido en el radio del laboratorio los saco de su plática.

Voltearon confundidos y Akaashi se acercó para subir el volumen del aparato. 

Kkkkk ...

"A las mentes maestras de la industria no les gusta la idea de grupos revolucionarios..."

Kkkkk ...

"Veintidós cuervos fueron vistos volar por la torre más alta en mayo..."

Kkkkk ...

" Líderes  se reúnen..."

Kkkkk ...

"Salvar al mundo en quince horas..."

Kkkkk ...

"U.K., T.I., S.D., S.K., K.S..."

La trasmisión se repitió tres veces seguidas y después solo hubo estática. Los tres presentes se observaron unos a otros durante unos segundos con mucha confusión.

—¿Qué rayos fue eso? — exaltado pregunto el de ojos azules.

—Es un mensaje en código Akaa-chan.

—No soy estúpido Oikawa. Es obvio que es un mensaje codificado— se quejó, luego tomo una pluma y empezó a escribir lo que la trasmisión decía.

Yaku se acercó y vio lo que su compañero hacía.

—Le hablaré a Shirabu. Él es bueno con este tipo de cosas— salió de la habitación.

Minutos después la puerta del laboratorio fue abierta y el mencionado hizo aparición pero parecía disgustado.

—¿Qué es lo que sucede? Estaba estudiando y Yaku me fue a molestar — tenía cara de querer matar a quien se le pusiera enfrente.

Akaashi se acercó a él y le mostró el papel con lo escrito.

—Esto— señalo con su dedo índice —, sonaba en la radio. Creemos que es un mensaje. Confiamos en que puedes descifrarlo. 

Tomo el papel. Comenzó a analizar lo que sus ojos veían, luego tomo una libreta pequeña y empezó a garabatear cosas.

—Tenemos varias incógnitas—subrayo con su pluma —. Es evidente que va dirigido a nosotros, no es casualidad que diga; "A las mentes maestras" nuestro grupo se llama así.

—Eso ya lo sabemos, también sé decodificar— volteo los ojos el castaño, parándose del lugar donde se encontraba recostado.

Shirabu lo miro por un segundo y luego decidido que la mejor opción era ignorarlo.

—Posteriormente tomaremos los números— escribió —, tenemos el veintidós y el quince, sin embargo; son diferentes, porque el segundo está escrito como una hora, que se podría leer como: las tres de la tarde.

—Cierto, no lo había notado— interrumpió el de cabello azabache tocándose la barbilla.

—También tenemos un mes— pensó por un momento —, podría ser una fecha.

Volvió a escribir, sus compañeros lo observaban con atención para no perderse ningún detalle. 

—Veintidós de mayo a las tres de la tarde— analizó lo escrito por Akaashi— es una reunión, invitan a Oikawa-san, por eso dice; "líderes se reúnen".

—¡Ah! ni siquiera puedo saber quién me invita— grito exaltado.

Los dos presentes lo miraron con aburrimiento y decepción.

—Aún no sabemos dónde será la reunión, ni porque se hará— dijo el pelinegro.

—Sobre eso— volvió a rayar una palabra — según esto, para salvar el mundo— expreso burlándose.

Los tres se quedaron en silencio.

—Y si no me equivoco, la reunión será en la Crow tower, no creo que sea coincidencia que mencionen cuervos y torres cuando casualmente se llama así la torre de la ciudad— señalo.

—Yaku-san tenía razón al decir que eres bueno con esto— sonrió el de ojos azules —pero aún falta descifrar las últimas letras.

—Akaa-chan, esas son las iniciales de las personas que escribieron el mensaje— le guiño un ojo a Shirabu, quien solo lo ignoro de vuelta.

—No es seguro que vayas Oikawa, esto es muy sospechoso ¿Por qué mandaron el mensaje en código? Es obvio que algo está raro.

Shirabu asintió con su cabeza.

—Bueno, bueno, no lo sabremos hasta que me presente en la torre, pero nadie más se puede enterar de esto, al menos no hasta que tengamos la información completa— hablo seriamente mirando a sus compañeros.

Luego, comenzó a acercarse al pelinegro.

—Akaa-chan ¿Me harías el honor de acompañarme a mi muerte? — se burló tomando las manos del mencionado.

—Si lo dices así, no lo haré— expreso soltándose de su agarre —¿Cómo es que pasas de un estado tan maduro a uno ridículo en cuestión de segundos?

—Es mi don.

—Igual iré con ustedes, si sucede algo será mejor ser más personas para defendernos— añadió el chico delgado.

—¡Ay que emoción! Entonces partimos en dos días— celebro Oikawa abrazando a sus amigos quienes lo alejaron de inmediato.

—Solo espero esto no sea una mala idea— se quejó Akaashi.

Los dos grupos se preparaban para reunirse con quienes los citaron. Cada uno tenía ciertas expectativas por los mensajes recibidos. 

 

**

Alguien entro en su oficina y él  de mala gana alejo sus ojos de su videojuego.

—¿Qué sucede? — lo observo fijamente.

—Nuevamente quieren hablar contigo— expreso Tsukishima. Tomo asiento frente a su comandante y se estiró con total confianza.

—Ya sabes qué hacer. Solo diles lo de siempre, no tengo tiempo para eso— dejo de mirarlo y poso su vista en el aparato que traía en sus manos y comenzó a jugar con él.

—Kenma, no creo que se crean tu mentira nuevamente, solo reúnete con ellos— se quejó.

—¡Ah! — exhalo molesto —No me interesa nada de lo que tengan que decirme, ya deberían saberlo.

—¿Por qué no vas y se los dices en su cara? — sarcásticamente hablo el rubio —Solo déjales saber eso y seguro dejarán de insistir— se levantó de la silla y camino hacia la puerta —. Mañana a las tres en la Crow tower, partiremos a las dos en punto para que estés listo. Es hora de dejar en claro que no nos interesan en lo absoluto.

La puerta se cerró y Kenma recargo su cara en la mesa frente a él, luego lanzo un grito de protesta.

La mañana siguiente se hizo presente y tres Hackers se preparaban para lo avecinado en la tarde.

—Tsuki, todo está listo. En quince minutos salimos— entro a la sala de comando.

—Bien, gracias Yamaguchi. — le sonrió —Iré a sacar a Kenma de su habitación, adelántate y avisa a los demás que nos vamos.

Asintió con la cabeza y salió del lugar, camino por los pasillos del edificio y llego al comedor, donde algunos estaban reunidos.

—Chi-chicos, nos iremos— expreso frente a todos con nerviosismo, solo unos pocos le prestaron atención —Suna, podrías retirar a los podridos de la cochera por favor— le hablo directamente al que estaba sentado en el suelo.

—Seguro— Afirmo —Kai ayúdame— se dirigió al que estaba a su lado.  

Se levantaron y caminaron con Yamaguchi hasta el sitio y lentamente se llevaron a dos infectados que estaban frente a un coche Nissan Versa. El de pecas les agradeció con una reverencia. No era muy bueno con las palabras.

Kenma entro con mala cara y se subió en la parte trasera del coche, Tsukishima se sentó frente al volante y su novio en el asiento del copiloto. El carro se encendió y comenzó a avanzar y así se perdieron entre las calles del centro de Flying city. La ciudad era un completo desastre, se podían ver muchos lugares saqueados e infectados por todos lados. 

Fue un recorrido corto que apenas y duro una hora.

El chico más bajo se durmió en el trascurso del viaje y cuando despertó el de lentes lo estaba sacudiendo por los hombros.

—Despierta. Hemos llegado. Será rápido, solo escuchas lo que quieren decirte y posteriormente nos retiramos.

—Eso es lo que no quiero hacer... escucharlos— se quejó. Bajo del coche y noto que Yamaguchi ahora estaba en el asiento del conductor —¿Por qué no bajas?

—Yo no entraré, los esperaré aquí por si algo sale mal— afirmo el chico de pecas.

—Bien, ahora solo tenemos que caminar, lo que faltaba— volteo los ojos. Tsukishima y él comenzaron su recorrido en dirección a la torre.

Habían decidido estacionar el auto a unas cuadras para mantenerlo seguro. Continuaron su camino hasta que estuvieron frente al lugar, Kenma exhaló una vez más de frustración, echo un vistazo hacia arriba y luego entraron.

El lugar estaba en su mayoría vacío, y no parecía haber rastro de que alguien lo habitara, estaba muy deteriorado y sucio.

La estructura era algo antigua y su diseño era muy simple. Ese lugar en el pasado se utilizaba para poder observar la ciudad, ya que desde el punto más alto de la torre se podían apreciar perfectamente los colores y las luces neón que tanto la representaban. Como estaba algo retirada de Flying city la gente la visitaba mayormente por las noches.

—Este lugar es un asco. ¿Dónde se supone que los encontraremos? — pregunto disgustado. 

—Supongo que en la cima. No me lo dijeron exactamente— contesto.

—¿Fue seguro dejar a Yamaguchi solo? Aún existen los podridos.

—Él sabe cuidarse y esconderse bien— sonrió levemente, lo cual era muy extraño.

Continuaron subiendo escaleras hasta que llegaron a la parte más alta, se podía divisar una gran puerta color negra, pero estaba cerrada, se acercaron y empezaron a escuchar gritos.

Ambos se vieron con terror y Tsukishima hizo una señal con su dedo para guardar silencio. Lentamente abrió la puerta, se asomó para poder ver que era lo que sucedía y se llevó una gran sorpresa.

Adentro del lugar ya se encontraba los integrantes de los soldiers y Mastermind, estaban discutiendo. 

—¡¿Qué se supone que haga?! Creí que nos habíamos deshecho de estos idiotas— grito exaltado Oikawa. Levantaba las manos con exageración.

—¡Nosotros tampoco te queríamos ver de nuevo, así que no te quejes basura! — contesto molesto el del ceño fruncido.

—Ahora les disgusta vernos y hace días, necesitaban nuestra ayuda— desafío el de ojos azules.

Tsukishima y Kenma entraron al lugar.

—¡Vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí? — se burló el de lentes interrumpiendo la escena frente a él.

—¡Ay no! — se quejó Oikawa —esto no puede estar sucediendo— puso su mano en su frente dramáticamente fingiendo desmayarse.

Bokuto volteo a ver a su mejor amigo quien no le quitaba la mirada a Kodzuken.

—Vámonos— ordeno el peligris —. No tenemos nada que hacer aquí con este tipo de personas— vio de mala manera a los Hackers.

Tsukishima se carcajeó en su cara y se acercó hasta estar frente al que recién había hablado.

—Tranquilo soldadito, esta vez no tenemos podridos, así que no te angusties— sonrió maliciosamente.

—¿Quiénes son y porque nos citaron aquí? — preguntó Shirabu que no comprendía lo que sus ojos veían.

—Nosotros no los llamamos— hablo Kuroo moviendo la cabeza.

—Eso es obvio. Apuesto a que no saben escribir un mensaje en código— Keiji expreso de mala gana.

—Akaashi-san, no entiendo nada. ¿Quiénes son estos tipos? — murmuro el chico delgado.

—Yo te pongo en contexto Shirabu. Ellos— señalo a los tres soldiers —, nos utilizaron, luego nos abandonaron en medio de la calle, por poco morimos y estos dos — miro a los hackers —, tomaron a Yaku como rehén para sus planes malévolos. 

Todos en la sala lo miraron con incredulidad, algunos fruncían el ceño notablemente.

—¡¿Qué demonios?! Ustedes nos apuntaron con sus armas y después nosotros les salvamos el trasero— hablo Iwaizumi molesto.

—Nuestro plan solo era tomar su bolsa y no hubiéramos ocupado que "nos salvaran" — hizo comillas con sus dedos —, si ustedes no nos hubieran llevado a la farmacia— sentencio Akaashi.

—Yo solo diré que todos ustedes se metieron en mi propiedad— interrumpió Kenma.

—Nosotros no sabíamos que ese lugar te pertenecía, si lo hubiéramos sabido no nos acercaríamos.

Siguieron gritoneándose cosas por unos minutos, hasta que un radio comenzó a sonar.

Kkkkk ...

"Movimiento sospechoso. Personas armadas entraron al lugar, no les pudimos ver la cara. Salgan de ahí, creo que es una trampa..."

Se escuchó la voz de Nishinoya.

Antes de que pudieran procesar lo informado, alguien abrió la puerta nuevamente.

Bokuto dirigió su mano a su pantalón de inmediato para tomar su pistola, Iwaizumi tomo su cuchillo y Kuroo levanto su machete.

Tres hombres entraron en el lugar, llevaban más de la mitad del rostro cubierto, se adentraron ignorando completamente a los soldiers que estaban a la defensiva.

El trío de grupos se encontraba de pie frente a los nuevos intrusos.

—Tranquilos— hablo un hombre fornido —. Nosotros somos quienes los citaron aquí.

Bajaron sus armas para que los demás confiaran en ellos, posteriormente se quitaron los pasamontañas que les cubrían la cara.

—Queremos hablar con ustedes de algo importante— añadió un chico de cabello grisáceo, tenía un lunar en la mejilla.

Los ocho chicos se relajaron por un momento, sin embargo; Bokuto continuaba apuntándoles con su arma.

—Pueden hablar, pero mantengan las manos levantadas— ordeno.

Asintieron con su cabeza e hicieron lo que se les pidió.

—Mi nombre es Kita Shinsuke, ellos son Sawamura Daichi y Sugawara Kōshi —señalo discretamente a sus compañeros —. Sé que querrán más información, respecto a los mensajes que les entregamos.  

—Creo que eso es evidente— respondió Oikawa, más serio de lo habitual —. Habla, no tengo todo el día.

—Necesito que escuchen con atención— se dirigió a Bokuto— tenemos que mostrarles algo, así que bajaremos las manos.

Comenzó a bajarlas, lentamente las acerco a la mochila que colgaba de su pecho. La abrió, saco un papel y se lo paso a Daichi quien lo tomo y lo extendió en el suelo. Los demás lo vieron con atención, sin decir una sola palabra.

—Nosotros sabemos quién está detrás del desastre del año veinticuatro. Queremos terminar con los responsables, sin embargo; es más difícil de lo que imaginamos— explico —. Sé que suena tonto, pero queremos formar un equipo con los integrantes de sus grupos para poder salvar el mundo, aunque si soy franco; puede que sea una misión suicida.

—¿Qué se supone que somos? — se burló el de gafas— ¿superhéroes o alguna mierda así?

—Los necesitamos...— volteo a ver a cada uno —A todos— añadió Sugawara.

—Con la ayuda de los soldiers tendremos un buen uso de armas, serán claves en la misión. Mastermind sé que ustedes lograran conseguir la cura, pero sin la ayuda de los hackers eso no será posible. Cada uno de ustedes es importante. Si alguno rechaza esto, todo se perderá. No tienen idea de lo que se avecina.

Guardaron silencio, solo se observaban unos a otros durante segundos, que parecieron eternos para los tres nuevos chicos.

Akaashi se preguntó así mismo que significaba lo que Daichi dijo al final, pero no parecía ser el único desconcertado.

—¿A qué te refieres con que no tenemos idea de lo que se avecina? — rompió el silencio Kenma mirando a Sawamura con intriga —No sé si te has dado cuenta, pero el mundo ya está bastante jodido.

—Lo que está pasando ahorita no se comprara con lo que nos harán— admitió el de cabello marrón.  

Tsukishima chasqueo su legua y comenzó a mover su cabeza con desaprobación, estaba irritado por lo que Daichi dijo.

—Nosotros no seremos parte de esto, lo lamento— Bokuto interrumpió abatido.

—Me niego de igual manera. No podría trabajar con ellos— Oikawa se rascó el cuello.

—Ya conocen mi repuesta— murmuro Kenma volteando los ojos.

—Si realmente quieren ejecutar su estrategia, no deberían llamar a un trío de ineptos— soltó Tsukishima viendo al de cabello gris y a sus acompañantes.

—¡Oye! ¿Cuál es tu problema lentes? — dijo disgustado Kuroo —No sabes nada sobre nosotros, así que no hables.

—No voy a discutir con personas que se hacen llamar a sí mismos como "Soldiers" es patético.

Iwaizumi dio un paso hacia el chico delgado, pero Bokuto lo detuvo colocando su mano en su hombro.

—No vale la pena hacerle caso, solo quiere provocarnos.

—Ven, no podemos trabajar juntos— Interrumpió el castaño —. A demás; tampoco me agrada el nombre— señalo el papel en el suelo. Nuevamente se llevó una mirada de desaprobación por parte de todos los reunidos.  

Los tipos de los pasamontañas pusieron cara de frustración. Los tres equipos eran la única opción que les quedaba y se negaron rotundamente.

—Solo, piénselo, por favor— suplico el otro chico de cabello bicolor.

Los tres líderes aceptaron pensarlo, sin prometer nada en absoluto.

—Si cambian de parecer, vayan a esta dirección— les extendió una pequeña tarjeta —. Nos retiramos. Espero no se arrepientan de la decisión que tomaron.

Así fue como uno a uno salió de la torre cabizbajo y con los hombros hundidos

—Nosotros igual nos vamos, y como no somos maleducados— miro a Bokuto fijamente con recelo— ¡Hasta nunca! — se despidió Oikawa.

El de cabello bicolor le echo un último vistazo a Akaashi, quien lo noto, pero simplemente decidió ignorar al mayor en su lugar solo soltó un profundo suspiro.

Los soldiers se encaminaron hacia la puerta que los conduciría hacia afuera y los Hackers salieron en último lugar. 

 

**

Escucho la conversación en silencio y con su mano derecha tomo su intercomunicador.

—Tenías razón sobre esos bastardos— murmuro —. Dejo todo en tus manos, ya sabes qué hacer.

 

** 

Avanzaban por las calles para encontrarse con Nishinoya y Hinata. Ya les habían hecho saber que estaban bien.

—Bo, ¿Qué fue eso? ¿Por qué te negaste? Creí que nosotros estábamos luchando por eso— sonaba decepcionado. Caminaba junto a su mejor amigo.

—No quiero poner en riesgo al equipo. No me importa entregar mi vida, pero la de mis amigos... —guardo silencio —Ellos deben tomar sus propias decisiones.

Kuroo lo miro con tristeza, sabía que las palabras de Bokuto eran verdad, aunque no le gustara aceptarlo.

—Lo mejor será hablar con ellos, cuando lleguemos a casa se los consultamos— interrumpió Iwaizumi.

Ya habían caminado por unos minutos, con precaución, no podían bajar la guardia fácilmente. 

Hinata los vio y corrió hacia ellos con emoción en su rostro.

—¡¿Y bien?! — grito —¿Cómo salvaremos el mundo? — alzo los brazos con alegría.

Los tres frente a él desviaron la mirada.

Debemos irnos, tenemos un viaje largo— el peligris sonrió sin ganas y el de cabello naranja se quedó desconcertado.

Continuaron su recorrido hasta que encontraron a los gemelos y a Lev esperándolos fuera del rascacielos donde habían estado cuidando sus espaldas.

—Bokkun ¿Qué fue lo que sucedió en ese lugar? —pregunto —cuando vimos a esos tipos entrar a Samu casi le da un infarto— se carcajeó en la cara de su hermano mientras le sostenía un hombro con su mano y con la otra se tocaba el estómago.

—No es gracioso Tsumu pudieron estar en verdadero peligro— empujo a su gemelo.

Cuando lleguemos a casa lo discutimos con el grupo. No quiero repetir las cosas— soltó mientras empezaba a caminar hacia el Jeep —. Debemos darnos prisa, no es seguro estar aquí afuera.

Al final Kuroo y Bokuto fueron quienes se trasladaron en la motocicleta, mientras los demás tuvieron un viaje algo incómodo.

Retornaron a su escondite.

En el trascurso del camino disfrutaron de la vista y del aire frío que les pegaba en el rostro, Hinata estaba realmente emocionado, ya que él normalmente no salía de su hogar, sin embargo; aún la ciudad estaba enfrentando un apocalipsis lo que les hizo ver cosas desagradables de igual manera.

—¡Diablos! Sí que fue un gran recorrido, aunque por culpa de Shoyo-kun ya no siento las piernas— se quejó mientras estiraba sus pies.

—Tú fuiste quien se ofreció a cederle el lugar e irte en la parte trasera, tonto— su hermano lo miro con burla mientras caminaba.

—¡Bien hecho Shoyo! Yo también hubiera tomado el asiento de Atsumu si me lo ofreciera— festejo Nishinoya con un brazo en alto.

—Lo siento Atsumu. Yo debí irme en ese lugar, no tú— se disculpó cabizbajo.

Se tuvieron que estacionar fuera de su escondite porque los chicos que no habían salido con ellos no contestaban sus radios y por lo tanto no podían entrar.

Bokuto se acercó más a la puerta delantera y vio que esta no se encontraba cerrada como normalmente, en cuanto lo noto un escalofrío recorrió su cuerpo y tuvo un mal presentimiento, ya que jamás dejaban la puerta en esas condiciones.

Sin pensar dos veces tomo el picaporte con brusquedad y se adentró en el lugar con rapidez, los demás se sorprendieron y corrieron detrás de él, aun confundidos por su actuar.

Notes:

MASTERMINDS:
1. Ennoshita Chikara.
2. Kageyama Tobio.
3. Yaku Morisuke.
4. Akaashi Keiji.
5. Shimizu Kiyoko.
6. Azumane Asahi.
7. Oikawa Tōru.
8. Hanamaki Takahiro.
9. Matsukawa Issei.
10. Shirabu Kenjirō.

Chapter 3: Treason

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Cuando todos se encontraban adentro, primero visualizaron al de cabello gris parado frente a algo.

Nadie sabía que fue lo que sucedió.

Sus ojos no podían asimilar la escena que se mostraba frente a ellos.

Lo segundo que vieron fue el cuerpo de Yamamoto tirado en el suelo en medio de un charco de sangre, tenía las piernas rotas y una cortada que atravesaba su cuello.

Kuroo corrió hacia Taketora, se hincó y con sus brazos acerco el cuerpo de su amigo a su pecho.

—¡¿Cómo fue que esto pasó?! — grito desesperadamente, lágrimas se derramaban por sus mejillas mientras abrazaba a su amigo —¡Vamos Take! No me hagas esto por favor hermano, tú eres fuerte.

Bokuto corrió a revisar las habitaciones en estado de shock, los demás lo siguieron con impotencia.

Konoha y Washio estaban recostados en sus camas, pero ambos tenían una herida de bala en su cabeza, se acerco lentamente a ellos y no pudo evitar caer de rodillas, se tapo la cara con ambas manos y las lágrimas empezaron a salir con desesperación.

Hinata sollozo mientras Nishinoya lo abrazaba.

—Todo esto es mi culpa— se culpó Atsumu — si no hubiera insistido en que fuéramos a la torre...— no podía hablar, un nudo en su garganta lo impedía, su hermano lo envolvió en sus brazos para tratar de consolarlo.

Lev se quedo mirando, no podía pensar con claridad, su cabeza estaba dando vueltas.

—¡Esto es una estúpida broma! — grito Iwaizumi, las lágrimas se acumulaban en sus ojos.

—Nada de esto está pasando. Konoha, Washio levántense, no es gracioso— la voz de Lev se estaba apagando.

Nishinoya sin saber que hacer; corrió a buscar a sus dos compañeros faltantes. En el camino observo pequeñas gotas de sangre. Sintió sus piernas pesadas y con temor siguió el líquido derramado. No estaba preparado para encontrar a Tanaka en el suelo con una navaja clavada en el abdomen y un impacto de bala en el hombro derecho.

—Yū...— lloriqueó —. No quiero morir, por favor ayúdame— con su mano presionaba la herida de su brazo.

Aun sin reaccionar del todo, se agachó y ayudo a retener la sangre que salía de su estómago.

—Tranquilo Ryū, vas a estar bien. Tienes que aguantar, mírame a lo ojos— las manos le temblaban. Ver a su mejor amigo en ese estado le estaba afectando.

Hinata llego al baño donde se encontraban y vio la escena.

—¡Chicos, Tanaka está aquí y está vivo! — grito con desesperación —tiene dos heridas, necesitamos detener el sangrando.

Iwaizumi entro al lugar corriendo, tomo a Tanaka en sus brazos. No sabía que hacer, pero por instinto salió del baño y se dirigió a donde estaban los coches. Lo subió al jeep, Nishinoya enseguida se acomodó en la parte trasera y continúo presionando la herida para que la sangre dejara de salir, Hinata se sentó en el lugar del copiloto.

Bokuto tomó el asiento del conductor, no pensaba con claridad. Todo en su mente estaba nublado, la información de lo que sus ojos recién habían visto lo estaban golpeando. Sabía que las únicas personas que podrían salvarle la vida a su amigo eran los chicos de Mastermind, sin embargo; no sabía dónde podría encontrarlos, lo que le causo frustración, hasta que una idea cruzo por su cabeza.

Los hermanos Miya entraron a la cochera y lo distrajeron de sus pensamientos.

— ¿Qué es lo que harás? En ese estado no puedes manejar Bokuto— reprocho Osamu —. Yo lo haré, pero no podemos dejar a los demás aquí, aún no logramos localizar a Suguru y este lugar ya no es seguro.

—Diles que nos sigan y que lo busquen— gruño molesto, mientras se bajaba de la camioneta y se subía atrás, con cuidado coloco las piernas de Tanaka en su regazo.

El gemelo de cabello gris se sentó frente al volante.

—Nosotros nos iremos ahora, Tanaka necesita ayuda de inmediato, ustedes tomen el otro auto, nos veremos en el edificio donde patrullamos ayer— se dirigió a su hermano.  

Asintió con su cabeza.

Iwaizumi y Atsumu fueron en búsqueda de Kuroo, Lev y Daishō.

Encontraron al mayor y al mitad ruso en la misma habitación, el pelinegro aún abrazaba el cuerpo de Taketora, continuaba sollozando.

— Necesitamos irnos, es peligroso estar en este lugar— murmuro el de cabello teñido.

—No voy a dejar a mi amigo— contesto. Miraba a la nada.

—Volveremos por ellos, pero primero debemos asegurarnos de que Tanaka sobreviva, así que levántate— tomo a Kuroo del brazo y lo jalo para tratar de hacer que se levantara.

—Si no hubiera ido a la misión, tal vez nada de esto...

—No lo digas. Yo soy el único culpable. Si estuvieras presenta en ese momento y no nos hubieras acompañado quizás incluso tú estarías muerto— lo interrumpió amargamente desviando la mirada —así que vayámonos y encontremos a esos hijos de perra que nos hicieron esto.

Kuroo soltó a su amigo que yacía muerto y se colocó de pie, aún estaba cabizbajo, Lev los observaba solamente.

—Iré a traer lo que pueda del almacén, no sabemos hasta cuando conseguiremos otro refugio. Ustedes busquen a Suguru — ordeno Hajime con varias bolsas en mano.

Los tres muchachos comenzaron a revisar todo el lugar, sin embargo; no había rastro del chico por ningún lado, parecía como si la tierra se lo hubiera tragado. 

Iwaizumi se llevó otra sorpresa cuando entro en el almacén; la comida enlatada estaba en el suelo con agujeros, la demás estaba hecha cenizas, sintió ira en su ser, corrió en búsqueda de las armas, pero no estaban en el sitio de siempre.

—¡Esto es un maldito sabotaje! — dijo cuando se reunió con sus compañeros.

Sin mas que hacer, tuvieron que abandonar su hogar.

Sabían que probablemente sería la última vez que estarían en ese lugar, así que se despidieron con lágrimas en los ojos.

En el trascurso del camino Kuroo comenzó a recordar cada una de las aventuras que había vivido en ese pequeño edificio, se sentía enojado por no haber estado con sus compañeros cuando todo ocurrió.

—¿Sabes a donde llevaron a Tanaka? — pregunto directamente a Iwaizumi quien estaba conduciendo.  

—No lo se exactamente, pero creo que Bokuto dejara su orgullo aun lado y lo llevara con Oikawa— respondió sin quitar la vista de la carretera.

—¿Quién es Oikawa? — interrumpió lev intrigado desde la parte trasera.

—Una basura.

Kuroo soltó un resoplido.

—Ni siquiera sabemos dónde encontrarlos— se quejó y coloco sus manos en su rostro —, con la situación así, no podemos asegurar que Tanaka sobreviva.

Un silencio se prolongó en el automóvil por unos segundos.

—Lo hará— Atsumu afirmo —¡Vamos Kuroo, conoces a Tanaka! Esa herida no es nada para él— trataba de ser optimista, sin embargo; realmente le preocupaba la vida de su amigo.

—Tienes razón— levanto un poco la comisura de sus labios, pero se desvaneció esa pequeña sonrisa cuando noto la sangre seca en sus manos, quería llorar nuevamente, pero las lágrimas simplemente no salían.

—Debemos ir al edificio que esta cerca de la Crow Tower, ahí veremos a los demás, esta noche descansemos en alguna casa de por aquí— hablo el gemelo viendo la ventana.

El sol se estaba escondiendo, solo algunos pequeños rayos aún alumbraban la carretera y ellos debían apresurarse a buscar un lugar donde dormir porque no era seguro estar fuera cuando anochecía, ya que cuando la noche llegaba los infectados solían comportarse de manera más agresiva.

 

**

 

Un grupo de chicos se encontraban en una habitación que tenía varias mesas distribuidas en el centro, era tarde y estaban en medio de su cena. Platicaban unos a otros amenamente.

—Solo quiero decir que tienen una buena intención, sin embargo; no podemos unirnos, es demasiado peligroso enfrentar a esas personas— dijo Kenma amargamente mientras comía de su tarta de manzana.

—Era un plan estúpido— expreso el de lentes, estaba sentado junto a su novio frente al de cabello teñido.

Kunimi entro fastidiado al lugar.

—Sé que no van a creer esto, pero tienen que venir conmigo— expreso dirigiéndose a Tsukishima y a su líder quienes lo voltearon a ver con confusión.

—¡Otra vez, no! — se quejó el chico más bajo. Dejo su tenedor y se puso de pie molesto, los que lo acompañaban en la mesa igualmente se levantaron y caminaron detrás de Kunimi.

El mencionado los guio hasta un cuarto de cómputo, donde se contemplaban varias pantallas colgando de una pared, en el centro resaltaba una que era enorme a comparación de la otras.

El de cabello castaño se sentó frente a un teclado y comenzó a mostrar los videos de la cámara de seguridad de su edificio.

Los otros tres prestaron atención a lo que se mostraba en la pantalla central, en ella se podía apreciar a dos personas hablando y haciendo señas directamente a la cámara.

—Activa el sonido— ordeno Kenma, se acercó para escuchar mejor. El otro inmediatamente obedeció.

"... Sé que están ahí. Necesito su ayuda. Mi amigo está muriendo. Necesito saber dónde se esconde Mastermind. Ustedes lo saben todo..."

Su voz se escuchaba desesperada y al borde del llanto, la piel de los cuatro que veían a través de la pantalla se erizó.

"Yo... Por favor, se los suplico..."

Kenma casi sintió lástima por Bokuto, verlo al borde del llanto y suplicando frente a una cámara le dejo un sabor amargo en la boca.

—¿Qué harás? ¿Lo ayudarás a pesar de que nos desprecia? — soltó Tsukishima.

El de cabello teñido lo ignoro completamente y salió la habitación para encarar a los dos intrusos.

Afuera del edificio se encontraba Bokuto sentado en la acera con ambas manos puestas en su cabeza mientras miraba el suelo.

—Bokuto, no creo que haya alguien aquí, debemos para el sangrado de Tanaka en vez de estar perdiendo el tiempo— expreso Osamu.

Un ruido llamó la intención de los dos, voltearon asustados, pero el peligris se relajó cuando vio a Kenma salir de una puerta.

—Están en un laboratorio subterráneo en la calle cuarenta y tres. Lo encontrarás fácilmente porque es una tienda de ramen lo que se divisa por encima. Para ser sincero no creo que te ayuden— hablo sin expresión en el rostro—, además quiero que sepas que esto no lo hago por ti, no me agradas en lo absoluto.

—¿Cómo podemos saber que estas diciendo la verdad?— pregunto molesto el gemelo por cómo se dirigió a su comandante.

—Nos da igual si le creen o no— interrumpió el rubio de lentes caminando hasta estar junto a Kenma.

—Gracias— fue lo único que salió de la boca de Bokuto.

Se puso de pie y comenzó a correr hacia donde estaba el Jeep, Osamu lo siguió de cerca, cuando casi llegaban, Hinata salto del vehículo con angustia notable en su rostro.

—¡Tanaka se acaba de desmayar! — grito alertando a las dos personas frente a él —va a morir, yo no quiero que eso pase— lloriqueo mientras jalaba al de cabello gris del brazo con mucha fuerza.

—Debemos darnos prisa, ha estado perdiendo sangre durante mucho tiempo— agrego Osamu tomando nuevamente asiento en la parte delantera, Bokuto lo siguió y sintió un dolor en su pecho al ver a Nishinoya tratando de despertar a Ryū.

El automóvil avanzó más rápido, giraron por varias calles hasta que por fin pudieron ver a lo lejos el restaurante de ramen, era un pequeño local de color blanco con luces rojas neón, se veía agradable, ya que estaba localizado en la zona adinerada de la ciudad. Al velo sintieron un pequeño alivio en su ser, sin embargo; aún debían convencer a los otros para que revisaran a su amigo.

Bokuto abrió la puerta trasera de la camioneta saco con cuidado a Tanaka y lo llevo en brazos hasta estar posando frente al restaurante, rogaba porque Kenma no tuviera razón y deseaba que Akaashi lo ayudara a pesar de haberse comportado como un total idiota con él.

Osamu se adelanto y entro en el lugar, Hinata lo siguió y comenzaron a buscar rastros de alguna persona dentro, pero no parecía haber nadie ahí.

Nishinoya decidió adentrarse igualmente y comenzó a gritar de manera desesperada.

—¡Por favor, necesito ayuda! — sin mucho éxito, comenzó a tirar las cosas que aún estaban en el mostrador —Alguien... mi amigo... se muere— farfulló mientras lloraba y se ponía de cuclillas en el suelo.

Los dos presentes lo miraron con tristeza e impotencia, habían intentado hacer todo lo que estaba dentro de sus posibilidades, ya no tenían más opciones.

—¿Quiénes son y que es lo que quieren? — interrumpieron dos tipos altos parados en una esquina del local. Llevaban escopetas y les estaban apuntando, uno de ellos tenía el cabello castaño claro con un sub-tono rosa, el otro era pelinegro y tenía grandes cejas.

Yū inmediatamente se puso de pie.

—Apuñalaron a mi amigo ¿ustedes son de Mastermind? Ayúdenlo. Perdió sangre y ahora se desmayó.

—¿Dónde está? — hablo el pelinegro volteando a los lados para buscar si había alguien más.

—Bokuto entra, tráelo rápido— soltó fuertemente el del mechón rubio.

Ni siquiera se desconcertó por el hecho de que Nishinoya le estuviera dando ordenes en cambio, solo camino hasta estar al centro del restaurante con Tanaka aun en brazos.

Los chicos con las armas se voltearon a ver con temor y luego suspiraron.

—¿Cómo sabemos que no esta infectado?

—No lo está. Solo algún estúpido le disparo— respondió molesto Osamu.

—Oikawa se enojará por esto. No podemos confiar en ellos— le susurro el de cejas gruesas a su acompañante.

—Entonces ve a avisarle que hay intrusos.

—¿Por qué siempre tienen que pasar estas cosas cuando es nuestro turno de cuidar? — se quejó en voz alta. Camino hasta perderse en la parte trasera de la tienda.

—No hagan algún tipo de movimiento, les dispararé si lo hacen— protesto agitando su arma, Bokuto noto que el tipo si sabia usar la escopeta, así que se quedó inmóvil, además no había otra cosa que pudiera hacer, Ryū necesitaba atención médica urgentemente.

Después de dos minutos llenos de angustia para los soldiers, Oikawa apareció por el mismo lugar por donde se había ido el de cabello oscuro, cuando vio al peligris una enorme sonrisa se colocó en su rostro.

—¿Pero qué ven mis ojos Matsukawa? No es otra cosa más que el mismísimo Bokuto Kōtaro frente a mí— alzo una ceja en dirección al mencionado.

—No tenemos tiempo para juegos. Sé que tu puedes ayudar a mi amigo, por favor hazlo— suplico, eso hizo que el castaño frunciera los labios y el entrecejo de manera automática y no solo porque le estaban dando órdenes.

Tōru realmente no quería ayudar a las personas que estaban delante de él. Pensó que lo mejor sería rechazarlos, sin embargo; un sentimiento dentro de él le decía que hiciera algo ¿Acaso no por eso había estudiado medicina toda su vida? ¿Se permitiría ser egoísta cuando una persona necesitaba de sus conocimientos?, se maldijo así mismo en sus pensamientos por ser tan blando. 

—Hanamaki ve al laboratorio; dile a Ennoshita y Shimizu que preparen el quirófano por qué haremos una cirugía de emergencia— hablo mientras revisaba a Tanaka apresuradamente.

Pudo notar que la herida de bala en su brazo no tenía salida por lo tanto tenían que sacar la bala, no había una gran hemorragia, así que descarto daño en alguna arteria o vena importante. Sus ojos se dirigieron a la navaja en el abdomen, se dio cuenta de que esa herida era más seria, sabía que en el momento que se retirara el arma el sangrado aumentaría seguramente.

—¿Cuánto tiempo lleva inconsciente? — preguntó viendo fijamente a sus compañeros.

—Aproximadamente unos veinte minutos— gritó Hinata.

Oikawa supo en ese momento que tal vez ya era demasiado tarde para poder actuar, pero él no se rendiría tan fácilmente.

—Tráelo y sígueme. Ellos no pueden venir con nosotros— señalo a los tres tipos —, solamente tú y el paciente— ordenó e inmediatamente comenzó a caminar hacia la puerta por donde había entrado.

Bokuto volteó a ver a sus compañeros en busca de alguna señal de aprobación y estos le hicieron saber que estaba bien, así que siguió a Tōru. Al traspasar la puerta vio unas escaleras cuesta abajo y comenzó a descenderlas al término de la escalinata había un largo pasillo y tenía poca iluminación era un poco escalofriante.

Cuando su recorrido por el pasillo dio fin se encontró con Oikawa escribiendo lo que parecía ser un código en una puerta blanca que a simple vista parecía estar blindada.

El mencionado escaneo sus huellas dactilares y el iris de su ojo derecho, así la puerta fue abierta.

Traspaso la entrada y le hizo una señal a Kōtaro con la mano para que esté lo siguiera.

Dentro había cinco habitaciones, cada una tenía un letrero indicando que tipo de operación se llevaba a cabo al otro lado de las puertas de metal.

Tōru se paró frente a una sala que tenía un letrero color blanco con letras azules que decía "Quirófano" abajo se encontraba un comunicado que permitía solo el paso a personal autorizado.

—Lo siento, pero no puedes pasar de aquí. Toma asiento en alguna de las sillas de por ahí— señalo una esquina del edificio subterráneo.

Bokuto volteó y se sorprendió al verlas, ni siquiera las había notado por la adrenalina en su cuerpo. Dos hombres altos salieron corriendo del quirófano con una camilla y le indicaron que debía recostar a Ryū, Kōtaro lo hizo de inmediato.

—Me llevaré a tu amigo y haré todo lo que esté en mis manos, pero no puedo prometerte que saldrá vivo de esto, lo que si te aseguro es que necesitará una transfusión de sangre urgentemente ¿Sabes a qué grupo sanguíneo pertenece? — hablo apresuradamente mientras se arremangaba las mangas de su sudadera.

—AB+— afirmó de manera automática. Por supuesto que conocía el tipo de sangre de su compañero, de hecho sabía el de todo su escuadrón.

—¡Vaya, realmente tiene suerte!, y para ser sincero me sorprende que lo sepas— soltó antes de perderse por las dos grandes puertas de metal.

Kōtaro se quedó de pie frente al quirófano sus ojos viajaron de un lugar a otro, no se había percatado de lo solitario y vacío que era el sitio. Tomo asiento en la sala de espera y enterró su rostro en ambas de sus manos. Estaba tan agotado, lo único que necesitaba era descansar, pero la realidad lo golpeo; tres de sus compañeros habían muerto, Tanaka estaba al borde de perder la vida, no sabia que demonios le paso a Suguru y para terminar no tenia idea de que pasaría con su familia ahora. ¿A dónde irían? ¿Qué decisión debía tomar? Todo por lo que habían peleado se acabó, los frutos de su arduo trabajo se perdieron. En ese momento quería gritar, llorar de frustración y acabar con los responsables que los dañaron. Pensó que lo o mejor sería cederle el mando a Kuroo o a Iwaizumi.

—No quiero ser inoportuno, pero ¿Puedo saber qué fue lo que sucedió? —Akaashi interrumpió los pensamientos de Bokuto sentándose frente a él.

—Supongo que me veo como la mierda para que te interese saber lo ocurrido— dijo sin mirarlo a la cara —, no te preocupes, no necesitas sentir lástima por mí, ya sé lo patético que soy.

Keiji se sorprendió. Si bien era cierto que el de cabello gris no parecía estar en las mejores condiciones, no pensó que fuera patético, quizás infantil sí. ¿Sentir lástima por él? Akaashi creyó que ese sentimiento no se había desarrollado en su persona.

—No te tengo lástima, simplemente pensé que deseabas poder desahogarte con alguien y quise ser cortes— exclamo despreocupado haciendo un movimiento con sus hombros.

—Por favor ni siquiera nos conocemos lo suficiente, no necesitas hacerlo— hablo volteando a verle el rostro, pero inmediatamente se arrepintió al ver la expresión del pelinegro, no había rastro alguno de interés, solo lo miraba fijamente.

—¿Me dirás que fue lo que paso o no?

—No, no quiero hablar de eso— expreso amargamente.

—Entonces, ¿Quieres que te deje solo? — se levantó de la banca donde se encontraba sentado. No era bueno con las palabras, pero comprendido el habiente y creyó que lo mejor sería retirarse.

Bokuto negó con la cabeza, y escondió nuevamente su rostro entre las palmas de sus manos. No quería volver a estar solo, al menos no por este momento, se sentía tan miserable y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

—Solo... todo es mi culpa. Ellos me siguieron y yo no pude protegerlos, si desde un principio no los hubiera sacado de la base donde estábamos... quizás estarían con vida y aún tendrían un lugar al cual llamar hogar. Yo necesito alejarme de ellos...— se culpó moviendo la cabeza y limpiando su llanto.

Keiji no comprendía del todo lo que Kōtaro decía, pero supo que él realmente se preocupaba por sus compañeros y entendió por que Kuroo e Iwaizumi lo obedecían, después de todo no era tan idiota como pensó al conocerlo. Una sonrisa se poso en su rostro.

—Lo único que puedo decirte es que todas las cosas suceden por algo y no puedes lamentarte por no estar con tus amigos en todo momento. Para ser sincero creí que eras un cretino cuando nos dejaste en la calle el día que nos conocimos, y también creí que tus compañeros eran tontos por seguirte, pero ahora comprendo el porqué te eligieron como su líder, y es porque realmente te importan sus vidas así que no puedes darte por vencido en este momento. Ellos te necesitan y tal vez no pueden seguir adelante sin ti.

Bokuto volteo a ver a Akaashi con sorpresa e incredulidad. Jamás alguien le había hecho saber que era realmente importante para otras personas. Toda su vida había vivido solo. Tuvo una infancia difícil donde sus padres siempre le dejaron en claro que era solo un estorbo, sin mencionar que esa fue la razón por la cual entro en el ejército y se convirtió en uno de los mejores soldados, todo para poder tener un poco de afecto y aprobación de sus compañeros y jefes. 

Keiji le clavo la mirada durante unos segundos, analizo su rostro, tenia los ojos rojos al igual que la nariz, sus mejillas estaban aún empapadas por las lágrimas y le dio cierta ternura verlo tan vulnerable.

—Así que no te rindas, no por ahora al menos— le regalo una sonrisa, algo forzada y Kōtaro se sintió un poco mejor y levanto las comisuras de sus labios.

—Nadie me había motivado tanto antes, creo que tienes un don o algo por el estilo— le hizo señas graciosas con sus dedos.

Akaashi no pudo evitar soltar una carcajada y se tocó la frente como un reflejo para disimular su risa.

—¡Oh vamos! No es así, yo realmente soy malo con las palabras de aliento y esas cosas,  simplemente digo la verdad— murmuro algo apenado, comenzó a jugar con sus dedos para tratar de distraerse.

—¡Yo también digo la verdad Akaashe! Lo que me dijiste me sirvió para sentirme mejor— afirmo sonriendo ampliamente.

El mencionado noto tres cosas en ese momento; la primera fue que Bokuto dijo mal su nombre, procuraría corregirlo más tarde. La segunda es que el peligris parecía que podía ser animado fácilmente y lo último que descubrió fue que sintió cierta calidez y verdad en las palabras del mayor.

—Creo que después de todo no fue mala idea que Oikawa me mandara a vigilarte— se le escapó decir, cuando se dio cuenta de su error se llevo ambas manos a su boca.

Fue el turno de Bokuto de reír y él no lo escondería.

—No te preocupes, sabía que no era casualidad u obra del destino que estuvieras aquí— soltó mirando hacia el techo.

No alargaron su plática, solo se hicieron compañía uno al otro durante un lapso de tiempo bastante amplio. Kōtaro algunas veces observaba con detenimiento el rostro de Akaashi, podía ver con claridad el color de sus ojos, la forma en que sus pestañas hacían sobra en sus mejillas cuando miraba hacia abajo, se distrajo fácilmente y quedo fascinado con la belleza del otro.

Al cabo de unas horas la puerta del quirófano fue abierta y Tōru salió caminando de ella, vestía lo que parecía una bata azul y llevaba un gorro quirúrgico sobre su cabeza, lo único que incómodo a Bokuto fue que Oikawa parecía abatido y había rastros de sangre sobre su traje.

—¿Cómo puedo decir esto? — hablo seriamente mirando al peligris.

El mencionado tuvo temor y su rostro no lo pudo disimular, el castaño se dio cuenta e inmediatamente añadió.

—¡Tranquilo! Todo salió bien, claro hubo algunas complicaciones, pero por ahora está estable. Logramos extraer la bala sin problemas y detuvimos la hemorragia del abdomen. En este momento se encuentra inconsciente por la anestesia— explico y luego miro el reloj en la pared —, según yo, no debería tardar en despertar.

Una pesada carga pareció abandonar el cuerpo de Bokuto en ese instante. Estaba tan feliz de que su amigo sobreviviera y quería avisarle con urgencia a sus demás compañeros sobre la noticia. También estaba gratamente agradecido con Oikawa y Akaashi por ayudarle.

—Lo siento por lo que paso en la ciudad y en verdad gracias por todo esto. Sé que no tenían la necesidad de ayudarme, pero lo hicieron de igual manera y yo jamás podré pagárselos debidamente— soltó apenado, lo cual era raro en él.

Tōru se sintió satisfecho, una pequeña victoria que alimentaba su ego fue para él las palabras del peligris, así que una enorme sonrisa se mostró en su rostro, y eso no fue pasado por alto por el de cabello azabache quien solo resoplo.

—¡Aquí vamos de nuevo! — se quejo antes de menear su cabeza en desaprobación.

—¡Akaa-chan no seas amargado! Y aprecia las palabras de Bokuto.

—¿Crees que yo podría ver a Tanaka en este momento? — interrumpió su discusión.

Oikawa le clavo la mirada y asintió con la cabeza.

—Si, pero él está muy débil por ahora, si no fuera por mis grandes habilidades como cirujano él quizás hubiera muerto— dramatizo —. Sígueme, ordenaré a mis compañeros que dejen entrar a los tuyos, han pasado muchas horas y deben estar preocupados.

Bokuto se preguntó porque Oikawa parecía más amable, pero decidió no mencionar nada, más tarde conseguiría esa información, así que solo siguió al castaño hasta entrar a una habitación donde había tres camillas separadas por algunas continas. En una de las camas se encontraba Ryū recostado. Una venda rodeaba su pecho y hombro, también tenía gasas en el estómago. Camino hasta estar junto a su amigo y se acomodó en una silla.

Paso alrededor de una hora antes de que Bokuto se animara a hablar.

—¡Sabía que lo lograrías!, nunca te rindes tan fácilmente— hablo aún que el otro no lo podía escuchar o al menos eso creía.

—Esto no es nada para mí— expreso con voz débil —. Bokuto yo necesito decirte algo...

El peligris se sorprendió de que su amigo estuviera despierto y se dio cuenta de que la voz de Tanaka se quebró al mencionar las ultimas palabras, pero no quería exponerlo al peligro nuevamente.

—Por ahora debes descansar, mas tarde hablaremos. Estoy seguro de que los chicos querrán verte y necesitaras más fuerza que nunca— interrumpió a su compañero y no lo dejo hablar.

Ryū solo asintió con su cabeza, le dolía excesivamente el abdomen y pensó que lo mejor sería obedecer, estaba tan cansado que no se dio cuenta en qué momento se quedó completamente dormido.

Más tarde unas voces lo sacaron de su sueño y él lentamente comenzó a abrir los ojos, la luz de la habitación le lastimo por unos segundos hasta que se acostumbró, su mirada se posó en la persona que estaba a su lado y lo reconoció al instante.

—¡Ah, Tanaka despertó! — Hinata chillo con emoción.

Inmediatamente todas las vistas se posaron en el mencionado.

—¿Cómo te sientes? — Oikawa pregunto, tenia que asegurarse que todo estaba fluyendo correctamente.

—Como la mierda para ser sincero.

Todos en la habitación soltaron una risa y descubrieron que su compañero se encontraba bien.

—Ryū en verdad me asustaste— Nishinoya se abalanzó sobre su mejor amigo, pero se quitó en cuanto el otro se quejó.

—¿Y bien? ¿Qué es lo que me querías decir cuando recién despertaste? — hablo Bokuto intrigado, si bien había otras cosas más importantes por atender en ese momento, primero quería saber lo que su compañero tenía por decir.

Tanaka hizo una mueca de dolor y sus amigos en la habitación lo miraron con atención.

—Suguru...— guardo silencio. Sus ojos se llenaron de lagrimas y esto alerto a los demás —El maldito nos traicionó. Él fue el responsable de la muerte de Konoha y Washio.

Todos en la sala se sorprendieron ante lo mencionado, incluso Oikawa y Akaashi lo hicieron.

—¿Qué estás diciendo? — pregunto Osamu con angustia.

—Taketora y yo estábamos preparando la comida, cuando escuchamos un estruendo que provenía de la habitación de Akinori— comenzó a llorar mientras hablaba —. Corrí a ver que estaba sucediendo y en cuanto entré a la habitación los vi y ellos estaban muertos, ambos estaban muertos en sus propias camas.

Hinata tenia los ojos llorosos, escuchar lo que su compañero decía le trajo a su mente lo que vio en la habitación horas antes en su antiguo hogar.

—No supe como reaccionar, así que solo corrí a buscar mi arma, pero antes de poder llegar a la sala, sentí un dolor agudo en el brazo, cuando volteé a ver quién me había disparado— se quedó callado durante unos segundos —, ahí estaba Daishō de pie frente a mí, tenía su estúpida sonrisa de siempre y me miraba con odio, el desgraciado me apuñalo después de eso, estuvo a punto de volver a dispararme cuando la voz de Taketora se escuchó a lo lejos, y el muy infeliz guardo su arma y me dijo que de igual manera iba a morir.

Bokuto no lo podía creer, ¿Lo que Tanaka estaba narrando era la verdad? ¿La persona en la que su mejor amigo confiaba plenamente los había traicionado? No sabia que pensar, la ira se apoderó de él y apretó sus puños con fuerza.

—Recuerdo que en ese instante estaba tirado en el suelo y me arrastre hacia una habitación, entre y me quede ahí. Tenía las manos llenas de sangre y yo no sabía que hacer, tuve miedo, me sentía impotente, posteriormente todo se quedó en silencio así que comencé a gritarle a Yamamoto, pero no escuche alguna respuesta de él, no pasaron ni diez minutos cuando ustedes llegaron y me encontraron— termino de contar lo ocurrido, pero las lágrimas aún se deslizaban por su rostro.

—Ese maldito. Lo sabía, siempre lo supe. No debimos confiar en él— interrumpió Nishinoya enojado.

—¿Dónde esta Taketora? ¿Él esta vivo? — pregunto con notable angustia.

Nadie contesto, solo bajaron la mirada y Tanaka supo en ese instante que su amigo no había corrido con la misma suerte que él.

—¿Diez minutos eh? — Osamu tomo su cabeza entre sus manos y se sentó —. Si hubiéramos llegado solo diez minutos antes, él probablemente aún estaría con nosotros.

—No podemos lamentarnos por no estar con ellos, cuando todo eso sucedió— Bokuto cito las palabras que Akaashi le había dicho anteriormente —. Debemos buscar a Suguru y hacer que pague por lo que hizo, no tendré piedad con él cuando lo encuentre.

—No quisiera entrometerme, pero es obvio que ese tipo no actuó solo— Oikawa interrumpió, haciendo que todos lo miraran expectantes —. Lo más seguro es que haya escapado, si lo hizo aun sabiendo el tipo de bestias que existen afuera, eso quiere decir que tiene cómplices y un lugar al cual ir después de lo que ocasiono, es eso o simplemente es idiota y solo mato a sus compañeros sin ningún plan en manos.

—Tiene razón. No lo conocemos, pero no creo que los atacara solamente por su gusto, alguien debió ordenarlo— añadió el pelinegro.

Los soldiers se quedaron pensando unos instantes.

—¡Ustedes en verdad son asombrosos! Llegaron a esa conclusión en cuestión de minutos— grito Shoyo con emoción.

—Nosotros nos encargaremos de hacerles pagar por esto, no descansaré hasta destrozarlos— hablo Tanaka.

—Primero debemos reunirnos con los demás, deben de estar preguntándose qué paso contigo— sonrió en dirección al que estaba vendado —, también quiero saber si encontraron a Suguru.

Notes:

HACKERS:
1. Tsukishima kei.
2. Yamaguchi Tadashi.
3. Kozume Kenma.
4. Komi Haruki.
5. Kai Nobuyuki.
6. Kunimi Akira.
7. Goshiki Tsutomu.
8. Yachi Hitoka.
9. Suna Rintarō.

Chapter 4: Sin rumbo

Chapter Text

La mañana se sentía fría en aquella habitación que olía a medicamentos. 

Bokuto abrió los ojos por la incomodidad de estar durmiendo en el suelo, en una posición que su espalda le reclamaría más tarde, trato de moverse, pero se percató del peso extra en su cuerpo; Osamu estaba a su lado recargado en su hombro derecho así que prefirió mantenerse quieto hasta que el otro despertara. Su vista viajó hasta la camilla frente a él, en ella vio a Tanaka descansando, su rostro por fin había recuperado el color, si no fuese por las vendas que se asomaban en su pecho y abdomen, nadie se daría cuenta de que apenas hace unas horas se encontraba entre la vida y la muerte, Kōtaro se alegró al verlo y casi suelta una carcajada al ver a Nishinoya y a Hinata sobre las otras dos camillas que había en la sala, ambos chicos tenían una forma particular de dormir, hacían caras extrañas o en ocasiones balbuceaban cosas. 

La puerta del sitio se abrió y Akaashi entro junto con una persona de cabello negro, ambos llevaban una charola con platos encima, cuando Bokuto vio al segundo mencionado le recordó a Iwaizumi por el ceño fruncido que en su rostro se veía.

—Puedo ver que tus compañeros aún no despiertan— susurro, mientras volteaba a ver a los demás y después su mirada se clavó en la persona que descansaba en el hombro del peligris —. Oikawa nos dijo que les trajéramos algo para que desayunaran, él vendrá más tarde.

—Deben estar cansados, así que no quise molestarlos— hablo Bokuto con voz tranquila —, y no es necesario, nosotros nos iremos en cuanto todos estén despiertos.

—Oikawa quiere hablar contigo así que no se pueden retirar, al menos no hasta que lo veas, por ahora lo mejor será que coman algo— volteo a ver a Tanaka —. Él aún no está completamente bien, su cuerpo en este momento esta débil por la pérdida de sangre, debe recuperarse antes de salir.

Kōtaro no tuvo otra opción más que aceptar, no podía negarse ante la petición de Oikawa de hablar con él, no después de haberle salvado la vida a Ryū.

Lentamente sacudió al gemelo y este despertó de inmediato, alarmado por el movimiento.

—¿Qué está pasando? — grito y su cabeza giraba a los lados tratando de buscar algún indicio de ataque. 

—¡Relájate Samu! — le tomo el rostro con ambas manos para tratar de tranquilizarlo —Soy yo Bokuto, mírame. No está pasando nada, solo te desperté para que comamos.

El mencionado se calmó en cuanto recordó el lugar donde se encontraban y solo se acomodó el cabello que había caído a su rostro.

—Lo siento, sabes que a veces recuerdo lo que nos pasó en el cuartel. No sé por qué pensé que aún estábamos allí y me alarmé— dijo algo angustiado.

 

Mucho antes de que los chips comenzaran a fallar, Osamu y Atsumu estaban en el escuadrón número once de las tropas de flying city. Un escuadrón dirigido por Matsuda Kaito, quien era un comandante militar  conocido por ser despiadado y por castigar de manera atroz a las soldados que no obedecían sus órdenes al pie de la letra. Muy pocos eran los desafortunados que les tocaba servir a Matsuda y los gemelos por desgracia fueron sus subordinados durante dos años. Se decía que el hombre abusaba de su poder en infinidades de veces y los otros comandantes no hacían nada, también en ocasiones se le llegó a ver en los barrios más caóticos de la ciudad haciendo tratos con la mafia.

En una ocasión Atsumu erro uno de los disparos que hacía en sus prácticas matutinas, para otros escuadrones eso no hubiese sido un problema, sin embargo; para los miembros de la tropa once, lo era y uno muy grave. Matsuda tomo a Atsumu por el cuello y lo arrojo al suelo, manteniéndolo inmóvil, Osamu al ver esto trato de defender a su hermano y le grito a su jefe que lo soltara, esté lo hizo sorprendiendo a todos con su acto, esa misma noche mientras todos descansaban en sus habitaciones; alguien entro en la de los gemelos con una pistola y comenzó a disparar sin sentido alguno. Ambos hermanos estuvieron internados en el hospital durante semanas. Fue uno de los primeros intentos de asesinato que presenciaron durante su tiempo en la tropa de Matsuda. Vivieron un infierno hasta que Bokuto se enteró de lo ocurrido y decidió trasladarlos a su propio escuadrón con la excusa de que sus habilidades eran necesarias para su búsqueda de ladrones cibernéticos, no le importo que no los conociese, él solo los ayudo porque le nació hacerlo, desde ese tiempo ellos se volvieron totalmente leales a Kōtaro y lo siguieron sin dudar.

Las secuelas de los maltratos que vivieron en su anterior cuartel aún están presentes en la vida de los Miya.

 

—Tú mismo se lo dijiste a Atsumu cuando tenía pesadillas, ya no estamos en la base militar, no tienes nada de que preocuparte— Bokuto le dio una sonrisa tranquilizadora a Osamu y se puso de pie para tomar la charola que Akaashi aún tenía en manos.

Keiji solo observó como Kōtaro despertó a cada uno de sus compañeros con sumo cuidado.

Cuando todos estuvieron listos para comer Akaashi creyó que sería el momento perfecto para presentar a su acompañante, ya que algunos de los que estaban en la habitación lo veían intensamente.

—Cierto, él es Kageyama Tobio, es el menor de nuestro grupo— dijo señalándolo con su cabeza.

—Parece tener la misma edad que Shoyo— interrumpió Nishinoya alegremente.

Todos voltearon a ver al mencionado, quien estaba comiendo un poco de sopa y tenía los cachetes regordetes por la comida.

—Pero no la misma altura— murmuro Kageyama inconscientemente.

Hinata se sobresaltó por lo dicho y le dio una mirada de reproche al más alto.

—¡Que sea pequeño no es ningún impedimento para derrotarte! — grito molesto.

El de cabello negro estuvo a punto de replicar cuando alguien entro a la habitación y todos se giraron para ver al intruso.

—A si suele ser Tobio-chan, muy importuno a la hora de hablar, me pregunto si lo hará a propósito— Oikawa hablo llevando un dedo a su mandíbula y acomodándose el cabello —. Necesito que vengas conmigo, hablaremos en privado.

Bokuto asintió con su cabeza y comenzó a caminar detrás de Tōru.

—Lo que tengo por decirte es algo que nos favorecerá a ambos— expreso mientras caminaba por un pasillo, se detuvo frente a una habitación y tomo la perilla para abrirla. Le indico al peligris que entrará —. Toma asiento, aunque esto será rápido.

Oikawa se sentó en una silla que estaba detrás de un escritorio y se acomodó su cabello una vez más, Kōtaro se sentó frente a él.

—Dime, ¿De qué se trata? — pregunto expectante.

—Verás, no quiero ser grosero... Ya no tienen un lugar al cual volver, básicamente; lo perdieron todo, eso incluye la vida de tres de tus compañeros— Bokuto se tensó ante lo dicho por el castaño y apretó sus puños con fuerza —. No te molestes, simplemente es la verdad, pero ese no es el punto, para lo que de verdad te traje aquí es porque quiero ofrecerte un trato— junto ambas manos frente a su rostro y miro fijamente al de cabello bicolor.

Bokuto no sabía a donde se dirigía su plática, así que presto toda su atención al que estaba delante de él.

—Quédense aquí, tendrán todo: comida, agua y armas. Si lo piensas bien es un lugar digno para vivir.

Kōtaro resoplo con burla. 

Si, por supuesto— se tapó la boca para no reírse —¿Cuál es el "pero"? Nada es así de fácil, ¿Qué es lo que ganas de esto? — soltó bruscamente.

Una sonrisa maliciosa apareció en el rostro de Oikawa al escucharlo.

—Me alegra que estemos en sintonía— guiño un ojo —. Estoy trabajando en conseguir una cura para terminar con el virus, pero últimamente los recursos ya no son suficientes. Tus compañeros podrán vivir aquí siempre y cuando nos ayuden con la búsqueda de municiones, víveres y por supuesto lo más importante; deben localizar los materiales que necesitamos para continuar con mi investigación—miro fijamente a Bokuto —, ambos tendremos lo que deseamos, tú un lugar para sobrevivir y yo podré conseguir la cura.

El peligris respiro profundamente, si bien parecía ser un trato justo, él no tomaría la decisión solo.

—Parece que sabes manipular a la gente, sin embargo; yo no decido por mi equipo, ellos dirán si nos quedamos o no, ¡oh cierto! No están aquí, tendré que ir a buscarlos primero—hablo mientras se ponía de pie y caminaba hacia la puerta —. Si aceptamos estaremos aquí de vuelta antes de medianoche, y gracias de nuevo por... todo.

Abandono la habitación y se dirigió nuevamente a donde descansaba Tanaka, era el momento de partir. Cuando llego a la sala sus cuatro compañeros estaban cabizbajos.

—¿Qué es lo que les sucede? —pregunto intrigado.

—Bokuto, sé que no es el lugar, ni el momento— susurro Osamu viendo a Akaashi y a Kageyama —, pero ¿A dónde iremos ahora? Quiero decir, los demás nos esperan en el edificio, ¿Después qué haremos?

El mencionado sintió como si le hubieran dado un golpe en el abdomen al ver a sus compañeros preocupados por lo que vendría a futuro.

—Primero debemos reunirnos con los chicos, cuando lo hayamos hecho hablaremos sobre eso— trato de sonreír para relajar las cosas —, por ahora hay que prepararnos para viajar.

Los demás solo aceptaron con un movimiento de cabeza y luego ayudaron a Tanaka a ponerse de pie, Tobio y Keiji solo los observaban.

—¡Esto duele como el infierno! Jamás creí que un balazo doliera tanto— se quejó mientras se apoyaba en el brazo de Osamu.

—Tienes suerte de al menos poderte mantener de pie, muchas personas no lo logran hasta varios días después de haberles hecho una cirugía en el abdomen— hablo Akaashi.

—Eso es porque soy super fuerte, ¿Verdad Hinata?

El de cabello naranja solo sonrió y agito su cabeza con emoción.

—Deberás tomar antibióticos, a menos que quieras morir de una infección—ordeno Keiji —Bokuto-san consiguió algunos la vez pasada, aún deberían ten...  Lo siento, Iré a traerlos.

Salió corriendo de la habitación apenado por lo que estuvo a punto de decir, Kōtaro solo lo observo con los ojos entrecerrados.

—¡Akaashi-san, espere! — grito Kageyama tratando de detenerlo.

—No te preocupes, seguramente volverá en unos minutos— dijo Nishinoya mientras guardaba su arma en la parte trasera de su pantalón.

Tobio lo miro por un instante y luego asintió.

—¿Crees que el Jeep tenga gasolina suficiente? — Bokuto pegunto en dirección a Osamu.

—Para ser sincero; no lo sé, por eso odio los carros antiguos que aún ocupan gasolina, ninguno se compara con los que usan energía solar, incluso los eléctricos son mejores que los de gas.

—Tenemos suerte de al menos tener un auto ahora— interrumpió Hinata.

—¡Cierto Shoyo, y más con tremenda reliquia que tenemos! — chillo Yū alegremente con el puño en alto.

—Chicos, me sorprende que actúen maduramente, ¿Qué les hicieron a los verdaderos Nishinoya y Hinata? — pregunto divertidamente Tanaka.

Los que se hallaban en la habitación soltaron una carcajada, posteriormente el de ojos azules entro con unos medicamentos en mano.

—Toma, esto es todo lo que debe ingerir— le extendió a Bokuto una bolsa y él enseguida la cargo.

—Gracias— sonrió cálidamente —. Ahora es momento de irnos.

—Lo sé. Kageyama los acompañará a la parte de arriba.

—Bien, Hinata y Nishinoya vayan primero, Osamu y yo ayudaremos a Tanaka —Ordeno y los demás obedecieron.

Así fue como uno a uno comenzó a salir hasta que al final toda la habitación quedo en silencio con Akaashi parado en medio del sitio.

«Debo estar demente» se maldijo así mismo por el pensamiento que cruzo en su cabeza, luego corrió por el pasillo que lo llevaba a las escaleras y se detuvo frente a ellas.

—¡Bokuto-san! — grito y el mencionado volteo a verlo con asombro desde la parte de arriba —¡Acepta la propuesta de Oikawa!

Antes de que Kōtaro pudiera decir algo, Keiji se perdió de su vista. Ryū y el gemelo solo observaron al peligris con burla.

—¿A qué propuesta se refiere? — hablo Osamu.

—Hablaremos de eso cuando estemos con los demás, lo prometo.

Salieron de la parte trasera del restaurante de ramen y ahora estaban dos guardias diferentes, Bokuto se dio cuenta de que eran los mismos que traían la camilla cuando Ryū estaba en peligro.

—Gracias igualmente a ustedes— los presentes lo vieron con confusión —por la camilla... Se llevaron a mi amigo.

—Oh no es nada, fue un trabajo fácil— hablo uno de ellos, tenía barba y lucia mayor.

—Si, todo lo demás fue gracias a Oikawa-san— añadió un chico de cabello café.

—Aun así, se los agradezco— interrumpió Tanaka.

Los dos tipos le regalaron una sonrisa tímida.

—Por favor vámonos ya, no crean que es fácil estar de pie después de casi morir desangrado— se quejó.

—¡Ryū, pero te estás apoyando en Osamu! — dijo Nishinoya.

—No, esta vez estoy de acuerdo con él, tenemos que irnos, no sé cómo Iwaizumi y Bokuto lo cargaron con tanta facilidad.

—Bien, entonces hay que irnos. Me adelantaré para ver si no hay infectados afuera, Hinata cubre mi espalda— ordeno Kōtaro y luego salió del lugar.

Por suerte para los soldiers no había nada afuera, así que él peligris subió a la camioneta y tomo el asiento del conductor, Shoyo corrió de vuelta para avisarle a sus compañeros que salieran sin preocuparse.

Cuando todos estuvieron listos Bokuto avanzo, no podía aumentar la velocidad por riesgo a que las suturas del cuerpo de Tanaka se rompieran, sin embargo; tampoco podía tomarse su tiempo por temor a que una horda de infectados apareciera.

Condujeron durante media hora hasta que la camioneta lentamente comenzó a detenerse.

—¡Maldita sea! — se quejó Kōtaro golpeando el volante —Sabía que nos quedaríamos sin gasolina antes de llegar.

—Por suerte estamos cerca— Osamu trato ser positivo.

—No podemos simplemente bajarnos y caminar hasta allí, no ahora que Tanaka está en esas condiciones— contesto Bokuto con preocupación —. Necesitamos un plan ahora.

—¡Yo puedo hacerlo! — todos voltearon a ver a Hinata con confusión — puedo ir hasta el edificio y avisarles a los demás, les pediré que traigan el otro auto.

—Yo iré contigo Shoyo— sugirió Nishinoya —, ambos somos rápidos así que no nos tomara mucho tiempo, ustedes se quedan aquí cuidando de Ryū.

—Últimamente das órdenes sin reparo— dijo Bokuto con burla —, pero está bien, solo tengan cuidado.

Ambos chicos asintieron y luego bajaron del coche con precaución para después perderse por las calles.

—Ojalá Kuroo y los otros se encuentre bien, no sabemos nada de ellos y tengo miedo de que el idiota de Suguru les haya hecho algo— expreso Tanaka desde la parte trasera del coche.

—Lo están, te apuesto que el muy infeliz huyo— escupido Osamu con rabia.

—Sí, estoy seguro de que lo hizo y si no, se arrepentirá de no haberlo hecho— Bokuto se unió a la plática.

 

Hinata y Nishinoya se encontraban escondidos debajo de un coche.

Mientras corrían en busca de sus compañeros tuvieron la mala suerte de toparse con un grupo de más de 6 infectados.

—¿Cuánto crees que tarden en irse? — susurro el de cabello naranja.

—Máximo deben tardar unos diez minutos, podemos esperar o simplemente salir y matarlos.

—Debemos acabar con ellos, si no puede que un grupo más grande llegue al Jeep, Bokuto es bueno para matarlos, pero ahora es vulnerable por cuidar de Tanaka— asomo su cabeza por debajo del auto para averiguar la ubicación de los infectados.

—Entonces hagámoslo— igualmente saco la cabeza para ver —. Yo me encargo de eso tres de ahí, tú acaba con los que están fisgoneando la camioneta roja— ordeno y saco su cuchilla.

El primero en salir fue Nishinoya, camino lentamente escondiéndose con ayuda de los autos que estaban en medio de la calle, se paró detrás de un infectado y le clavo la navaja en el cuello, este inmediatamente cayó al suelo, luego se agachó y espero la oportunidad para poder atacar a los otros dos.

Hinata se deslizó del auto y corrió hasta la parte trasera de la camioneta, los infectados no notaron su presencia, así que continuaron golpeando los vidrios del mismo carro, esto desconcertó al pequeño y este decidió echar un vistazo al auto por los vidrios traseros.

—¡¿Qué demonios?! — sorprendido despego la vista.

Dentro de la camioneta puedo ver a un hombre de cabello negro escondido detrás de un asiento.

«¿Qué se supone que debo hacer?» Pensó «Tranquilo Shoyo.»

Tomo su navaja, rápidamente se deshizo de los tres atacantes.

 Cuando termino saco su pistola y abrió la puerta del carro, su arma apunto directamente al chico.

—¿Quién demonios eres? — pregunto con enojo el que se encontraba adentro.

—Primero dime, ¿Qué haces aquí? ¿Sabes que estuviste a punto de morir?

—Eso es lo que quería, ¡No tenías por qué entrometerte! — grito.

Nishinoya camino hasta toparse con Shoyo y este se sorprendió al ver la ropa del otro llena de sangre.

—¡Esos malditos sí que sangran cuando les cortas el cuello! — se detuvo al ver a Hinata con el arma en manos —Espera, ¿A qué le estás apuntando?

—Hay alguien aquí, lo encontré antes de matar a los infectados— dijo con angustia.

—Solo lárguense y déjenme solo— interrumpió el pelinegro.

El más pequeño se acercó hasta poder ver al dueño de la voz, noto que este vestía una bata color azul cielo.

—¿Quién eres?

—No les interesa saberlo— indiferentemente dijo.

—Bueno, en algo tienes razón— Hinata golpeo a Yū por decir eso y se quejó —. Bien, solo dime tu nombre.

El otro no contestó.

—¿Cómo por qué estás aquí? — pregunto Shoyo.

—No lo sé...— ambos chicos lo vieron con incredulidad —Yo desperté en una especie de morgue hace dos días, antes de eso yo había ido a las oficinas de la corporación... No sé qué es lo que me sucedió, ni cuánto tiempo estuve inconsciente y tampoco sé qué demonios está pasando con el mundo— lo último lo dijo al borde del llanto.

—Hace un año empezó todo, llevamos un año entero con esta maldita enfermedad— soltó Nishinoya con tristeza, el otro lo vio con horror.

Hinata volteo a ver al del mechón rubio y una mala idea surgió en su cabeza.

—¿Y si lo llevamos con nosotros? — hablo el del cabello naranja.

—No lo sé, no podemos confiar en él, no después de lo de Suguru.

—Pero puede que él nos ayude a saber qué es lo que ocasiono el virus, quizás tenga información valiosa— susurro.

Yū lo pensó por un momento y luego asintió con su cabeza.

—¿Puedes caminar? — le pregunto al de cabello negro.

—No iré a ningún lado, no quiero vivir en un mundo así— expreso con disgusto.

—¡Mierda! ¿Qué hacemos? — Interrumpió Hinata.

—Se me ocurre algo, pero es muy peligroso— miro a su compañero con seriedad —baja el arma y cierra la puerta.

Shoyo obedeció.

—Yo me quedaré aquí con él, tú iras a buscar a Kuroo y le dirás dónde está el Jeep— Hinata lo vio con sorpresa —. Cuando todos estén de vuelta en el edificio te encargaras de contarles todo y los convencerás de que vengan a buscarnos.

—No puedo hacer eso. Tú mismo lo dijiste; no podemos confiar en él.

—Si lo sé, pero debemos hacerlo, si no jamás podremos salvar al mundo— susurro —¿Acaso no crees que podre defenderme?

El pequeño de cabello naranja suspiro con fuerza y luego hablo.

—Bien, lo haré. Confió en ti Noya-san.

Se dio la vuelta y sin pensarlo más comenzó a correr. En su interior rogó para que todo el plan saliera bien.

Una vez estuvo frente al rascacielos subió por las escaleras de este sin mirar atrás, no lograba ver a sus compañeros por ningún lado y se angustió en gran manera. La falta de luz solo aumento su paranoia. Reviso cada uno de las oficinas y no había rastro de nadie en ese lugar, disminuyo la velocidad y su mente comenzó a imaginarse los peores escenarios hasta que alguien lo tomo por el cuello con brusquedad.

—¡Ah! — se quejó.

—¡Detente Lev, es Shoyo-kun! — grito Atsumu con preocupación.

—Lo siento, creí que era un infectado— soltó el agarre y subió las manos a la altura de su cara.

—No te preocupes, ¿Por qué no hay luz en este lugar? — hablo mientras se sobaba el cuello.

—No lo sabemos— interrumpió Iwaizumi entrando en el sitio —, cuando llegamos todo a los alrededores estaba completamente en oscuridad ¿Dónde están los demás?

—¡Deben venir conmigo! —grito preocupando a los chicos —Todos estamos bien, incluso Tanaka, pero las cosas se complicaron el camino y tuvimos que separarnos.

—¿Qué sucedió? — pregunto Kuroo con temor.

—Síganme, en el auto les diré todo.

Los cuatro asintieron y comenzaron a descender por el edificio, cuando estuvieron abajo Hinata volvió a hablar.

—Bokuto, Osamu y Tanaka están en la carretera al este de aquí... solo necesita ir uno de nosotros por ellos— lo vieron con confusión —. Los demás deben acompañarme a buscar a Nishinoya, encontramos a alguien que nos puede ayudar a saber más sobre el virus y él se quedó a vigilarlo.

—Espera, ¿Acabas de decir que dejaste a Nishinoya con un completo desconocido? — pregunto molesto Kuroo —¿Por qué razón hiciste algo tan estúpido?

—¡Oye, no le hables así! — Interrumpió Atsumu poniéndose delante del Shoyo.

—Sé que no estuvo bien lo que hice, pero Nishinoya insistió, de hecho; me dijo que primero fuéramos por Bokuto, así que dejemos los regaños para después y vayamos por ellos.

—Lo más seguro es que Bo se enoje por lo que hiciste, así que asegúrate de estar de vuelta antes que nosotros— ordeno Tetsurō —Iwa, Atsumu acompáñenlo, Lev vienes conmigo, ya no dejaremos a nadie solo.

Los más altos tomaron el automóvil y condujeron con velocidad.

Hinata comenzó a correr hacia donde había dejado a su amigo y en minutos llegaron al lugar, decidieron esconderse en una esquina.

—Deben estar en esa camioneta— señalo —, creo que Nishinoya está adentro.

—Bien, no parece haber ningún infectado cerca, ¿Qué sugieres hacer Shoyo-kun? — susurro el gemelo.

—Tenemos que desmayar al tipo— contesto.

Ambos miraron confundidos a Hinata

—¿Desmayarlo? ¿Por qué? — intrigado pregunto Iwaizumi.

—Bueno, él no quiere venir con nosotros— lo fulminaron con los ojos —, esa fue la razón por la cual Nishinoya me envió por ustedes, jamás hubiéramos podido cargar su cuerpo.

—Esto es peor de lo que me imagine— Hajime se golpeó el rostro.

—Tenemos que actuar rápido, no quiero que Bokuto me regañe— suplico con sus manos juntas.

Asintieron con la cabeza y comenzaron a avanzar hasta estar cerca del carro, Hinata se asomó nuevamente por la ventana y vio que ambos chicos estaban dentro del coche, Nishinoya recargaba su arma en la frente del de cabello negro.

—¡Sí, están aquí! — se alegró.

Atsumu abrió la puerta trasera del auto y antes de que el otro reaccionara lo golpeo con su propia pistola en la nuca, el chico cayó desmayado al instante.

—¡¿Qué demonios?! ¡Eso fue genial! — grito el del mechón rubio.

—Pudiste esperar a que primero ideáramos un plan, ¿Qué hubiera pasado si Nishinoya te confundiera con un infectado? ¡Te habría disparado, tonto! — exclamó molesto el del ceño fruncido.

—¡Vamos Iwa! No lo hizo, todo salió bien.

—Debemos darnos prisa y llevárnoslo antes de que despierte— interrumpió Nishinoya —, supongo que Bokuto y los demás nos deben estar esperando.

Los tres que estaban fuera del carro desviaron la mirada.

—¿Qué? ¿Qué es lo que pasa? — pregunto confundido.

—Aún no lo saben. Nos dividimos para venir por ti, Kuroo y Lev fueron por ellos— susurro Hinata.

—¡No Shoyo! ¿Sabes lo que eso significa? — hablo angustiado.

—Lo sé, estaremos en problemas.

—No pasara si nos apresuramos— interrumpió Hajime —, podemos decir que nosotros fuimos quienes lo encontraron, pero eso solo funcionara si Kuroo aún no ha abierto la boca.

—Creo que no lo hará, por algo me dijo que llegáramos antes que ellos. Hay que irnos ahora— exclamo.

—Yo lo llevaré— miro al tipo que estaba tirado en el asiento —Atsumu súbelo a mi espalda— ordeno Iwaizumi.

Nishinoya ayudo al gemelo a subir el cuerpo del chico, no fue una tarea fácil.

—¿Si saben que esto en el pasado hubiera contado como un secuestro? — expreso Atsumu mientras caminaba detrás de Hajime.

—Lo gracioso de todo; es que nosotros trabajamos para detener a las personas que hacían esto— dijo Yū con emoción.

—Podrían callarse por favor, suficiente tengo con cargar a este idiota como para todavía escuchar sus tonterías— interrumpió con la mirada al frente.

Después de una larga caminata, por fin estuvieron delante del lugar donde pasarían la noche. Hinata fisgoneo por el sitio para asegurarse que los otros chicos aún no llegaran.

—Por suerte aún no están aquí— dijo con calma.

—Subamos de inmediato, está oscureciendo ahora— Nishinoya hablo mientras entraba en el edificio.

Los demás fueron atrás de él. Cuando iban subiendo por las escaleras comenzaron a escuchar ruidos en el piso de abajo, alarmados se escondieron dentro de una de las oficinas.

—Podrían ser ellos— susurro Atsumu.

—Si o podrían ser esas malditas bestias— añadió Iwaizumi.

—Debemos asegúranos de que ninguna de esas cosas entre, no estamos seguro en este lugar y muchos menos si no podemos ver nada— exclamo Nishinoya desde debajo de un escritorio.

—Entonces iré a ver qué es lo que sucede— Hinata hablo, estaba escondido junto a Yū.

—Yo iré contigo Shoyo-kun— Atsumu se paró de donde estaba agachado y se acercó a la puerta —. Saldré primero, ve detrás de mí en todo momento.

Estaba a punto de salir cuando una voz familiar llamo su atención.

—Hablo en serio, jamás hubiera podido subir todas estas escaleras y mucho menos a ciegas— era la voz de Tanaka.

—Aún no entiendo del todo por qué este distrito no tiene luz, es bastante extraño— enfatizo Bokuto.

—Nosotros cuando llegamos estábamos igual de desconcertados— Kuroo hablo esta vez.

Esa conversación fue motivo suficiente para hacerles saber que sus propios compañeros eran los culpables de ruido escuchado anteriormente, así que decidieron salir para encontrarlos.

Atsumu fue el primero en aparecer.

—¿Pero qué ven mis ojos? ¡Mi gran amigo Tanaka está vivo!— expreso con ambos brazos abiertos —¡Y ese es mi querido hermano!

—¡Yo también me alegro de verte Tsumu! — soltó sarcásticamente Osamu.

—¿Dónde están los demás? — Bokuto pregunto con intriga, llevaba a Ryū en su espalda, igual que Iwaizumi había cargado al otro tipo.

Kuroo trago fuertemente y le dio una mirada de terror al gemelo de cabello rubio.

—¡Aquí! — grito Hinata emocionado mientras Nishinoya y él salían de la habitación donde se escondían.

—¿Iwa donde esta? — hablo Tanaka esta vez.

—Él también está ahí dentro, solo que...— Atsumu se rascó el cuello con nerviosismo —Tenemos que hablar de algo primero.

Bokuto lo miro confundido.

—Encontramos a alguien— interrumpió Tetsurō —. Creemos que sabe algo acerca del virus.

Atsumu capto el mensaje y trato de seguirle la corriente al mayor.

—¡Si! — grito y todos lo voltearon a ver —Iwa está cuidándolo por ahora, por eso no ha salido. 

—¿Saben lo peligroso que es tener a un tipo que no conocen encerrado con uno de nosotros? — Kōtaro hablo con notable molestia en su voz mientras lentamente bajaba a Tanaka de su torso.

—¡No te preocupes esta inconsciente!— soltó Nishinoya haciendo un movimiento de despreocupación con su mano.

—¿Por qué? — pregunto intrigado Lev.

—Digamos que las cosas se complicaron— sonrió Hinata para tranquilizar —, así que decidimos que lo mejor sería dormirlo para que no hiciera algo malo.

La atmosfera se volvió densa, nadie decía anda, solo se miraban unos a otros durante lo que pareció ser una eternidad.

Bokuto volteo a ver a su mejor amigo.

—Necesitamos hablar— soltó y comenzó a alejarse del grupo.

Kuroo resoplo y bajo sus hombros para después seguir a su compañero.

—¿Cómo sabes que ese tipo no proporcionará información importante? Sabes que confió en ti y sé que si lo trajiste aquí es porque estás seguro de que nos servirá, pero después de lo que Daishō nos hizo no podemos confiar en cualquier persona— coloco su mano en el hombro de Tetsurō.

Kōtaro le contó sobre la traición que Suguru les había hecho en el trascurso de su viaje al edificio. Si bien a Kuroo le cayó muy mal la noticia, prefirió no decir nada, en cambio Lev derramo un par de lágrimas.

—Lo sé, pero creo que él podría ser útil— bajo la cabeza y no supo que más decir, él ni siquiera había conocía al chico aún.

—Entonces quiero conocerlo— camino en dirección a donde tenían al de cabello negro —. Vamos bro.

Abrieron la puerta e Iwaizumi estaba sentado en el suelo justo a lado del otro hombre quien aún seguía inconsciente.

—¿Cómo está Tanaka? — pregunto con interés —Hinata solo nos dijo que se encontraba bien, pero no nos dio detalles.

—Le realizaron una cirugía de emergencia, pero todo salió bien gracias a Oikawa— contesto Bokuto con alivio —, solo que hay detalles importantes de los cuales debemos hablar más tarde, por ahora me interesa saber sobre este tipo.

Hinata entro en la habitación con rapidez.

—¡No sabemos nada! — el peligris lo miro con la boca entre abierta —Ni siquiera pudimos saber cuál es su nombre, pero menciono algo que nos llamó la atención— se puso de rodillas en el suelo y señalo al chico que yacía tirado.

Kuroo lo incito a continuar.

—Nos explicó que apenas hace días despertó dentro de una morgue— los tres en la habitación lo observaban con incredulidad —, también dijo que no tenía conocimiento sobre la infección, pero lo que nos convenció completamente sobre traerlo con nosotros fue que menciono; que lo último que recuerda antes de despertar es... haber ido a las oficinas de la corporación.

—¿Cómo podemos saber que dijo la verdad? — Bokuto pegunto con interés.

—Lo encontraron escondido en una camioneta, además lleva puesta esa ridícula bata— interrumpió Nishinoya recargado en el marco de la puerta.

—¿Por qué no me dijiste nada de esto? Pudiste haberlo mencionado en el auto— Kōtaro se dirigió directamente a Kuroo y este se tensó inmediatamente.

—Eso no importa ahora— expreso Iwaizumi tratando de ayudar a su amigo y ganándose la mirada de todos los presentes —. Si este tipo realmente nos puedes dar información valiosa, debemos hablar con él en cuanto antes.

—Tiene razón— esta vez hablo Atsumu quien también ya había entrado en la habitación —. Yo opino que lo despertemos de una vez, ¿No crees Bokkun?

El mencionado asintió con su cabeza, luego saco su arma y la cargo.

—¡Espera! ¡¿Qué se supone que harás?! — grito Hajime con angustia notable en su voz —Solo hay que utilizar un poco de agua.

—¡Ah, no pensaba dispararle! Solo trato de ser precavido— contesto Bokuto con una expresión de terror en su rostro.

Atsumu se carcajeó y esto llamo la atención de sus compañeros que estaban afuera de la oficina donde se encontraban, así que todo se adentraron a ver lo que sucedía.

—Así que este es el chico del que hablaban— dijo Osamu mientras observaba de cerca el rostro del inconsciente —, sus lunares son extraños.

—Bien, échale el agua— ordeno Bokuto y Nishinoya obedeció mojando el rostro del otro.

En cuanto el agua toco su cara, el de cabello negro se despertó exaltado, lo que hizo que se sentara en el suelo inmediatamente.

—¡¿Qué carajos?¡ — se quejó —¿Dónde demo... — se quedó callado analizando a las personas que estaban frente a él, una de ellas le apuntaba con un arma de fuego.

—¡Tranquilo! Somos nosotros— hablo Hinata en cuclillas —, te trajimos para que nos dijeras más sobre lo que te sucedió.

—¡Te dije que no sabía que me paso! ¿Dónde estamos? — volteo a ver a los lados tratando de buscar una salida.

Bokuto se agachó a la altura del otro hombre.

—Te dejaremos ir si nos dices que es lo que sabes acerca de la infección— soltó abruptamente.

—Pero yo no sé nada, todo lo que recuerdo se los dije a ellos dos— señalo a Yū y a Shoyo.

—Cuéntanos sobre eso— fue el turno de Kuroo para hablar —. Dinos todo, hasta el más mínimo detalle.

El que vestía la bata azul trago y asintió con su cabeza, estaba asustado y quería irse lo antes posible. 

—Bien... Lo único que recuerdo es que fui a la corporación a revisar mi chip porque estaba fallando. Hable con un par de programadores, ellos me dijeron que lo solucionarían así que me llevaron a una especie de cuarto quirúrgico, me recostaron en una camilla, me conectaron varios cables a la cabeza...— guardo silencio y entrecerró sus ojos tratando de recordar —, me dijeron que tenían que hacerme una reimplantación de chip, yo no objete nada y simplemente acepte.

Las miradas se clavaron en él sin mencionar una sola palabra.

—No sé qué fue lo que me hicieron porque cuando desperté, no estaban en una maldita sala de recuperación sino más bien estaba en una morgue, el olor de ese sitio era fétido— hizo un gesto de disgusto con su cara —, estaba tan asustado que salí corriendo de allí... Cuando iba por la calle todo estaba tan diferente, la ciudad era un completo caos, luego esas cosas asquerosas aparecieron, trataron de atacarme, me escondí en un auto y de repente aparecieron esos dos enanos y comenzaron a decir cosas sobre que el virus lleva un año activo... No puedo recordar más.

Bokuto miro con intriga a los mencionados y luego volvió su vista al chico que narraba la historia.

Iwaizumi subió sus manos a su cabeza y despeino su cabello con fuerza, luego exhalo bruscamente.

—¿Cuál es tu nombre? — hablo Kuroo tratando de desviar la atención.

—Yo... me llamo Sakusa Kiyoomi.

Chapter 5: Trusting blindly

Chapter Text

Los soldiers se encontraban distribuidos en la habitación en un silencio sepulcral, nadie decía una sola palabra. El entorno se volvió incómodo y asfixiante en cierto punto.

—¡Eres el hijo del ejecutivo! — grito Lev asustando a todos en el proceso —Por eso cuando te vi me pareciste familiar.

El de los dos lunares asintió con la cabeza y los demás lo miraron con confusión.

—¿De qué estás hablando? — Atsumu pregunto mientras se acercaba a Sakusa.

—¿No lo reconocen? — todos movieron la cabeza, negando conocerlo —¡Dios! Él es hijo de uno de los directores que dirigían la corporación. Su padre lo reporto como desaparecido meses antes de que los servidores fallaran. Ahora entiendo que fue lo que le sucedió.

La corporación era dirigida por distintos tipos de empresarios, la mayoría eran personas con bastos conocimientos en informática. Dos de esos empresarios eran parte de los directores más importantes del lugar, pues sus antepasados habían sido los creadores de los chips y de todo lo que conllevan. Sakusa Hiroshi era uno de ellos.

Kiyoomi se sintió fuera de sí, al oír lo que Lev dijo.

—¿Me reporto como desaparecido? — susurro, pero fue una pregunta dirigida a él mismo, su mano derecha viajo a su cabello —Eso no puede ser verdad— esta vez alzo la voz para que todos lo escuchasen.

—Es la verdad— le afirmo Lev —. Incluso contrato a agentes extranjeros para que te buscaran. Si mal no recuerdo el reporte fue levantado alrededor del quince de abril.

—¡Oh, lo recuerdo! Todo un espectáculo en los medios— interrumpió Osamu.

—Mi padre hizo eso... Pero solo fue un día después de que me sometiera a la cirugía. Él estuvo conmigo en ese momento— volteo a ver a Bokuto como si él pudiera darle respuestas.

Kōtaro quedo sorprendido por todo lo dicho. En ese momento supo que había algo más, al parecer un detalle estaba siendo desapercibido y él quería conseguir la información faltante. Decidió que lo mejor sería que Sakusa se quedara con ellos hasta que se pudiera saber que estaba pasando realmente. 

—¿Cómo demonios desaparece el hijo de uno de los magnates más importantes de Flying city, en su propio lugar de trabajo? — Iwaizumi hablo —Quizás esto suene extraño, pero puede que tu padre esté relacionado con lo que te sucedió. Nosotros no podemos saber a ciencia cierta si lo que digo es verdad, sin embargo; porque él te reporto cómo desaparecido, sabiendo que apenas un día atrás estabas en la corporación junto con él. Me parece bastante fuera de lo común.

—Iwa tiene razón— dijo Kuroo con sinceridad —. Definitivamente él tuvo algo que ver con eso. Puede que a lo mejor experimentaran contigo y él estuviese de acuerdo sin tu consentimiento, quizás cometieron un error y pensaron que habías muerto. Para no levantar sospechas decidió meter el reporte.

Si bien lo dicho por el de cabello negro era una suposición extraña y extrema, en ese momento a los chicos les pareció algo razonable.

—¿Por qué un padre permitiría que le hicieran algo así a su propio hijo? — pregunto Hinata con impotencia.

—Porque no le interesaba— Sakusa susurro —. Él nunca estuvo contento con nada de lo que hacía, incluso me llego a decir que se arrepentía de haberme tenido como hijo... Sé que sería capaz de utilizarme con tal de ganar dinero, al fin no sería la primera vez que lo hiciera.

Todos sintieron lástima por el de cabello rizado.

Bokuto entendía a la perfección lo que estaba sintiendo Kiyoomi en ese instante pues de igual manera nunca logro hacer que sus padres lo quisieran, a pesar de intentarlo todo.

Atsumu creyó que era el momento adecuado para distraer a los reunidos en la habitación.

—¿Cómo fue que lograron salvar a Tanaka? — pregunto para tratar de relajar la tensión.

Bokuto lo miro con los ojos entre cerrados y estuvo a punto de hablar cuando Osamu lo interrumpió.

—Nishinoya le suplico a los de Mastermind que lo atendieran.

El gemelo de cabello rubio y Lev se sorprendieron al escuchar lo que dijo el otro, pues ellos sabían que existía ese grupo, pero jamás habían tenido contacto con alguno de sus miembros.

—¿Estás hablando en serio? — la voz de Atsumu sonó con incredulidad.

—Así es— contesto Ryū, estaba sentado encima de un escritorio —. Al parecer Bokuto conocía a su líder y por eso me ayudaron.

—¡Oh, que bien te lo tenías guardado Bokkun! — expreso con burla.

—Sobre eso... Tenemos algo que discutir— soltó Kōtaro con seriedad mientras todos los veían.

—¿Al final nos dirás de qué hablaba ese chico bonito? — Tanaka le dio una sonrisa de complicidad a Osamu.

Bokuto contó a detalle todo lo que había hablado con Oikawa, les dijo que a él le parecía un trato justo, ya que por el momento no tenían un lugar al cual ir, los chicos lo escucharon con atención, incluso Sakusa quien ya no había querido escapar.

—Depende de ustedes. Si quieren aceptar partiremos en este momento, le dije que llegaríamos antes de medianoche.

Kuroo analizó lo dicho por su amigo y guardo silencio al igual que sus compañeros.

—¿Sabes que debe haber algo más, cierto? — Iwaizumi pregunto viendo a Bokuto con recelo —No podemos confiar en la misma persona que trato de robarnos la primera vez que nos vio.

—Lo sé, pero ahora estamos en desventaja; no tenemos comida, ni armas y tampoco podemos quedarnos en este lugar. Es peligroso quedarnos aquí y más ahora que no hay electricidad— expreso.

—Puede que no sea mala idea— interrumpió Kuroo con su mano en la barbilla —. Ellos podrían hacerle estudios a Sakusa, nos dirán si hay algo diferente en su chip o si hay algún problema con él, en general. ¿Acaso no es extraño que estuvo en una clase de coma durante un año? Básicamente no comió, ni bebió nada.

—Eso mismo pensé yo— volteo a ver a Sakusa —. Podremos saber si nos dijiste la verdad y espero que lo hayas hecho. Si es mentira, yo me encargaré de deshacerme de ti.

Kōtaro actuó como si no acabara de amenazar a una persona y miro a sus compañeros para después hacer un movimiento con las manos invitándolos a que dieran su opinión con respecto a unirse a Mastermind. Sus amigos sabían que él no le haría nada al de cabello negro pues conocían a Bokuto desde hace mucho tiempo y él no era una persona violenta. De hecho, lo consideraban alguien muy amable que le ayudaría a cualquiera que lo necesitara.

—Yo digo que lo hagamos, ¿Qué más podemos perder? — Atsumu hablo y Bokuto lo miro con los labios fruncidos.

—¡Sí, vamos! — chillo Hinata levantando las manos, Nishinoya lo acompaño.

—Tsumu tiene razón. Yo también opino que sí— Osamu afirmo.

Tanaka y Lev solo movieron la cabeza en aprobación.

—Solo faltan ustedes dos— el peligris se dirigió al que estaba aún sentado en el suelo y a Hajime.

—Espero y no nos arrepintamos después— dijo el mayor con desaprobación.

—¿Qué importa lo que yo diga? De igual manera me arrastrarán con ustedes— expreso el de cabello rizado sintiéndose vulnerable.

—Entonces debemos irnos ahora— suspiro con fuerza —, el problema es como lo haremos. Solo tenemos un vehículo y no cabremos todos.

—¡Podemos conseguir otro! Noya y yo vimos muchos en la calle donde encontramos a Sakusa... Quiero decir; donde lo encontraron— movió la cabeza para tratar de corregir su error lo cual fue inútil porque Bokuto ya se había dado cuenta de la mentira que todos habían montado desde que escucho a Sakusa hablar.

—Será demasiado peligroso ir por uno a ese lugar. Es una maldita avenida, en cualquier momento podría aparecer un grupo y estaríamos en total desventaja porque ya está anocheciendo— soltó Iwaizumi apoyándose en el escritorio.

—Sin mencionar que ya solo tenemos las armas que cada uno de nosotros porta— Osamu añadió —. Si de verdad queremos conseguir otro carro lo mejor será esperar hasta mañana.

—¡Oh vamos! ¿Y dónde queda lo divertido Samu? — Atsumu golpeo el hombro de su hermano —Fuimos parte de la mejor tropa de militares, unos cuantos infectados no serán nada para nosotros.

—Yo no estaría tan seguro de eso... Nosotros ni siquiera pudimos salvar a Taketora, ni a Konoha o a Washio, ¿Por qué esto sería diferente? Ya demostramos que no somos tan buenos como creíamos— expreso Kuroo amargamente.

Ocho chicos en la habitación bajaron la mirada ante las palabras del pelinegro.

Otra vez la impotencia sé apodero de Bokuto y nuevamente se preguntó a sí mismo si era buena idea que él continuara con el mando, para tratar de disipar su frustración apretó sus puños con fuerza.

Sakusa solo observo como todos los reunidos se desanimaron ante las palabras del otro y en ese momento él no quiso saber el porqué, supo que lo mejor sería ser ignorante ante el tema.

Un sonido estruendoso proveniente del piso de abajo saco a todos de su trance, Hinata, Tanaka y Atsumu saltaron por lo escuchado, Kōtaro, Tetsurō e Iwaizumi inmediatamente llevaron sus manos a sus armas, mientras que Osamu y Lev posaron su vista en la puerta que en ese momento se encontraba cerrada, Kiyoomi y Nishinoya solo se alertaron.

Bokuto hizo una señal de silencio con su dedo y lentamente comenzó a caminar hacia la puerta de la habitación, cuando estuvo a punto de tomar la perilla otro ruido se escuchó, pero esta vez provenía de las escaleras, en ese momento supo que los que estaban provocando los sonidos eran infectados infiltrados en el edificio.

Giro la manija y asomo su cabeza para asegurarse de que sus suposiciones fueran verdaderas. Lo que vio es algo que jamás imagino. Más de veinte infectados estaban tratando de entrar por la pequeña entrada que daba hacia el pasillo, Kōtaro inmediatamente cerró la puerta y sé recargo en ella. Todos los que estaban encerrados en el sitio lo miraron con sorpresa, pues nunca habían visto al peligris tan exaltado.

Kuroo avanzo hasta estar al lado de su mejor amigo y le pregunto sobre lo que vio.

—¡Necesitamos salir de aquí! Pero no podemos usar las escaleras, hay demasiados infectados afuera— dijo con angustia.

—¡¿Qué se supone que debemos hacer ahora?! — maldijo Atsumu agarrándose el cabello con desesperación.

—Se me ocurre una idea— interrumpió Iwaizumi abriendo la ventana del tercer piso donde se encontraban —, pero no sé si resulte bien.

—Con las cosas como están cualquier idea es mejor que quedarnos aquí esperando a ser devorados— soltó Osamu acercándose a Hajime.

Iwaizumi pudo notar que afuera de la habitación estaba una marquesina de concreto justo debajo de la ventana, también vio que a lado de donde se encontraban había una pequeña casa de dos pisos.

—Creo que podemos llegar hasta el techo de ahí— señalo la vivienda —, si caminamos por todo el borde del edificio, solo tenemos que tener cuidado de no resbalar.

Hinata se acercó hasta la ventana y casi se desmaya al ver el pequeño pasadizo por donde su compañero quería que caminaran.

Bokuto estuvo a punto de rechazar la propuesta porque era peligroso, pero el ruido de afuera se detuvo. Todos posaron su vista en la puerta y de un momento a otro los infectados comenzaron a golpearla y arañarla en un intento de acabar con los soldiers.

Kuroo tomo uno de los escritorios y lo arrastro hasta que choco contra la pared, los demás de igual manera comenzaron a llevar los objetos más pesados del sitio para lograr hacer una barricada.

—¡No tenemos tiempo para pensarlo, comiencen a salir! — ordeno Kōtaro, ahora estaba recargado contra la pila de cosas que habían usado para proteger la entrada.

—¡¿Qué pasará con Tanaka?! Él no puede caminar solo y dos personas juntas no pueden pasar por ese pasillo— grito Nishinoya con angustia.

Los golpes en la puerta cada vez eran más fuertes y erráticos. Los que estaban en la oficina sabían que en un momento u otro la barricada se destruiría.

—Yo lo llevaré en mi espalda— Bokuto no estaba seguro de poder lógralo sin caer, pero tenía que sacar a sus compañeros de ese lugar lo más rápido posible.

Lev fue el primero en saltar hacia afuera y caminar por el borde. Lo hizo rápido y sin mirar al suelo, cuando estuvo lo suficientemente cerca de la casa de a lado, salto y cayó en el techo. Hinata y Nishinoya fueron los siguientes en salir, de igual manera no tuvieron complicación alguna.

Iwaizumi ínsito a Sakusa en ser la tercera persona en abandonar el lugar y camino detrás de él. Atsumu y su hermano decidieron ir juntos, cuando Osamu salto hacia el techo de la vivienda resbalo, el de cabello teñido en cuanto vio lo que le sucedió a su gemelo corrió y lo alcanzo a tomar del brazo.

—¡Ayuda! — grito y Hajime se acercó rápidamente y agarro el brazo libre de Osamu, entre los dos lo cargaron sin problema.

Una vez estuvo a salvo, Atsumu abrazo a su hermano.

—No te atrevas a dejarme solo— murmuro en la oreja del otro para que solo esté lo escuchara.

Osamu inmediatamente se comenzó a burlar del de pelo rubio, pero dentro de él sintió alivio por no haber caído al suelo.

En la habitación del edificio solo quedo Kuroo, Tanaka y Bokuto.

—¡Bro, es tu turno de salir, no podemos perder más tiempo! — expreso el peligris aferrándose al montón de cosas que los separaban de los infectados.

—Yo llevaré a Tanaka. Tienes que ir tu primero para que lo podamos bajar sin riesgo.

Kōtaro asintió con su cabeza y se alejó de la entrada, en cuanto lo hizo las cosas más pequeñas salieron volando, ninguno de los tres que estaba en el lugar se había dado cuenta de que la puerta ya había sido destrozada.

Bokuto saltó a la marquesina y comenzó a correr por ella, Kuroo salió inmediatamente detrás de él con Tanaka en su espalda. Los que se encontraban en el techo de la casa pudieron ver que varios infectados salieron por la ventana justo en el momento en que Tetsurō abandono el sitio.

El peligris salto con rapidez y al caer su tobillo se dobló, hizo una mueca de dolor, sin embargo; como nadie pareció percatarse del incidente no le dio importancia y se levantó de la azotea para después ayudar a sus amigos.

Los soldiers al ver que Bokuto y Tetsurō no sabían cómo arrojar a Tanaka sin que este se lastimara, optaron por ayudar haciendo una especie de camilla con sus propios brazos. Todos sabían que era una mala idea, pero no tenían otra opción. El de cabello negro despeinado ayudo a Ryū a bajar lo más rápido posible y sus compañeros lo atraparon con facilidad.

Kuroo sonrió por el logro.

—¡Cuidado! — grito el peligris con una expresión de horror en su rostro.

El de mirada felina volteo hacia atrás y vio como un infectado estaba corriendo en su dirección, detrás venían más. Rápidamente salto hacia adelante y cayó en la orilla del techo, sus atacantes no corrieron con la misma suerte y terminaron estampándose contra el suelo.

—Eso estuvo tan cerca— resoplo Tetsurō con alivio.

—¡Tenemos un problema! — alerto Hinata desde atrás —Creo que las suturas del cuerpo de Tanaka se rompieron. Su venda del hombro sé está manchando de sangre.

Inmediatamente voltearon ver al mencionado y vieron que lo que decía el de cabello naranja era verdad, ahora tenían que irse de prisa o Ryū podría empeorar. Bokuto lamento el no haberle hecho caso a Akaashi cuando le dijo que lo mejor sería que él se quedara más tiempo para sanar. Tanaka había estado en silencio desde que los infectados aparecieron en el edificio, se sentía impotente por ser una carga para sus compañeros. Creyó que era su culpa que Kuroo fuera atacado.

De repente para los soldiers el aire se sintió más frío de lo normal. El sol ya se había ocultado y la noche había caído. No tenían idea de que hacer. Se encontraban de pie en el techo de una casa en completa oscuridad; con dos compañeros heridos y con una persona de credibilidad dudosa. Parecía que la suerte los había abandonado en ese instante.

—¿Qué se supone que haremos ahora? No podemos quedarnos aquí— Iwaizumi camino hasta estar cerca de los dos mayores —. Dijiste que iríamos con Oikawa, hay que hacerlo.

—¿Y cómo esperas que hagamos eso? No tenemos un automóvil con espacio suficiente para todos— respondió el de cabello negro como si fueran obvias sus palabras.

Los menores del grupo solo esperaban alguna indicación para actuar.

—Consigamos uno entonces— dijo Lev apuntando con su linterna hacia la calle que estaba detrás de donde se encontraban.

Dirigieron su mirada a donde el otro apuntaba y pudieron ver que en ese lugar había varios vehículos estacionados frente a un almacén, pero el que más llamó la atención de los soldiers fue una camioneta gris que a simple vista parecía tener los cristales polarizados, aunque no podían distinguir bien si el auto estaba en buenas condiciones por la falta de luz.

Kuroo estiro sus labios en una sonrisa mientras le daba una mirada de complicidad a su mejor amigo.

—¿Cómo llegamos a ella? — Nishinoya hablo con entusiasmo

—Uno o dos de nosotros puede cruzar la calle para asegurarse de que funcione, si lo hace deberán acercarla lo suficiente para no ponernos en riego en caso de que otro grupo de infectados aparezca.

Era normal para lo soldiers que Bokuto ideara un plan en cuestión de segundos, por algo él dirigía su tropa cuando salían a misiones importantes y por lo mismo tenía el mayor rango militar de todos ellos.

—¡Yo opino que mi bro y yo vayamos! — soltó Kuroo pasando su brazo por la espalda del que menciono.

—No, Iwa ira contigo.

Casi todos se desconcertaron por lo que dijo el peligris, pues cuando había algún trabajo que hacer; él siempre prefería hacerlo antes de exponer a otros. En este caso; Bokuto no podría ir porque el dolor en su tobillo izquierdo había aumentado en gran manera, aún no mencionaba nada al respecto para no preocupar a sus compañeros.

—Bien, si eso es lo que quieres— expreso ofendido el de cabello revuelto —, entonces hagámoslo.

Kōtaro comenzó a darle las indicaciones a detalle de lo que tenían que hacer, hablo sobre como debían cruzar la calle para que los infectados no los atacaran, también dijo que fueran precavidos y no hicieran ruido innecesario porque los contagiados eran más ágiles de noche. Si bien estas cosas eran algo que Hajime y Tetsurō ya sabían, no les importo escuchar a su amigo con atención.

—¡Hagamos esto de una buena vez! — expreso Iwaizumi decidido.

Lev y Nishinoya fueron los encargados de vigilar que no hubiera infectados cerca cuando los otros dos salieran. Usaron el par de radios que aún tenían con ellos, para avisar cualquier indicio de un atacante. Encontraron otra pequeña linterna en una de las habitaciones de la vivienda y con ella alumbraron el camino los mayores. Los demás soldiers esperaron en la parte baja para que en cuanto sus amigos consiguieran la camioneta subieran en ella de prisa.

Los dos chicos de cabello negro salieron fuera de la casa sin problema y se detuvieron detrás de un pilar que los cubría para no ser notados.

—Dime, ¿Qué ves en el callejón? ¿La parte trasera está libre? — murmuro Kuroo en la radio.

"Todo despejado, pueden avanzar."

La voz del más pequeño se escuchó del otro lado de la línea.

Caminaron lentamente hasta cruzar por el callejón antiguamente mencionado. Iwaizumi iba a la cabeza pues él era mejor en combate cuerpo a cuerpo, además portaba la linterna. Se detuvieron al final de callejón porque un camión tapaba la poca visibilidad que tenían de la calle, decidieron esperar indicaciones para asegurarse que no hubiera nadie cerca.

—¿Podemos avanzar?

"Si, pero hay un infectado a las tres en punto."

Hajime asintió en dirección a Kuroo y salió primero para deshacerse del contagiado.

Lev estaba observando todo lo que había a los alrededores, cuando apunto su luz a una de las esquinas de la calle pudo ver a cinco infectados que se dirigían hacia donde se encontraba su compañero buscando al que mencionaron antes.

—¡Nishinoya, tienes que decirles que se detengan! — grito el ruso en cuanto vio a las bestias.

"¡No, no! ¡Retrocedan! No es solo uno, hay más."

Cuando Kuroo escucho eso, inmediatamente trato de alcanzar a su amigo. Salió corriendo detrás de él, pero ya era demasiado tarde. Disparos se comenzaron a escuchar, Tetsurō saco su arma y comenzó a descargarla contras los infectados que alcanzaba a ver, entre la pequeña multitud que se había reunido a su alrededor pudo localizar a su compañero, el cual luchaba contra dos contagiados, estaba en desventaja y el de cabello revuelto no lo podía ayudar porque lo habían rodeado por completo. Volteo a los lados para buscar una escapatoria y poso su vista en el camión, corrió en su dirección y lo escalo rápidamente.

Iwaizumi peleo y forcejeo con las personas que lo querían morder y no podía deshacerse de ellos. Los disparos que había lanzado anteriormente ocasiono que más infectados los emboscaran. Mientras continuaba luchando contra sus atacantes vio como una bala atravesó el cráneo de una de ellos y este cayó al suelo. Hajime busco de donde provino el disparo y logro ver a Lev apuntado con un rifle de franco tirador hacia su dirección. Por suerte para los dos que estaban en la calle el rifle tenía silenciador.

Los disparos de Tetsurō seguían resonando por todo el lugar y las balas de su arma se estaban agotando, en cuanto noto que los infectados estaban reuniéndose en masa creyó que quizás ese sería su final, así que bajo su arma lentamente y solo quedo de pie con la mirada perdida en el techo del camión como si este tuviera algo interesante.

—¡¿Qué es lo que estás haciendo?! — se escuchó un grito —¡No puedes darte por vencido!

Kuroo oyó lo que alguien expreso, así que dirigió su mirada a donde creyó que la voz provenía y vio a su mejor amigo arriba de la casa, recargado en la barda del techo. El peligris no perdió el tiempo y comenzó a dispararle a todos los infectados que se encontraban alrededor de su amigo.

Bokuto en cuanto comenzó a oír los disparos se apresuró a subir al tejado para ver qué era lo que sucedía y se llevó una gran sorpresa al ver a Tetsurō rendido ante los que lo rodeaban.

"Les crearemos una brecha. Trataremos de detener a los infectados en lo que ustedes llegan a la camioneta"

Nishinoya nuevamente comenzó a hablar por el radio.

Una vez que Hajime estuvo libre, comenzó acorrer hacia su objetivo, se acercó y abrió la puerta del auto, tomo el asiento del conductor y comenzó a buscar la manera de encenderlo, tardo más de dos minutos en conseguirlo. Se acomodó en su lugar y cuando su mirada se posó en el vidrio frente a él, pudo ver a Kuroo encima del otro automóvil, lo vio gracias a las luces que emanaba la camioneta. Comenzó a manejar y se acercó lo más que pudo al camión donde estaba su amigo.

—¡Salta! — grito el del ceño fruncido.

—¿Qué?

—¡Que saltes hacia mí! — ordeno y el otro obedeció de inmediato.

En cuanto Iwaizumi escucho unos pequeños golpecitos en el techo acelero a toda velocidad.

—¡Ya vienen! —Grito Lev con felicidad.

—Vámonos, es hora de abandonar este lugar— festejo Bokuto caminando por las escaleras.

—¡Bien hecho, chicos! — susurro Nishinoya al radio antes de bajar de la azotea.

La camioneta continuó avanzando hasta que por fin llego a la calle donde se encontrarían con los demás soldiers. Iwaizumi poso su vista en el retrovisor, noto que aun los contagiados los seguían persiguiendo y lanzo al aire maldiciones.

Kuroo tomo el radio con su mano libre.

—Necesitan salir ahora. Los contagiados nos están pisando los talones.

"Estamos en posición"

Kōtaro escucho a lo lejos el motor del vehículo y cargo su arma para estar listo si la necesitaba. En cuestión de segundos en auto se estacionó frente a donde se encontraban. Lev abrió la puerta trasera y Tanaka fue el primero en entrar, seguido por Hinata y Nishinoya.

Bokuto le disparo a todos los infectados que estaban demasiado cerca.

—¡Sube de una vez! — grito Tetsurō quien ahora se encontraba en el asiento del copiloto.

El peligris camino lo más rápido que su pie lastimado le permitió y por fin estuvo dentro del automóvil. Abandonaron el lugar una vez que todos estuvieron fuera de peligro.

—¿Qué fue eso de hace un momento? — le pregunto el de cabello revuelto a su amigo más cercano.

—Nada, solo me duele un poco el tobillo— mintió.

—¡Eso estuvo demasiado cerca! — Hinata chillo interrumpiendo la conversación de los mayores —¡Chicos, ustedes son geniales! Lograron dejar atrás a todos los infectados.

—Por poco y no lo logramos— soltó Iwaizumi mientras conducía por las calles de la ciudad —. Estuvimos a punto de morir.

—Lo hicieron bien. Eso es lo único que importa— Atsumu se unió a la conversación.

El camino hacia Flying city era largo y los chicos estaban agotados por todo lo que tuvieron que hacer durante el día, así que no fue extraño que más de un ronquido se escuchara dentro de la camioneta. En el trascurso del viaje Tanaka tuvo el valor para contarle a sus demás compañeros sobre lo que paso en su antiguo hogar, los que permanecían despiertos escucharon con atención.

Una vez que estuvieron dentro de la ciudad Iwaizumi hablo.

—Entonces, ¿A dónde vamos? — pregunto aclarándose la garganta en el proceso.

—Oh, ¿Sabes dónde se encuentra esa famosa tienda de ramen? La del letrero llamativo— el del mechón rubio dijo desde la parte trasera.

—¿La de la calle cuarenta y tres? — está vez hablo Kuroo volteando a ver al pequeño.

Nishinoya asintió.

—Sé dónde está, pero ¿Ahí es donde se encuentra Oikawa? — hablo con incredulidad el que conducía.

—Sí. No es lo que esperarías, pero debajo de ese lugar hay todo un búnker. Tienen un laboratorio, una sala de recuperación, incluso un quirófano— expreso Bokuto con asombro.

—Debe ser un lugar increíble— bostezó el gemelo rubio —. Descubriremos sus verdaderas intenciones.

Todos movieron su cabeza confirmando lo dicho.

La noche era demasiado oscura y los soldiers se percataron que en el centro de la ciudad tampoco había rastro de electricidad, así que decidieron apagar las luces de la camioneta para no llamar la atención.

El auto se detuvo afuera del local después de haberlo conducido con lentitud durante mucho tiempo.

—Hemos llegado— susurro Hajime —¿Nos bajamos todos ahora?

—No lo sé, podría ser peligroso— Kuroo asomó su vista por la ventana que estaba a su lado —. ¡Mierda! No logro ver nada afuera.

—¿Entonces? — pregunto Lev con intriga.

—Dame tu linterna, trataré de alumbrar con ella— estiro la mano el de mirada felina, el otro se la paso en un instante —. No parece haber infectados afuera, pero aun así es peligroso que todos nos bajemos de una vez.

—Osamu y yo iremos primero. Tengo que hablar con Oikawa antes— interrumpió Bokuto.

Tomo la manija y sin esperar la aprobación de sus compañeros bajo del auto, Osamu fue detrás de él. En cuanto Bokuto puso un pie en el suelo el dolor de su tobillo regreso, trato de disimular para no exponerse ante el gemelo.

Entraron al restaurante con toda la confianza del mundo.

—¿Dónde están? Sé que deben estar aquí— dijo el mayor en voz alta.

Nuevamente dos personas salieron de la parte trasera, Kōtaro noto que eran los mismos que vieron la primera vez que estuvieron ahí.

—Me parece que es más de media noche— expreso Hanamaki con burla.

Osamu respiro profundamente.

—¿Podrían traer a Oikawa por favor?

—Lo más seguro es que en este momento este ocupado— hablo está vez Matsukawa —. Nos dijo que ustedes podían pasar, pero sus armas no.

Bokuto alzo una ceja, antes de negar con la cabeza.

—Dile que venga, quiero hablar con él— soltó irritado.

El de cabello negro miro a su compañero y luego ambos asintieron con la cabeza. Hanamaki comenzó a caminar en busca de Tōru.

Osamu no pudo evitar pensar en la noche en la que llegaron al mismo lugar, le pareció estar en medio de un Déjà vu, ya que la misma escena de la vez pasada se repetía.

—¡Ah, mi amigo Boku-chan! ¡Estas de vuelta! — ingreso el castaño con los brazos abiertos —Que impuntual, por poco creí que no vendrías.

—Tuvimos unos percances antes de venir aquí— respondió ignorando la gran energía que el otro se cargaba —. Mis compañeros aceptaron tu propuesta.

Oikawa sonrió con satisfacción, pues él ya suponía que los soldiers regresarían.

—¿Y dónde están los demás? — volteo a ver a los lados en busca de los otros hombres, aunque la poca visibilidad del lugar no le dejara ver mucho.

—No vendrán, hasta que nos expliques cuáles son las condiciones— Kōtaro estaba siendo brusco con la forma de decir sus palabras.

—Ya hablamos de eso, solo necesitan ayudarnos con la busque...

El peligris interrumpió la palabrería del otro.

—Eso no. ¿Por qué no podemos introducir las armas? ¿Cómo puedo confirmar que no nos harás algo una vez que estemos adentro?

Oikawa le dio una mirada de desagrado y camino hasta estar frente a frente con Bokuto.

—A mí no me gusta jugar sucio. Yo te ofrecí un trato y te dije todo lo que necesitabas saber. No los traicionaré, si eso es lo que piensas— dio un paso hacia atrás y se dio la vuelta —. Lo de las armas es por la seguridad de mis compañeros.

—Si te preocupa que los dañemos, no debiste ofrecernos que nos quedáramos aquí en primero lugar— Osamu añadió con disgusto.

Bokuto entendía el punto de Tōru, sin embargo; pensó que si dejaba que les quitaran las armas eso los pondría en peligro a ellos.

—Yo no dejaré mi arma, ni Kuroo e Iwaizumi— hablo y el castaño lo volteo a ver con incredulidad —. Todas las demás se las daremos.

Oikawa estuvo a punto de rechazarlo cuando el de cabello bicolor volvió a hablar.

—No los traicionaremos, si eso es lo que piensas— soltó repitiendo las mismas palabras que el otro había dicho anteriormente —. Tú confías en mi palabra y yo en la tuya.

«Creo que lo subestime» Pensó el castaño mientras asentía con la cabeza.

Ambos aceptaron cerrar el trato de esa manera. Bokuto les informo a sus compañeros sobre todo y ellos estuvieron de acuerdo a regañadientes. Así fue como cada uno a excepción de los mayores, fueron entregando su arma antes de pasar por la puerta de seguridad del búnker.

Oikawa reviso las suturas de Tanaka rápidamente y les informo que no había complicaciones, posteriormente les indico donde pasarían la noche y les explico brevemente donde estaban los baños y el comedor, luego se retiró dejándolos solos en una gran habitación color blanco con seis literas pulcramente acomodadas.

Los soldiers escanearon con la mirada todo el lugar y se sorprendieron mucho por lo amplio que era y también porque tenía electricidad, aunque se sentían tristes por todo lo que tuvieron que pasar para estar en ese sitio.

—¡¿Qué tan grande creen que sea el búnker?! — pregunto Hinata con emoción.

—No tengo ni la menor idea, pero vi muchas habitaciones antes de llegar aquí— Nishinoya hablo mientras se subía a una de las camas.

Si bien, anteriormente ellos ya habían estado en ese lugar, aún no lo recorrían por completo.

Bokuto se acercó lentamente a la puerta de la recámara y trato de girar la perilla para ver si esta no se encontraba asegurada, se tranquilizo un poco al poder abrirla con facilidad, asomo su cabeza y en la esquina del pasillo observo a Akaashi de pie mirando en su dirección.

«Obviamente nos vigilarán» sonrió ante su pensamiento.

—¿De qué te ríes, tonto? — Kuroo hablo detrás de él.

Kōtaro saltó un poco por el inesperado acercamiento de Tetsurō. Cerró la puerta de inmediato y miro a su amigo con un puchero en la cara.

—Y-yo no estaba riéndome, solo me aseguraba de que pudiéramos salir cuando lo quisiéramos— contesto con nerviosismo.

—¿Y bien?

—¿Y bien qué? ¡Ah! Quiero decir; si, si podemos salir— se rasco la nuca.

—Eres un idiota Bro— paso un brazo por la espalda del otro —. Ven, necesitamos descansar.

Todos eligieron una litera para pasar lo que quedaba de noche y se acomodaron en ella. Una vez que todos estuvieron recostados, Bokuto apago la luz.

—Ahora más que nunca es cuando debemos estar unidos— soltó en medio de la oscuridad.

 Él e Iwaizumi decidieron mantenerse despiertos por si algo llegaba a suceder, los demás cayeron en los brazos de Morfeo en cuestión de minutos.

 

Chapter 6: Presentaciones

Chapter Text

Cuando el reloj marco las seis de la mañana; Iwaizumi se sentó en el suelo. De un momento a otro, su cabeza comenzó a moverse y sus ojos lentamente se cerraban, amenazando con quedarse dormido. Cabeceó un par de veces hasta que no pudo seguir luchando y cayó en un sueño profundo. Bokuto estaba a su lado y una sonrisa se formó en sus labios cuando vio a su amigo dormido, la calma de la habitación no lo ayudo y de repente él estuvo en la misma posición, minutos más tarde se percató de su estado de dormitación, así que decidió ponerse de pie, lleno sus pulmones de aire y lanzo un gran suspiro, estiro sus brazos un par de veces y luego decidió que sería buena idea abandonar la habitación.

Lentamente y con el mayor cuidado para no hacer ruido comenzó a abrir la puerta y sus ojos analizaron el entorno de afuera, visualizo todo el pasillo, el cual esta vez tenía muy poca iluminación. Puso un pie en él y comenzó a caminar hasta estar frente al baño, se percató de que alguien más estaba dentro, sin embargo; no quiso darle tanta importancia, ya que en el lugar no solo había un retrete, así que tomo la perilla, pero antes de siquiera girarla alguien salió y choco de lleno contra él, este mismo no pudo reaccionar y termino estampándose contra el suelo.

La persona que ocasiono el tropiezo se quedó de pie, estupefacto por no haberse percatado de que alguien más estaba despierto a esas horas. Sus ojos viajaron hacia el otro que se quejaba aún tirado en el piso y lanzo una disculpa casi inaudible. Bokuto alzo su mirada y pudo ver a Akaashi de pie frente a él. Si bien Keiji no era delgado, su complexión no se asemeja a la del ex militar, pues este es mucho más alto y fornido, pero lo que realmente ocasiono que Kōtaro terminara con el trasero en el suelo, fue que; al momento de chocar contra el de ojos azules, una punzada de dolor viajo hasta su tobillo maltratado y esto lo hizo perder el equilibrio y, por si fuera poco, cuando Akaashi se agachó para estar a la altura del otro, su frente golpeo la parte trasera de la cabeza del peligris.

—¡Oh por Dios! ¡Lo lamento mucho! — dijo el azabache, parándose al instante y su mano se dirigió hasta donde recibió el impacto —¿Bokuto-san, te encuentras bien?

El mencionado hizo una mueca de dolor y guardo silencio un segundo.

—Yo... Sí, solo no esperaba que alguien me golpeara dos veces seguidas— expreso mientras se sobaba la cabeza.

Keiji apenado por lo recién ocurrido; estiro su brazo para que Kōtaro se pusiera de pie. El otro tomo su mano y trato de levantarse, sin embargo; el dolor en su tobillo no se lo permitió. Soltó un pequeño grito y volvió a caer al suelo.

—No puedo— se quejó y Akaashi lo miro sin entender el porqué —. Mi tobillo... Me duele.

—Déjame ayudarte— ofreció y se puso de rodillas, teniendo cuidado está vez.

Bokuto asintió con un movimiento de cabeza y comenzó a deshacerse de su zapato, Keiji le ayudo alzando el pantalón que estorba en su vista y cuando por fin pudo ver el tobillo del otro hizo una mueca de sorpresa, pues el pie de Kōtaro estaba más hinchado de lo que él esperaba, sin mencionar el hematoma que tenía.

—¿Se ve muy mal? — pregunto Bokuto mientras sostenía su pierna y su mirada apuntaba a la pared que se encontraba a su lado.

Akaashi suspiro.

—¿Puedo saber qué es lo que te paso? — el peligris dirigió sus ojos a los orbes azules de Keiji —Es obvio que esto no lo ocasione yo.

Bokuto no quería decir nada, se sentía patético por no poder aguantar el dolor, pero la mirada de Akaashi le hizo contarle todo.

—¡Ah! Bien, antes de venir aquí tuvimos problemas. Estábamos rodeados de infectados y al saltar para tratar de escapar, me doblé el tobillo. Creí que no era grave, pero el dolor persistió hasta este momento y ahora ni siquiera me puedo levantar.

—A simple vista parece que tienes un esguince— añadió el azabache poniéndose de pie —, tendré que hacerte una radiografía para descartar alguna fractura.

El de ojos ámbar lo miro desde abajo e hizo un movimiento con su cabeza, dando a entender que estaba de acuerdo con el otro. Keiji nuevamente lo ayudo a levantarse y le indico que pasara su brazo por su espalda para que caminaran a la enfermería. Una vez estuvieron en el lugar, Akaashi dejo a Bokuto en una camilla y abandono la habitación para ir por el instrumento que necesitaría. Cuando estuvo de vuelta, le hizo un par de preguntas al peligris, en el transcurso de la plática, Keiji coloco en su brazo derecho un aparato parecido a un reloj de mano, una luz de color azul se proyectó en cuanto el menor encendió el reloj, el cual en realidad era un escáner de rayos X. Lentamente comenzó a pasar la luz por el tobillo del mayor. Los resultados tardaron alrededor de cinco minutos en estar listos.

—Al parecer no hay daño óseo— dijo mientras veía el aparato en su mano—. Lo que quiere decir que; tienes un esguince.

—¿Por qué pareces feliz al decirlo? — se quejó Bokuto al ver al otro sonriendo, se encontraba nuevamente sentado en la camilla, con el pie estirado.

La pequeña sonrisa de Keiji se desvaneció y miro al peligris con su expresión habitual.

—Es bueno, solo tendré que vendarlo y en una semana estarás como nuevo— se acercó a un estante para sacar lo que parecía un tubo de ungüento y un rollo de venda —, tienes suerte de que no sea de mayor gravedad.

—Espera ¡¿Acabas de decir una semana?! — pregunto con incredulidad, ignorando por completo lo último que el de ojos azules menciono.

Akaashi asintió a la pegunta y comenzó a aplicar la pomada en el tobillo lastimado del otro, Kōtaro no dijo nada, pero en ese momento; el toque le estaba doliendo como el infierno. Mientras el menor continuaba trabajando en el pie de Bokuto, este mismo decidió hablar.

—¿Te puedo hacer una pregunta? — hablo con su vista clavada en el cabello oscuro y ondulado de Keiji.

—Ya la hiciste— soltó sin voltearlo a ver —. Es broma, dime.

—¿Por qué me dijiste que aceptara la propuesta de Oikawa?

El azabache al escuchar lo que le preguntaron, se detuvo por un momento, pero enseguida continuo con lo que hacía.

—No lo sé con exactitud— comenzó a girar la venda en el tobillo de Bokuto.

La habitación se quedó en silencio.

—Creo que fue por lo que me contaste acerca de tus compañeros— dejo de hablar por un instante —. Simplemente pensé que quizás necesitaban un lugar seguro para vivir después de perderlo todo.

Cuando termino de curar la pierna de Kōtaro, sus orbes viajaron hasta los ojos ámbares del mayor, se miraron durante un lapso largo, hasta que el azabache soltó un gran bostezo.

—Lo siento, te mantuve despierto todo este tiempo— expreso Bokuto mientras se rascaba el cuello con nerviosismo.

—No hay problema, me gusta ayudar a las personas— respondió con sinceridad, su mano aún estaba apoyada en el tobillo del otro —. A demás, no es como si está noche pudiese dormir, Oikawa me pidió vigilarlos.

El peligris comenzó a reírse al escuchar lo que Akaashi dijo, le pareció interesante como esté mismo no parecía tener problema con revelar lo que le ordenaban, sin saber que el menor no lo hacía a propósito.

 —¿De qué te ríes? — pregunto inocentemente, sin percatarse de su error.

—Es solo que; cada vez que Oikawa te manda a vigilarme, vienes y me lo dices enseguida. Es gracioso.

Akaashi por fin se dio cuenta de lo que dijo. La vergüenza recorrió su cuerpo hasta llegar a su cara y uso sus manos para ocultarse.

—Tranquilo. No me molesta, ya te lo había dicho antes— afirmo el de ojos dorados mientras trataba de quitar los brazos del rostro de Keiji, sin querer uso demasiada fuerza y termino jalando al azabache hacia su pecho.

El menor no lo malinterpreto y en cambio jalo a Bokuto de la misma manera, los dos comenzaron a luchar con sus brazos y continuaron jugando durante media hora más, sin percatarse de que; incluso ya era de mañana. La sala se llenó de risas y gritos de ambos chicos, quienes estaban agitados y el cabello de los dos era un total desastre, al mayor incluso le dolía el estómago por todo el esfuerzo que hizo contra el otro.

—Eso es todo— interrumpió el pelinegro dándole un pequeño golpe al pie de Kōtaro y este se quejó de inmediato —. Ven, te ayudaré a regresar a tu dormitorio.

Les tomo más de un minuto en relajar sus respiraciones y cuando estuvieron listos, Kōtaro nuevamente se apoyó en Keiji para caminar hacia su habitación. Una vez estuvo fuera de la misma, se detuvo antes de entrar.

—No lo mencione antes, pero... Gracias— le regalo una sonrisa tímida al azabache —, no solo por curar mi pie, sino también por decirme que aceptara la propuesta de Oikawa y por habernos ayudado con los medicamentos cuando nos conocimos en la ciudad, aunque no agradezco que me hayas apuntado, me asustaron aquella vez y si no me hubiera percatado de que sus armas no estaban cargadas, no sé qué hubiera pasado. Bueno, lo importante es que no sucedió nada... Ya me desvié del tema principal.

Akaashi lo miro atónito por un segundo y lentamente una sonrisa se colocó en su cara para después convertirse en una pequeña risa que resonó por todo el pasillo.

—No te preocupes— fue lo único que dijo antes de darse la vuelta y perderse por el pasillo.

Bokuto permaneció de pie mirando en la dirección donde se fue el otro y luego se metió a su dormitorio, se sentó nuevamente a lado de Hajime, el cual evidentemente; seguía dormido.

 

La mañana llegó demasiado rápido para el gusto de los soldiers, pues apenas si pudieron dormir por unas cuantas horas, ya que habían llegado en plena madrugada a la locación de Mastermind.

Se encontraban recostados aún en las camas, seguía en un sueño profundo. La temperatura de la habitación se sentía cálida y hasta cierto punto formaba un ambiente bastante familiar. El primero en abrir los ojos fue el pequeño de cabello naranja, quien se estuvo retorciendo en su litera durante toda la noche, hasta el punto de caer de la cama directamente hacia el suelo.

—¡Ah! — grito envuelto en su cobija, la cual le tapaba todo el rostro.

La tanda de quejas alerto a Bokuto, el cual estaba recargado en la puerta de la habitación, este se levantó de inmediato y volteo a todos lados, se había quedado dormido al igual que Iwaizumi, el segundo mencionado abrió los ojos de igual forma, pero mantuvo la compostura, estiro sus brazos hacia el cielo y soltó un gran bostezo.

Los gritos de Shoyo se seguían escuchando y más de uno de los que descansaban en el sitio se despertó por el ruido del pequeño. Nishinoya al compartir la misma litera que el otro, fue quien más sufría. Así que tomo su almohada y se tapó la cabeza con esta, para tratar de aislar el sonido.

Atsumu abrió lentamente los ojos y a su lado noto una manta en el suelo moviéndose con brusquedad, la observo durante unos segundos y después su mirada se ensanchó con espanto al percatarse de tal hecho «¡¿Qué demonios?!», pensó el gemelo al ver la escena frente a él, pero al escuchar la voz de Hinata se tranquilizó y se levantó de la cama para ayudar al que estaba luchando con la tela.

—Gracias. ¡Creí que moriría ahogado si me quedaba un momento más ahí! — se sacudió el cabello mientras hablaba.

—No hay problema, Shoyo-kun— sonrió y luego se sentó en la cama.

—Bokuto creyó que algo te estaba pasando Hinata— hablo Iwaizumi —. Al parecer nos quedamos profundamente dormidos anoche.

—Eso pudo ocasionar que algo grave nos pasara— dijo con burla Kuroo, al igual que los demás acababa de despertar —. Muy irresponsable de tu parte, bro.

—Lo siento, pero estaba muy agotado, ni siquiera recuerdo en qué momento me perdí— expreso acercándose a su amigo y hasta el momento nadie se percató de la venda en su tobillo.

—¡Podrían callarse! — se quejó Tanaka —Estoy tratando de dormir.

Los de la habitación soltaron una pequeña risa al escuchar al otro hablar, pues ya era bastante tarde.

Unos pequeños golpes se escucharon en la puerta de la habitación y todos posaron su vista en ella, Iwaizumi hablo e invito a pasar a quien quiera que estuviese del otro lado, cuando vio que era Oikawa desvió su vista y comenzó a caminar a la parte trasera del sitio.

—No los quise molestar antes, pero es hora de que me acompañen para conocer a mis compañeros, y por supuesto; para que conozcan el lugar— soltó Tōru con falsa amabilidad.

—En un momento— hablo Bokuto acercándose al recién llegado —, en cinco minutos estaremos afuera.

Tōru dirigió su mirada hasta el pie del peligris y sonrió exageradamente al ver lo que buscaba.

—Bien, cuando terminemos el recorrido, comeremos algo— se dio la vuelta para retirarse.

Cuando la puerta fue cerrada nuevamente, Atsumu y Hajime comenzaron a reírse.

—¿Qué es tan gracioso? — pregunto intrigado Hinata, no entendía los sucesos.

—Él. Viene aquí con su falsa serenidad a tratarnos cómo si de verdad fuéramos amigos o conocidos— expreso el gemelo moviendo las manos en un intento de imitar al castaño —, es obvio que oculta algo.

Iwaizumi asintió con un movimiento de cabeza.

—Chicos, él realmente lo hace de corazón— interrumpió sarcásticamente Kuroo con su mano en el pecho.

—Es suficiente. No diremos nada por ahora, aún no sabemos si lo que pensamos es verdad— susurró Kōtaro.

—¿Y a ti que te sucedió? — dijo Tetsurō al percatarse de las vendas del de ojos ámbares.

—Me lastime al saltar del edificio, no mencione nada porque no quería preocuparlos— bajo la mirada —, pensé que me curaría solo, pero solamente empeoro y alguien me ayudo mientras ustedes dormían.

—Fue por mi culpa— expreso Tanaka —. Si yo no fuera un inútil, tú no te hubieras lastimado.

—¡Eso no es cierto! Ryū todos aquí sabemos que eres de los más fuertes, así que no digas tonterías— añadió Nishinoya.

—Él tiene razón, esto no tiene nada que ve contigo.

Los chicos en la habitación estuvieron de acuerdo en que Tanaka no tenía la culpa en absolutamente nada.

—No debes hacer eso, bro— hablo Kuroo respecto a que Bokuto escondiera su lesión —, es peligroso y estúpido, incluso para ti.

La conversación llegó a su fin en ese momento y comenzaron a recoger el poco desastre que habían hecho en la habitación, cuando estuvieron listos, salieron para reencontrarse con el castaño. En cuanto pusieron un pie en el pasillo lograron ver a Akaashi parado en la esquina, igual que como Bokuto lo había visto en la noche, antes de su aventura. Caminaron en su dirección hasta estar frente a él.

—Oikawa me pidió que les enseñara el lugar— Keiji hablo primero, luego se dio la vuelta para sacar un par de a muletas y se las extendió a Kōtaro, el mencionado las tomo y agradeció con un movimiento de cabeza.

—¿Por qué no vino él? — pregunto Osamu —, dijo que nos presentaría a todos.

Akaashi lo observo de pies a cabeza y luego volteo a ver a los demás, tratando de apreciar cada detalle de sus rostros, su mirada se clavó durante más tiempo en el peligris.

—Lo hará, cuando sea la hora del almuerzo— se dio la vuelta y avanzo —. Síganme.

Keiji los llevo por cada una de las salas del búnker. Primero les mostró el comedor, el cual era amplio con distintas mesas y bancas esparcidas, en el lado derecho del sitio había una gran barra con alimentos detrás de un cristal, a su lado se veían dos puertas grandes que conectaban a la cocina. A continuación, los llevo al pasillo principal el cual ya conocían, Akaashi les explico que se hacía en cada habitación y les indico que no podían entrar en ninguno de esos lugares a menos que estuvieran preparados previamente y/o acompañados de alguien de Mastermind. Los soldiers pudieron ver por fuera; el quirófano, la sala de recuperación, la oficina de Oikawa y el laboratorio, notaron que el de ojos azules omitió mencionar dos salas y luego los condujo a un salón pequeño que tenía un lugar para lavar y secar la ropa. Nuevamente los llevo a donde se encontraba el pasillo de los dormitorios y al final de este, estaba el baño y las regaderas, aunque estos ya los habían visto porque Oikawa se los mostró cuando llegaron. Los diez chicos quedaron fascinados al ver lo grande que era el sitio y les impresiono completamente lo bien organizados que eran todos en ese lugar.

—Bien, eso sería todo. Es hora de que conozcan a mis compañeros— dijo antes de entrar nuevamente en el comedor.

Los demás lo siguieron y cuando estuvieron dentro vieron que esta vez las bancas y mesas estaban ocupadas, no eran muchas personas, pero el lugar se llenaría con los soldiers sin duda alguna.

Oikawa se colocó frente a la barra de alimentos y llamo la intención de todos en la sala.

—Como les mencioné ayer por la tarde, ahora ellos nos acompañaran— señalo a los soldiers y todos los miraron —. Él es Bokuto Kōtaro y estará ayudándonos con nuestras investigaciones, será mi nueva mano derecha.

Tōru ínsito al peligris a que es acercara a él, una vez que estuvo al frente continúo hablando.

—Debemos llevarnos bien, seremos compañeros a partir de ahora— sonrió y luego tomo la mano de Bokuto para estrecharla.

Si bien, la mayoría de los presentes en la sala no sé creyeron el cuento de Oikawa, no mencionaron nada, nadie quería armar un alboroto. El castaño procedió a presentar a cada uno de los miembros; el primero fue Akaashi Keiji, después Yaku Morisuke, seguido de Shirabu Kenjirō. Tōru explico que ellos eran sus compañeros más cercanos, después menciono a la única mujer del grupo. Una chica bonita de cabello negro y ojos azules, la presento con el nombre de Shimizu Kiyoko. Tanaka y Nishinoya quedaron flechados en cuanto la vieron y no perdieron el tiempo al intentarle hablar, pero fueron ignorados completamente. Los siguientes en ser presentados fueron los dos chicos que cuidaban la parte de arriba, mejor conocidos como Hanamaki Takahiro y Matsukawa Issei, quienes se encargaban de la seguridad del búnker la mayor parte del tiempo. A continuación, hablo de los otros dos chicos que ya habían conocido; Ennoshita Chikara y Azuman Asahi, los mejores en química, para finalizar menciono al pequeño del grupo, nadie más que Kageyama Tobio. Bokuto siguió el ejemplo del castaño y presento a sus propios compañeros, su presentación fue bastante breve a comparación de la de Oikawa.

Una vez que sabían sus nombres, los soldiers se distribuyeron alrededor de dos mesas, para comenzar a comer. Cada mesa tenía capacidad máxima para cinco personas y Kōtaro al ver que ya no había un lugar disponible para él y sus dos compañeros mayores, opto por sentarse donde estaban Tōru y Akaashi.

—Entonces, ¿Qué es lo que tenemos que hacer? — pregunto mientras revolvía con una cuchara el contenido de su plato.

Oikawa lo vio por un momento sin saber de qué estaba hablando, alzo su ceja y frunció sus labios, Kuroo al notar la confusión del otro comenzó a explicar lo que su mejor amigo trataba de decir.

—Quiere decir; por lo poco que vimos, cada uno de ustedes realiza una actividad distinta, o sea que se dividen las tareas del búnker.

—Oh, sí. Al igual que todos aquí, tendrán que rotar en las actividades, más tarde los añadiré a la lista— dijo antes de darle un bocado a su comida —, pero para ser exacto, ustedes tres no estarán incluidos, su trabajo es salir a conseguir cosas útiles.

—Así que de eso se trata— soltó Iwaizumi con molestia —. Solo nos quieres para abastecer el lugar.

El castaño al escuchar lo que el otro decía, dejo salir una carcajada desde lo profundo de su garganta.

—Iwa-chan, eres muy gracioso— expreso, viendo al mencionado fijamente —. En este lugar, todos salimos a hacer eso. La única diferencia es que ustedes son expertos en batalla y tampoco debes molestarte porque ya lo había hablado con Bokuto.

Hajime ignoro el apodo que el otro le dio y decidió levantarse de su asiento, se fue con su plato en manos, Kōtaro trato de detenerlo, pero fue inútil. En ese momento se lamentó un poco el no haber sido completamente franco con sus compañeros.

—Sí que tiene un carácter fuerte— añadió Akaashi —¿Él estará bien?

—Lo más seguro es que esté enojado durante el resto del día, nada fuera de lo normal— dijo Kuroo mientas movía su mano con desdén —. Mejor explíquenme, ¿Cómo es que este lugar tiene energía? ¿Tienen una planta de alimentación, cierto?

Akaashi negó con la cabeza, antes de explicar a detalle cómo era que el búnker se sustentaba.

—No exactamente. La electricidad es gracias a un sistema de distintos paneles solares y eólicos, aunque es necesario el uso de una planta para abastecer todo el lugar con energía eléctrica.

Bokuto escucho a detalle lo que el de ojos azules decía, quedo estupefacto con lo que Keiji contaba.

—Nosotros no construimos este lugar, pero sabemos perfectamente como funciona— Añadió Oikawa —. Principalmente nuestro suministro de agua es abastecido por un manantial que se encuentra protegido en una base secreta, el agua antes de llegar aquí, pasa por un proceso de purificación, pero no cualquier proceso, sino que; es limpiada con la mejor tecnología que he inventado y como conozco mi gran trabajo sé que es completamente segura de beber.

—Así que básicamente; es un lugar preparado para un apocalipsis— interrumpió Tetsurō con una sonrisa en el rostro.

—Si— afirmaron al unísono los dos chicos frente a él.

Continuaron intercambiando datos sobre el funcionamiento de su nuevo hogar durante un largo laxo de tiempo, ya habían terminado sus alimentes desde hace bastante y ninguno en la mesa parecía querer terminar la plática, hasta que Hinata se acercó a la mesa.

—Necesitamos habla sobre...— murmuro en el oído de Bokuto.

—¿De qué? — preguntó intrigado.

El de cabello naranja comenzó a farfullar un par de cosas y nadie podía entenderle una sola palabra, Shoyo se percató de eso y decidió alzar la voz.

—¡Necesitamos hablar sobre Sakusa!

Kuroo le dio una mirada de terror a su mejor amigo y luego con un ligero movimiento de cabeza lo ínsito a alejarse del lugar. Kōtaro asintió tomando sus a muletas para ponerse de pie e ir detrás del pequeño. El de cabello revuelto lo siguió hasta llegar a su dormitorio, cuando entraron en el sitio, vieron a sus demás compañeros reunidos en el centro de la habitación.

—Tenemos que decidir ahora sobre lo que haremos con Sakusa, ¿Planeas decirle a Oikawa sobre él? — hablo Iwaizumi en voz baja, ya no parecía molesto.

—No creo que sea buena idea— dijo Kuroo antes de que Bokuto contestara —, el trato fue con nosotros, no sabemos qué hará si se entera de que él no es uno de los nuestros.

—En este caso yo diría que se lo digamos de una vez— interrumpió Atsumu.

Bokuto estuvo de acuerdo con el gemelo, si bien no podían asegurarse de que Tōru no se molestara por haber metido a un completo desconocido al búnker, tampoco querían ocultarlo, tenían que contarle a detalle todo sobre Sakusa, para saber qué era lo diferente en él. La habitación se llenó de muchas voces que discutían sobre qué hacer, solo una persona estaba en total silencio.

—Yo le diré— expreso Kiyoomi, ganándose la mirada de todos —. Necesito respuestas, no puedo simplemente quedarme aquí y esperar que ustedes decidan por mí.

Se puso de pie y comenzó a caminar hacia la salida. Por primera vez en su vida se sentía capaz de poder enfrentar a una persona. Bokuto lo tomo de la muñeca antes de que lograra abandonar el sitio y los ojos de Sakusa viajaron al agarre, en ese instante sintió una repulsión a que el otro lo tocara.

—Iré contigo— dijo el peligris antes de soltar al otro.

—Yo también— añadió Osamu caminando hacia afuera de la habitación.

Los tres estuvieron de vuelta en el comedor, pero ya no se encontraba Oikawa en ese lugar, solo pudieron ver a Ennoshita, quien al parecer estaba realizando la limpieza, este mismo les dijo que el castaño probablemente estuviera en su oficina. Caminaron hacia el lugar dicho y tocaron la puerta, escucharon la voz del otro lado y se adentraron. Fueron recibidos por Akaashi y Tōru, ambos chicos estaban sentados uno frente al otro.

—¿Qué sucede? — pregunto el mayor con intriga.

—Queremos habla contigo sobre algo— soltó Osamu viendo a Akaashi, dando a entender que querían privacidad.

Oikawa pareció percatarse de eso, sin embargo; confiaba ciegamente en el de ojos azules. El mencionado se sintió incómodo por la mirada que el gemelo le dio.

—Todo lo que quieran decirme lo puede escuchar Akaa-chan, así que, ¿De qué se trata? — lo último lo dirigió a Bokuto. 

Comenzó a narrar los eventos vividos el día de su llegada, le contó a detalle todo lo que sabía y después Sakusa hablo sobre lo que sucedió antes de entrar en coma. Akaashi mientras escuchaba la historia, tenía los ojos abiertos en gran manera, Oikawa estaba igual o más sorprendido que él.

—Esto es...— guardo silencio el castaño.

—¿Sorprendente? ¿Inaudito? — añadió el azabache, al ver que su compañero no encontraba las palabras adecuadas.

—Una maldita broma— expreso —¿Quieres que creamos que este sujeto sobrevivió sin ingerir alimentos durante más de un año?

Bokuto sabía lo patético y poco creíble que se escuchaba eso, y se quiso golpear mentalmente por no haberse cuestionado las cosas con anterioridad.

—Sé muy bien que lo que les dije suena como una tontería, pero si ustedes me hacen algún examen se darán cuenta de que es la verdad— dijo Sakusa con confianza.

Keiji volteo a ver a su compañero y este lo miro como por dos segundos. Oikawa se puso de bien y acepto realizarle pruebas al otro, les dijo que las haría al día siguiente para que Kiyoomi estuviera en ayunas completamente. Posteriormente pidió que Bokuto se quedara en la oficina para hablar con él.

Una vez que en el lugar solo estuvieron los tres chicos Tōru comenzó a hablar.

—Estas de acuerdo en que abusaste de mi confianza— soltó molesto —Jamás lo mencionaste cuando llegaron, ¿Por qué?  

—No lo hice porque no sabía cómo reaccionarias, pero después del almuerzo me di cuenta de mi error y por eso venimos aquí a hablar contigo. Sé que no estuvo bien, sin embargo; me haré responsable si resulta que él mintió. Mis compañeros no tienen nada que ver con esto— Kōtaro trago en cuanto término de hablar, sabía muy bien que era peligroso meter sus propias manos al fuego por un total desconocido, pero su corazón le pedía a gritos que lo hiciera.

Akaashi al oír hablar al peligris, recordó el momento en que estuvo con él en la sala de espera y nuevamente afirmo lo que aquella vez pensó; Bokuto Kōtaro siempre pondría el bienestar de su familia, antes que el suyo propio. Keiji estaba tan absorto en sus pensamientos, que no se dio cuenta del momento en que Oikawa le hablo, hasta que este mismo lo empujo levemente.

—… opinas Akaa-chan? — fue lo único que escucho el de ojos azules.

—Disculpa, ¿Qué dijiste?

—¿Qué si debemos creer en su palabra? — repitió con disgusto.

—Ah, sí. Quiero decir; si nos estuvieran mintiendo quizás no se arriesgaría al decir eso— expreso tratando de convencer a su amigo, Keiji siendo sincero consigo mismo, ni siquiera estaba seguro del porqué estaba ayudando a Kōtaro.

Oikawa en ese instante solo asintió con su cabeza. Tōru también confiaba plenamente en el criterio de Akaashi y por eso dio fin a la reunión en ese momento.

Cuando el otro abandono la habitación, el castaño le dio una mirada de burla al más pequeño, sus cejas subían y bajaban repetidamente.

—¿Por qué me miras así? Pareces un pervertido.

Oikawa abrió la boca en gran manera y luego llevo su mano a su pecho de manera teatral.

—¡Qué malo Akaa-chan! Es solo que... Anteriormente no lo quise mencionar, pero sí que anoche te estabas divirtiendo en la sala de enfermería.

El mencionado casi se atraganta con su propia saliva al escuchar lo que el otro dijo.

—¿De qué demonios estás hablando? — fingió no saber nada.

—¡Oh vamos! No me vengas con que no tienes idea sobre a que me refiero.

—¿Cómo lo sabes? — se rindió fácilmente porque conocía a Tōru y sabía que no se lo quitaría de encima si no le contaba la verdad.

—Yo lo sé todo— dijo engreídamente, el que estaba frente a él le dio una mirada de disgusto —, las áreas comunes tienen cámaras.

Keiji en ese momento se quería abofetear por olvidar un detalle tan importante, como lo eran las cámaras de seguridad.

—Solo lo ayudé, tenía el tobillo muy lastimado— encogió los hombros con desdén.

—No sabía que cuando alguien se encuentra herido, su doctor se pone a jugar con él— expreso con sarcasmo —. Ahora entiendo por qué mis pacientes se quejaban tanto cuando los atendía.

—Deja de hacer eso. Dime, ¿Cuál es el punto al que quieres llegar?

El azabache no sabía por qué, pero nuevamente estaba jugando con sus manos debajo del escritorio. Miro al castaño, que le dio una sonrisa de suficiencia.

—Akaa-chan, seamos sinceros. Tú normalmente eres una persona seria y reservada— movía sus brazos tratando de explicar mejor.

—¿Aja y?

—Ayer estabas divirtiéndote con Bokuto— el otro lo miro con los ojos entre cerrados —. Sé que esto suena raro, pero te abriste con él con mucha facilidad, a mí me costó muchísimo, acércame a ti.

Keiji se dio cuenta de dos cosas en ese momento; la primera es que Oikawa tenía razón al decir que él había confiado en el peligris con facilidad. La segunda es que no tenía idea del porqué lo había hecho. Si se lo preguntaban él diría que es estúpido confiar en una persona a la cual apenas conoces.

—Yo... N-no sé qué decir— susurro con nerviosismo.

—No tienes qué decir algo, solamente quiero que lleves las cosas con calma.

Si bien, Tōru al principio solo quería molestar a su amigo, en el proceso se arrepintió al ver a Keiji tan apenado.

Akaashi asintió y salió de la oficina con rapidez. Cuando iba caminando hacia su habitación se percató de que alguien lo estaba siguiendo, se dio la vuelta y se llevó una gran sorpresa al ver a Kōtaro detrás de él.

—Yo... quería preguntarte algo— dijo una vez que el otro lo vio, cojeó hasta estar más cerca de Keiji.

—Dime— respondió cortantemente.

—¿Podemos ir a un lugar más privado? — el de ojos azules se sorprendió ante su petición.

—Sí, sígueme— acepto a regañadientes para después voltearse y continuar caminando como normalmente lo hacía.

—Ah, yo... Yo no puedo ir tan rápido— añadió Bokuto de pie muy por detrás de donde estaba Akaashi.

El mencionado cerro los ojos sin ver al mayor y luego le indico a Kōtaro que caminaría más lento. El azabache lo llevo hasta su propio dormitorio y el peligris se sorprendió al ver que el menor no tenía que compartir su habitación con alguien más, aunque igualmente el sitio no era muy grande, solo contaba con una pequeña cama individual, en la esquina había un escritorio con diferentes libros encima y a su lado había un casillero.

—¿Qué me querías preguntar? — hablo sin más en cuanto estuvieron solos.

—Bueno, no es una pregunta como tal— soltó mientras su mirada viajaba por el lugar —. No sé cómo decirlo...

—Solo habla.

El de ojos ámbar estaba confundido por el comportamiento de Akaashi. La persona qué estaba frente a él, no perecía ser la misma persona que le ayudo con su tobillo en la madrugada.

—Lo mejor será que me vaya, no quiero incomodarte más— expreso, después tomo la manija de la puerta y antes de salir dio un último vistazo —. Lo siento.

Abandono al menor y en el camino hacia su propio dormitorio se preguntó por qué se había disculpado con él, ni siquiera había hecho o dicho algo incorrecto «Por poco lo arruino», pensó.

 

 

Chapter 7: Resolution

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

¿Cuándo fue la última vez en la que Akaashi Keiji había confiado en alguien tan rápidamente como lo hizo con Bokuto? Siendo sincero con él mismo, ni siquiera podía recordarlo. Las pocas personas que ahora consideraba como sus amigos, habían logrado acercarse a él después de mucho tiempo, ni siquiera Oikawa consiguió ganarse la confianza de Keiji de primer momento. Por eso, en cuanto el castaño le habló sobre el pequeño acercamiento que tuvo con el peligris, entró en pánico, pues no pretendía repetir lo que le sucedió durante su estadía en la preparatoria, no quería que las personas se burlaran de él nuevamente como lo hicieron en el pasado, por supuesto que haría cualquier cosa por evitarlo por completo. Su falta de amigos podía atribuirse a sus padres, los cuales siempre lo presionaron para que fuera un buen estudiante, y diciéndole cosas como que el tener amigos era una pérdida de tiempo, esto solo hizo que él pasase la mitad de su carrera estudiantil completamente solo.

Aunque, si bien, se había comportado como un idiota con Bokuto, creyó que lo mejor seria cortar cualquier vínculo que se hubiese formado con él, por muy pequeño que fuera. Así fue como solo después de unas pocas horas de su incómoda platica con el peligris, Akaashi terminó en la comodidad de su habitación, recostado en su pequeña cama, acompañado de nadie más que de su vieja amiga, la soledad y perdido profundamente en sus pensamientos. Su cabeza era un caos completamente, con ideas que atravesaban y lo hacían arrepentirse una y otra vez de la actitud que había tomado con el mayor.

Después de haberse lamentado durante lo que pareció una eternidad para él, por fin se puso de pie, pero no sin antes soltar un gran suspiro que lo ayudó a aliviar un poco sus penas. Salió corriendo de la habitación y en el pequeño transcurso de su camino comenzó a disminuir su velocidad. El pánico nuevamente se apoderó de él, preguntándose si lo que estaba a punto de hacer estaba bien.

 Se detuvo antes de girar en el pasillo que daba directamente al dormitorio al cual deseaba llegar, sus oídos comenzaron a captar el sonido de lo que parecía ser una charla bastante amena entre amigos, así que decidió quedarse y observar para descubrir de quienes provenían aquellas risas escandalosas que retumbaban por todo el lugar, no se sorprendió en lo absoluto cuando vio a Bokuto de pie en el pasillo, su mano descansaba en su estómago, su cara se alzaba hacia el cielo mientras una carcajada abandonaba su boca. A su lado estaban tres de sus compañeros, Hinata reía de igual forma y Atsumu parecía estar contando alguna clase de historia porque movía sus brazos de manera exagerada, pero lo que realmente robó por completo la atención del de ojos azules fue la manera en que Osamu tomo al peligris por el cuello en lo que pareció ser una especie de llave y luego con su mano libre frotó el cabello de este mismo mientras no paraba de burlarse. 

Akaashi se sintió fuera de lugar al estar viendo algo que no le incumbía en lo absoluto, así que estuvo a punto de darse la vuelta cuando se percató de la presencia de alguien más a su espalda.

—¿Sé puede saber por qué aún continúas espiándonos? —le susurraron al oído e inmediatamente volteó para ver de quien se trataba.

Kuroo vio la cara de horror de Keiji y una sonrisa de maldad se posó en su rostro.

—Y-Yo no estaba espiándolos —nerviosamente dijo—, venía a buscar a Bokuto-san.

—¿En serio? —pregunto y su ceja se levantó expectante—¿Entonces por qué te quedas aquí?

—No quise interrumpir —expresó volteando su vista a los otros chicos que continuaban riendo y jugando—. Vendré después.

Tetsurō resopló con burla y luego colocó ambas manos en su cintura.

—No te preocupes, no les importará —habló con desdén señalando a sus amigos con un movimiento de cabeza.

Akaashi nuevamente dirigió su mirada a los otros y los analizó durante unos segundos.

—Parecen cercanos —susurro, refiriéndose a Kōtaro y al gemelo de cabello gris.

—No solo parecen, lo son —afirmó sin saber exactamente de quienes hablaba el de ojos azules, por lo que creyó que se refería a los cuatro amigos en general—. ¡Bro, Akaashi quiere hablar contigo!

Cuando el mencionado escuchó lo que el de mirada felina grito, quiso golpearlo en ese instante, pues ahora todos lo estaban mirando.

Bokuto clavó su vista en el azabache e inmediatamente la sonrisa en su rostro se borró, luego dirigió su mano a su nuca demostrando incomodidad.

Kuroo empujó levemente a Keiji para que se acercara a donde estaban los cuatro chicos.

—No era mi intención interrumpirlos —se disculpó haciendo una leve reverencia.

—Ya te dije que no les importaría —sonrió el de cabello revuelto.

—¿Akaashi, cierto? —preguntó Atsumu, aunque realmente no esperaba una respuesta—¿Qué es lo que te trae por aquí?

—Kuroo ya dijo que quiere hablar con Bokuto, tonto —interrumpió Osamu antes de que el azabache pudiera hablar.

—Así es, por lo tanto nosotros nos vamos —ordenó Tetsurō y empujó a los demás hacia adentro de la habitación, pero no sin antes darle una sonrisa de complicidad a su mejor amigo, el cual no pareció captarla.

El peligris y el azabache se quedaron de pie, uno frente al otro, con los nervios a flor de piel.

—Yo… —intentó hablar el menor, pero Kōtaro lo interrumpió antes de que pudiese formular alguna palabra.

—Lo siento por lo de hace unas horas. No debí ir a tu dormitorio, entiendo que te molestaras, por lo tanto no tienes que venir aquí nuevamente, no quiero incomodarte más de lo que ya lo hice.

Keiji se sintió como un completo imbécil al escuchar al otro hablar, Bokuto se estaba disculpando con él una vez más cuando ni siquiera había cometido algún error.

—No. Lo siento, ahora yo fui quien se comportó como un tonto frente a ti —expresó jugando con sus dedos una vez más y bajando su mirada hacia el suelo.

Bokuto se sorprendió un poco por lo recién dicho y creyó que quizás podía confiar en Akaashi y retomar la charla que quería tener con él.

—Oh, no lo eres en lo absoluto. Definitivamente eres el chico más inteligente que he conocido —protestó mientras movía sus manos tratando de explicar mejor su idea—, en cuanto a tu disculpa, realmente no es necesaria. Yo no estaba molesto contigo.

Al escuchar las palabras del mayor, Akaashi sintió como si una pesada carga abandonara su cuerpo y pudo respirar con normalidad, se preguntó desde qué momento había estado privando a sus pulmones del oxígeno que necesitaban. También se dijo a sí mismo que podía confiar en Bokuto, pues cada idea que asumió sobre el de ojos dorados, este mismo le demostraba que no encajaba en los estándares normales del resto. Así que Keiji eliminó todas las inseguridades que lo habían atormentado durante su estadía en su habitación.

—En verdad no lo puedo creer —espeto con una mano en su boca.

Bokuto palideció en ese instante, nuevamente pensó que quizás había hecho sentir incómodo al azabache.

—¿Qué es? Yo lo hice de nuevo, lo siento mucho —soltó con un tono abatido, y sus manos se pegaron frente a su cara.

El de ojos azules no pudo reprimir la risa que se escapó de sus labios y el mayor se preocupó aún más.

—Bokuto-san, eres la persona más extraña que he conocido —su mirada se suavizó dándole un poco de paz mental al mencionado.

—¿En verdad? ¿Cómo extraño de los que dan miedo?

—No. Realmente me agradas —sonrió ampliamente—. Yo quisiera saber si tú aún necesitas hablar conmigo.

Kōtaro no pareció entender a qué se refería el menor así que su ceja se alzó con duda.

—Sobre lo que me querías preguntar cuando salí de la oficina de Oikawa —añadió al ver la cara del otro.

—Oh, sí por supuesto que podemos, pero no es algo que quiera decir en este lugar —susurro con su mirada viajando por todo el pasillo.

—Si te parece hablemos en mi dormitorio —expresó con confianza y señaló con su pulgar en dirección a su habitación.

El peligris se puso rígido, pues no quería cruzar esa línea nuevamente. Lentamente su mano viajó a la parte trasera de su cuello y lo frotó con nerviosismo.

—Yo no sé si eso sea lo correcto, no quiero volver a molestarte —su voz vaciló.

—No me molesta, si ese fuese el caso no lo hubiera sugerido en primer momento —dijo con desdén—. Podemos hablar sin problema.

Bokuto aceptó con un movimiento de cabeza, sin embargo; aún estaba preocupado. Esta vez Akaashi se colocó a lado del mayor y lo ayudo un poco a caminar, pues sabía de antemano lo incómodo que era caminar con un tobillo lastimado, platicaron un poco sobre eso en el transcurso del viaje a la habitación del menor y Bokuto se sorprendió en gran manera cuando el de ojos azules le contó la vez que se cayó de su bicicleta cuando tenía doce años y tuvo que pasar un mes entero con un yeso alrededor de su pie.

Cuando por fin estuvieron en el sitio deseado, Keiji le ofreció una silla al peligris y este mismo se sentó inmediatamente, el menor se colocó sobre su cama. Bokuto no pudo evitar pensar que la persona que estaba frente a él volvía a ser igual de amable que antes y estuvo a punto de preguntar el porqué de su actuar, pero prefirió quedarse con la duda. Quizás, con suerte en un futuro traería el tema de vuelta.

—Antes mencionaste que no era una pregunta lo que me quería decir. Entonces, ¿Qué es? —preguntó el azabache mientras se acomodaba en su lugar.

—Es solo que… —trago bruscamente tratando de encontrar las palabras adecuadas —Yo no estoy seguro de que la historia de Sakusa sea verdad.

Akaashi lo observó con el ceño fruncido ¿A qué se refería Bokuto al decir eso? Él no lo sabía con exactitud, así que dejó que el otro continuara.

—Nosotros cambiamos un poco lo que sucedió para darle más credibilidad —sus manos viajaron hasta su cabello y lo tomó con fuerza—. Si te soy sincero, no lo conozco en lo absoluto.

—¿Por qué hiciste algo así? Básicamente te estás jugando la vida por él —reprocho un poco molesto.

—Yo lo sé, pero Hinata y Nishinoya creen en él y yo también quiero hacerlo —soltó en voz baja, sus ojos estaban mirando el suelo a sus pies.

Akaashi se quedó estático durante unos segundos. Pensó detenidamente qué debía hacer con la información que acababa de obtener. Estaba en una posición en la que no deseaba estar, básicamente Bokuto lo dejó entre la espada y la pared. No sabía si debía contarle todo a Oikawa o si guardaba el secreto del otro. Lentamente respiro y analizo todo con calma, no quería apresurarse y tomar una decisión de la cual podría arrepentirse.

—¿Qué harás si resulta que él mintió? —pregunto con nerviosismo.

—Supongo que tendré que dejar el búnker —murmuro aún sin ver los ojos del menor. Ya estaba lamentando un poco el contarle la verdad a Keiji—. No me importa hacerlo, pero no estoy seguro de lo que le pasará a mis amigos, ellos perdieron todo por mi culpa, no puedo hacerles perder este lugar también.

—¡Tú no fuiste responsable de lo que pasó! —el tono de su voz subió unas cuantas notas, incluso él se sorprendió al decir eso—. Lo sabes, así que no lo digas de nuevo.

Bokuto por fin vio a la cara al azabache y no pudo evitar sonreír y mover su cabeza con incredulidad.

—Akaashi, tú igual eres extraño.

El mencionado decidió ignorar el comentario y en cambio volvió a hablar sobre Sakusa.

—Entonces, ¿Crees que él mintió? Quizás dijo la verdad.

—Eso lo sabremos mañana, creo que será mejor que por ahora me retire, ya es bastante tarde.

Se levantó de donde estaba y caminó hacia la puerta. Antes de salir sus ojos se posaron en Keiji quien ahora estaba a solo unos centímetros de él.

—Apenas nos conocemos y ya me has ayudado bastante, así que no te preocupes si quieres decirle a Oikawa sobre esta plática, lo entendería completamente.

El menor ya había tomado una decisión. No iba a hablar con el castaño, pensó que si no decía nada, no era como si le estuviera mintiendo o algo así.

—No lo haré —habló después de unos segundos en silencio.

Bokuto le sonrió y luego abandonó el lugar. Cuando llegó a su habitación Kuroo e Iwaizumi lo esperaban en la entrada, ambos se veían bastante estresados.

—¿Por qué no dijiste nada sobre tu plática con Oikawa? —soltó Tetsurō en cuanto vio al peligris.

—Sakusa nos dijo que mañana le harán pruebas y también menciono que te quedaste a hablar con esa basura —añadió el otro con molestia.

—No quería decir nada al respecto —expresó a regañadientes—, pero no tengo otra opción.

—Bo, ¿Qué está pasando? —preguntó Kuroo con preocupación, conocía a Bokuto tan bien que sabía que algo no estaba bien.

El mencionado exhaló con mucha fuerza.

—Bien, es cierto que mañana analizarán a Sakusa. Después de que Osamu y él salieron de la oficina de Oikawa —se detuvo aclarando sus ideas—. El punto es que si resulta que Sakusa mintió, yo tendré que irme de este lugar.

Puso su vista en su mejor amigo y luego nuevamente hablo.

—Es por eso que ahora tú estarás a cargo de los demás —vio a su otro compañero—, y tú serás su mano derecha, ambos saldrán adelante.

Kuroo lo miró con incredulidad con la boca ligeramente abierta, después comenzó a negar con la cabeza.

—¿Estás escuchando lo que nos pides? ¡Vamos, ni siquiera tú eres tan tonto! —expresó con la voz áspera.

—Nosotros no haremos eso —Hajime interrumpió.

—Lo tienen que hacer. Ya perdimos todo una vez, no quiero que eso se repita —abatidamente dijo Bokuto—. Solo me iré y ustedes podrán mantenerse aquí.

—Si ese es el caso, nos iremos contigo, ¿Tú crees que necesitamos este lugar para sobrevivir? Somos una familia, nada de esto nos interesa o tiene valor para nosotros.

—Kuroo, sabes que no podemos irnos todos, ¿Qué pasará con Tanaka? Él no puede salir porque está herido.

—Lo arreglaremos, siempre lo hacemos —respondió Iwaizumi irritado.

—¿Por cuánto tiempo? ¿Hasta qué le dé una infección y muera por falta de medicamentos? —miró a ambos de sus compañeros que ahora se mantenían en silencio—. Ustedes lo vieron cuando estuvimos cerca de la Crow tower, afuera ya no hay electricidad, no podremos hacer nada.

—Debe haber una solución —murmuró Tetsurō cabizbajo.

—La hay. Yo me iré y ustedes asumirán el mando.

—No puedes decir eso y simplemente esperar a que nosotros aceptemos.

Iwaizumi se quedó en silencio mientras pensaba una forma de hacer que su equipo no se separará.

—Es algo que ya decidí hermano. No hay otra manera de hacer las cosas.

—Si existe otra opción —interrumpió el del ceño fruncido y sus dos compañeros lo voltearon a ver con intriga—. Tú solo te tendrás que ir si lo que dijo Sakusa es mentira, pero ¿Y si no lo fuese?

En ese momento el de mirada felina pareció tener una revelación, así que su boca se abrió y su mano golpeó su frente.

—¡Por supuesto!

—Si, solo funcionará si su historia es verdadera —refuto Kōtaro como si fuera lo más obvio del mundo.

—Él parecía realmente abatido cuando Lev le contó sobre lo que había hecho su padre —Kuroo añadió con esperanza—. Quizás esto no te guste Iwa, pero lo haremos.

El mencionado no entendió el punto.

—¿Qué?

Tetsurō lo ignoró y se dirigió directamente a su mejor amigo.

—Escúchame bien, porque solamente diré esto una sola vez —se colocó a centímetros del rostro de Bokuto—. Mañana Sakusa se hará esos malditos exámenes y esperaremos hasta saber los resultados. Si resulta que todo este tiempo nos estuvo mintiendo, nosotros tomaremos el mando.

Kuroo se aferró a la idea de que el pelinegro les dijo la verdad, pues la vida de su hermano estaba en juego y sabía que la única manera para mantener tranquilo a Bokuto era si le seguía el juego.

—Está bien —afirmó Kōtaro alejándose de su amigo—. No mencionaremos nada hasta saber la verdad y eso incluye no decir nada de esto ante los chicos.

Iwaizumi quería golpear al peligris en ese momento. No lograba comprender por qué Bokuto en ocasiones actuaba como un completo imbécil.

Al terminar su plática los tres mayores ingresaron en su dormitorio y trataron de actuar como si nada pasara.

 

La mañana siguiente se hizo presente y los soldiers se encontraban tensos, pues ya todos sabían que se harían los análisis de Sakusa. En la habitación se podía sentir una extraña atmósfera y las miradas de recelo no tardaron en caer en Kiyoomi.

—¡Dejen de verme como si fuera una maldita plaga! —se quejó con molestia.

—¡Oh vamos, Omi-kun! —expresó el gemelo pasando un brazo por el cuello del pelinegro—. No te enojes.

Sakusa empujó al peliteñido con brusquedad.

—No me toques y mantente lejos de mí.

Atsumu comenzó a reírse ante la queja del otro.

—Tonto, deja de perder el tiempo y ayúdanos a limpiar —Osamu lanzo una almohada a la cara de su hermano—. Debemos darnos prisa.

—Siempre tan amargado Samu.

La limpieza de la habitación continuó hasta que se dieron las ocho de la mañana. Había llegado la hora de la verdad. Bokuto y Sakusa abandonaron la sala y se dirigieron directamente hacia el laboratorio, donde se llevarían a cabo las pruebas. En el lugar ya se encontraba Oikawa, por supuesto Akaashi y Ennoshita estaban a su lado. Los tres chicos portaban una bata blanca, la cual los hacía ver como verdaderos científicos.

—Bien, esto será rápido —Tōru habló desde la comodidad de su sofá—. Lo único que debes hacer es relajarte y nosotros haremos todo el trabajo pesado.

Kiyoomi asintió con un movimiento de cabeza. Las palabras del castaño le hicieron saber que al fin obtendría la verdad sobre lo que le había sucedido y el temor recorrió su cuerpo. No estaba seguro del porqué, sin embargo; tenía ese sentimiento de inquietud.

—Necesito que te cambies y te pongas esta bata —Ennoshita le extendió la ropa y le enseño donde se podía vestir.

Aquella pequeña bata que le dieron era de color azul con puntos negros, tenía tres cintas en la parte trasera y hacía que toda su espalda quedara expuesta, mantuvo su boxer puesto, ya que no quería andar con el trasero al aire. La bata en general era bastante parecida a la que tenía cuando recién despertó, si bien le trajo recuerdos de su desafortunado encuentro con Hinata, no le dio importancia y salió para encontrarse con los demás nuevamente.

—Lo primero que haremos en un análisis de sangre —hablo Akaashi acercándose con lo que parecía una jeringa conectada a un tubo de cristal.

Le pidió que se sentara en una camilla y luego procedió a sacar una cinta para hacer un torniquete en su brazo y facilitar la extracción.

—Extiende tu brazo y relaja los músculos, solo sentirás un pellizco —trato de ser amable con el de cabello rizado.

Keiji tomó un algodón impregnado de alcohol y limpio la zona donde haría el piquete, posteriormente hizo presión con el torniquete e introdujo la aguja en la piel de Sakusa. Rápidamente el pequeño tubo se llenó de sangre y lo retiró, se lo dio a Oikawa, el cual lo llevó a una pequeña máquina y derramó un poco del contenido en ella. En cuanto la sangre tocó el aparato, se encendió proyectando un holograma de diversos números y palabras. Tōru fijó su mirada en los datos y su expresión cambió drásticamente.

—¿Por qué esto no me sorprende? —se dirigió a Bokuto—. Al parecer no hay nada fuera de lo normal.

—¿Qué se supone que significa eso? —preguntó el de ojos ámbares.

—No hay cambio en sus glóbulos rojos y la hemoglobina sigue igual. Lo que es algo raro para alguien que no había comido durante casi un año —sentenció el castaño—. Ahora pasaremos a la siguiente prueba.

Ennoshita y Oikawa caminaron hasta una gran habitación de color blanco y le pidieron a Kiyoomi que los siguiera. En medio de la sala había una gran base en el suelo en forma de un círculo perfecto, tenía un complemento con la misma figura que se adhería al techo del lugar.

—Colócate ahí y no te muevas— ordenó el menor señalando la base y Sakusa hizo lo que se le pidió.

Tōru y Chikara retrocedieron cinco pasos y un cristal templado descendió hasta chocar contra el suelo, creando una gran barrera que los mantenía alejados del pelinegro. Una vez que esto estuvo hecho, las luces se apagaron y en el cristal se proyectó un comando de color azul. Oikawa comenzó a maniobrar la nueva pantalla y colocó un tiempo de duración. Miles de láseres comenzaron a escanear a Sakusa desde los pies hasta la cabeza. Lentamente el retrato del cuerpo comenzó a aparecer en la pantalla. Se podía apreciar cada unos de los músculos, venas y arterias de sus piernas. Ennoshita analizaba todos los datos que el escáner arrojaba y hasta el momento no había nada fuera de lo común. También su sistema nervioso y óseo se veían a detalle.

La imagen estaba proyectada hasta el dorso, cuando las luces en el vidrio cambiaron a color rojo marcando lo que parecía un error.

“Fase inconclusa. Repetir operación.”

Se comenzó a escuchar.

El castaño desconcertado totalmente apretó unas cuantas cosas en la pantalla y las luces volvieron a su color habitual.

—¡¿Qué demonios pasó?! —pregunto Ennoshita mirando a Tōru con incredulidad—. Jamás nos ha marcado un error.

—Intentémoslo de nuevo, pero esta vez hagámoslo desde la cabeza —ordenó decidido.

Chikara se acercó al cristal y comenzó a configurar el sistema para que funcionara al revés.

—Listo, esta vez empezará por arriba.

Oikawa dio clic en el botón de inicio y nuevamente los láseres comenzaron a hacer su trabajo, sin embargo; el error volvió a parecer en cuanto escanearon el cráneo de Kiyoomi.

“Fase inconclusa. Tiempo de recuperación: cuarenta y ocho horas.”

—¿Tiempo de recuperación? ¿Qué es eso? —con asombro preguntó el menor

—No tengo idea —contestó el castaño en voz baja.

Tōru no podía comprender lo que sucedió con la máquina. En todo el tiempo que la llevaba utilizando jamás le había marcado algún tipo de error y mucho menos algo similar a lo que en ese momento estaba pasando.

Sakusa aún se encontraba de pie en aquella plataforma. Desde donde estaba no escuchaba a Ennoshita o a Oikawa. Lo único que podía apreciar era a ambos chicos detrás del cristal hablado.

En ese mismo momento, pero afuera de aquella habitación estaba Bokuto. Se encontraba sentado en el sofá que anteriormente era ocupado por Oikawa. Sus pies subían y bajaban con rapidez, casi parecía que temblaban.

—Deja de hacer eso, me estás desesperando —argumentó Keiji desde detrás de su computadora—. No te servirá de nada estar nervioso.

—Lo siento, pero no sé qué está pasando allí dentro y ya llevan mucho tiempo encerrados —soltó Kōtaro con angustia, ambas manos la tenía puestas sobre su cara.

Akaashi lo vio por unos segundos y luego desvió su mirada.

—Tienes razón, ya tardaron más de lo que deberían —dijo mirando la hora.

Se puso de pie y caminó hasta estar frente al aparato donde habían realizado la prueba de sangre, Bokuto lo siguió y se puso a su lado.

—¿Ya se habrán dado cuenta de que mintió? —susurro en el oído de Keiji.

—Lo dudo. Si fuera el caso, Oikawa ya habría salido a decir algo —dijo dándose la vuelta para encarar al mayor—. Quizás descubrieron que decía la verdad.

El peligris alzó una ceja con confusión.

—¿Crees que eso sea lo que pasa?

—Podría ser —expresó con desdén, lentamente se encaminó hasta llegar al sillón y se recostó en él.

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —preguntó abatidamente y se acercó al menor nuevamente.

—Tener nervios o miedo no hará que las cosas cambien, así que evito la frustración —se encogió de hombros mientras hablaba—. Tú deberías hacer lo mismo, te ves bastante tenso.

Kōtaro soltó todo el aire que tenía en sus pulmones en una gran exhalación.

—Bien, ya estoy mejor.

Akaashi comenzó a reírse.

—Por supuesto Bokuto-san —sarcásticamente dijo—. Desde aquí puedo ver que sigues muriendo de nervios, pero no te culpo. Si estuviera en una situación igual a la tuya yo estaría peor que tú.

El mencionado estuvo a punto de refutar cuando la puerta de la otra habitación se abrió y Oikawa salió de ella con un semblante muy serio.

—¿Qué pasó? —pregunto el peligris con notable angustia en su voz.

Tōru se mantuvo en silencio.

—No pudimos saber nada sobre este tipo —interrumpió Ennoshita entrando en el lugar con Sakusa a su lado.

Akaashi se levantó y miró a los tres chicos con el ceño fruncido.

—¿Cómo que no pudieron saber nada? ¿Tratas de decir que sí mintió? —preguntó con cierto temor.

—No Akaa-chan. La máquina nos marcó un error —respondió un poco molesto—. Tratamos de repetir el proceso y no seguía impidiendo el escaneo.

—Eso jamás había sucedido —murmuró el azabache—, ¿Ahora qué haremos?

—Si queremos saber qué hay de raro en él, tendremos que hacerlo como en el pasado —Chikara camino hasta la computadora de Keiji, escribió unas cosas y luego el aparato proyectó distintos materiales—, necesitamos esto.

En el holograma se podía apreciar cosas que se utilizaban en la medicina antigua, como un microscopio, hasta una gran máquina que anteriormente servía para hacer tomografías.

—¿Eso aún existe? —pregunto Bokuto con incredulidad—. Creí que estaban extintos.

—Si las hay en existencia todavía —añadió Oikawa —. El único problema es que no tenemos ese tipo de cosas aquí.

—Entonces ¿Qué se supone que pasará ahora? —Sakusa expresó.

Una sonrisa de suficiencia se colocó en el rostro de Tōru.

—Me alegra que lo preguntes.

Comenzó a caminar hasta el holograma, deslizó su dedo en el aire y la imagen cambió mostrando un mapa.

—Todo lo que nosotros ocupamos está ubicado en este lugar —nuevamente su mano se deslizó y el holograma proyectó un mapa en tercera dimensión —, en la antigua Flying City.

—No estás pensando en ir hacia allí, ¿Verdad? —interrumpió Keiji mirando directamente al castaño—. Ese lugar está hecho trizas.

—Eso mismo le dije yo, pero no me escuchó —añadió Ennoshita, ya sentado en uno de los sillones.

Tōru ignoró a sus dos compañeros y comenzó a escribir en la computadora.

—Estamos a tan solo cuatro días de viaje en carretera de la antigua ciudad —dijo sin más.

—¿Estás seguro de que allí encontraremos lo que necesitas para examinarlo? —expectante pregunto el peligris—. Podemos hacer una expedición para llegar hasta ese sitio.

—Sí —el mapa nuevamente cambió y se mostró un pequeño hospital—. Aquí es donde está todo lo necesario, en la clínica White Eagle.

—Entonces debemos ir lo antes posible —Kiyoomi se unió a la plática.

—¡Nadie irá a ningún lugar! —gritó Keiji irritado y las miradas cayeron en él—. No podemos confirmar que estos aparatos funcionen. Tōru, no debemos ponernos en riesgo.

—No lo haremos, crearé un plan suficientemente bueno para que no nos suceda nada —expresó el castaño.

—Aun así es muy peligroso, además como ya dije; nada nos garantiza que esas cosas sirvan. Ya han pasado muchos años desde la destrucción de la antigua Flying City.

—Lo haremos. Ya lo dije —soltó bruscamente.

Oikawa sabía muy bien que no había garantía ante lo que quería hacer, pero su orgullo estaba un poco herido por no haber podido saber qué era lo que ocurría con el cuerpo de Sakusa. Después de meditarlo por muy poco tiempo llegó a la conclusión de que haría lo necesario hasta saber la verdad y nada, ni nadie lo lograría detener.

Akaashi se desconcertó un poco ante la actitud del castaño, sin embargo; no podía dejar solo a su amigo y mucho menos antes un plan que pusiera en riesgo su vida.

—Entonces, ¿Cuándo iremos? —preguntó con interés.

—Supongo que en unos cuantos días, primero tenemos que preparar todo.

Los cuatro presentes en la habitación se acercaron a la mesa donde estaba el holograma y fijaron su mirada a lo que Tōru les mostraría a continuación.

—Básicamente la ciudad quedó destrozada después de la guerra informática —se proyectó nuevamente el mapa en tercera dimensión—. Como pueden ver todas las entradas o salidas están cerradas. No hay manera de entrar de la manera tradicional, pero nosotros tenemos otra forma de llegar al hospital.

La imagen se dividió a la mitad. Se podía visualizar el sistema de alcantarillas y a su lado se veía la ciudad desde una toma aérea.

—¿Quieres que lleguemos allí volando? ¿No crees que llamaríamos demasiado la atención? —Bokuto interrumpió con incredulidad.

Oikawa fijo su mirada en Bokuto y su rostro se transformó por completo, como si acabara de escuchar lo más tonto del mundo.

—No lo haremos así. Iremos por el sistema de drenaje —Oikawa cambió el holograma y se veían solamente los conductos por debajo de la localidad—. La actual ciudad comparte tuberías con la antigua, lo que nos facilita entrar en ese sitio.

—Si, pero solamente existen puntos exactos donde los conductos se conectan y eso es a las afueras de Flying city, lo que equivale a dos días de viaje en automóvil, sin contar todo el tiempo que pasaremos bajo tierra —argumentó Akaashi.

—Por eso mismo dije que debemos prepararnos bien antes de partir, porque esta misión no será nada fácil —su mirada se posó en Kōtaro—. Tendrás que elegir a tus mejores hombres.

—Solo irá: Kuroo, Iwaizumi, Sakusa y yo. Nadie más.

—Bien, entonces dejaremos todo esto hasta aquí —decidido hablo Oikawa—. Mañana continuaremos con el plan.

Notes:

¡Hola a los pocos que me leen!
Esta es la primera vez que dejo una nota desde que empecé a escribir la historia, y solo paso por aquí para disculparme por no haber subido algún capítulo desde hace dos semanas. He estado muy ocupada, sin embargo; a partir de aquí trataré de subir un capítulo cada domingo.

Chapter 8: Expedición pt. 1

Chapter Text

La guerra que se desató en el pasado, fue uno de los eventos históricos que marco completamente la historia de la humanidad. Ciudades enteras destruidas, daños en la naturaleza irreversibles, millones de muertes por todo el mundo, fueron algunos de los sucesos que trajo aquel conflicto. Gracias a eso; miles de avances tecnológicos se perdieron por completo, dejando al hombre al borde de la muerte, demostrado una vez más que la humanidad es solo una pequeña porción a comparación de lo grande que puede ser la naturaleza y la tecnología.

Una vez que la tierra logro recuperarse de los daños causados por las personas, una nueva organización se encargó de someter a todo aquel que se quisiera revelar y/o crear cualquier conflicto. Algunos dirían que fue lo mejor que pudo haber sucedido, sin embargo; eso fue el detonante que ocasiono todo lo que está pasando en el futuro.

 

Todo eso los llevo hasta donde están ahora.

 

Las semanas posteriores al suceso con Sakusa, fueron un completo caos, tanto para los soldiers como para Mastermind, pues ahora todos ya sabían de la misión que se llevaría a cabo y muchas cosas se murmuraban en el búnker. Al final de todo, Oikawa llego a un acuerdo con Bokuto, para que este mismo llevara más personal a la operación.

Se había decidido que esperarían un mes, antes de poner en marcha el plan y ahora solo les quedaban unas cuantas horas para terminar de arreglar los últimos detalles. Así fue como después de cuatro largas semanas, diez chicos se encontraban reunidos en la oficina de Oikawa.

—Bien, entonces cada uno de nosotros ya sabe lo que debe de hacer —hablo el castaño de pie frente a su escritorio—. Lo que está a punto de suceder es muy peligroso y no podemos tomarlo a la ligera.    

En tan solo un mes todos parecían más unidos.

Bokuto asintió con un movimiento de cabeza y posteriormente camino hasta estar al lado de Tōru.

—Esta será la última reunión que tendremos referente a esta misión, por lo tanto, también será la última vez repasaremos el plan —deslizo su mano en el aire y una proyección apareció mostrando la antigua ciudad—. Nos trasladaremos en la misma camioneta en la que llegamos. Los encargados de manejarla serán Hinata y Kageyama.

Los mencionados se miraron entre sí, antes de afirmar.

Tobio y Shoyo habían formado una extraña clase de amistad. Siempre se les podía ver juntos, sin embargo; la mitad del tiempo estaban discutiendo por quien era mejor en lo que hacían.

—Yaku y Lev estarán con ustedes cuando nosotros entremos en las tuberías, así podrán cuidarse la espalda unos a otros —esta vez hablo Oikawa.

—Ya sabemos que camino tomaremos y también estudiamos a detalle los planos de las alcantarillas —añadió nuevamente Kōtaro—, pero hasta ahora no hemos hablado sobre lo que haremos en caso de que haya infectados bajo tierra.

Akaashi cambio el holograma, el cual ahora mostraba el sistema de drenaje.

Los chicos reunidos prestaron más atención a lo que Tōru estaba a punto de decir.

—Como pueden ver las tuberías son muy estrechas, nos será casi imposible luchar contra ellos, sin embargo; descubrimos que esas cosas se vuelven inútiles si no comen, así que no estaremos en grave peligro.

—El verdadero problema se presentará si es que hay infectados al otro lado de la ciudad, porque podrían emboscarnos, ¿No es así? —pregunto Hajime clavando su mirada en la del castaño.

Después del disgusto que Iwaizumi tuvo con Oikawa al segundo día de su llegada, su relación no marchaba del todo bien, ya que por más que Hajime trato de darle una oportunidad a Tōru, este siempre terminaba irritándolo cada vez más. Lo que ocasiono que el del ceño fruncido le hablara únicamente cuando se trataba de algún tipo de trabajo en el búnker o algo relacionado con la misión.

—Así es, Iwa-chan —Oikawa sonrió con falsedad, pues ya sabía que al otro no le gustaba que lo llamara por ese apodo—. Por eso cada uno de nosotros llevará un arma, pero no como las porquerías que llevaban ustedes anteriormente.

Akaashi volteo los ojos ante el comentario innecesario de su amigo y posteriormente camino hasta un armario que estaba en la habitación para sacar lo que necesitaría a continuación.

—¿Qué es eso? —pregunto Kuroo con intriga, al ver lo que el de ojos azules tenía en manos.

—Son armas —contesto con desdén mientras le pasaba una bolsa a Bokuto.

El peligris fijo sus ojos en el contenido de dicha bolsa y su mirada se iluminó completamente. Tomo uno de los guantes que había adentro y lentamente lo deslizo por su mano derecha.

—¡No es cierto! —grito Hinata con sorpresa—, son como las que teníamos en el cuartel militar.

Bokuto sonrió en dirección del pequeño, luego estiro el brazo donde había colocado el guante e hizo como si sostuviera un arma. Una leve luz blanca se emanó y miles de nanopartículas comenzaron a salir a gran velocidad, tomando la forma de lo que parecía ser una pistola de nueve milímetros.

Iwaizumi aún con asombro, se acercó a su compañero y mirando en dirección de Oikawa dijo:

—¿Cuántas de estas tienes y de donde las sacaron?

Una sonrisa de suficiencia se posó en el rostro del castaño.

—Eso realmente no importa, lo único interesante es que tenemos suficientes para todos —hizo un movimiento de desdén con su mano—, lo que nos mantendrá más seguros.

 —Cada uno de nosotros tomara un par de guantes y tres pulseras con municiones, así nos podremos defender en caso de que suceda algo fuera de lo previsto —Keiji interrumpió, tomando nuevamente la bolsa y acercándola a los presentes para que tomasen lo correspondido—. Llevaremos más en caso de que las necesitemos.

Shoyo con una enorme sonrisa en su cara, metió su mano para sacar sus complementos, cuando Kageyama hizo lo mismo, por lo tanto su brazo y el del otro chocaron.

—¿Qué haces? ¿A caso no vez que es mi turno, Tontoyama? —soltó con molestia.

—¡Claro que no! Yo estoy antes que tú —contesto, mirando directamente al más pequeño.

Se observaron durante dos segundos y posteriormente sus ojos viajaron a la bolsa frente a ellos.

—¡No te atrevas! —grito Hinata antes de que los dos comenzaran a pelearse por quien tomaba sus guantes primero.

Su altercado duro no más de veinte segundos, llevándose la victoria el de cabello naranja. Los demás solo apreciaron en silencio, pues ya estaban acostumbrados a esa clase de escena.

Cuando cada uno en la sala tuvo listo su armamento, la atmosfera se volvió densa, pues solo quedaba poco tiempo para su partida y tanto los soldiers como Mastermind tenían una mezclan de sentimientos en su ser, porque estaban a punto de realizar una hazaña bastante peligrosa.

—Hay una cosa más —añadió Oikawa—. Nadie puede morir en esta misión.

La habitación quedó en silencio y los reunidos se miraron unos a otros para después asentir con la cabeza, sin decir una sola palabra.

El reloj siguió avanzando, marcando las tres de la tarde. Por fin había llegado el momento de retirarse. Lev y Yaku estaban subiendo a la camioneta los víveres y todas las cosas indispensables que necesitarían para su viaje. Se había llegado a la conclusión de que estarían fuera de la ciudad por lo menos una semana. Hanamaki y Matsukawa estaban nuevamente de guardia y como Oikawa confiaba en ellos, los dejo a cargo en caso de que algo sucediera con él. Lo mismo había pasado con Bokuto, quien dejo el mando a Osamu.

La despedida fue corta y el viaje en auto sería largo, por lo tanto, tenían que darse prisa. Una vez que todos estuvieron listos, Kageyama comenzó a manejar y dejaron atrás el búnker. Se decidió que intercambiarían el volante en el trascurso de las horas. La noche no tardo en llegar y la oscuridad se apoderó por completo de la carretera. Hasta ese momento todo parecía ir de acuerdo al plan.

—¡Demonios, estoy muy aburrido! —chillo Hinata desde la parte trasera de la camioneta.

—Y eso que solo llevamos un día de viaje —contesto Lev a su lado mientras hacia énfasis con su dedo—, nos falta otro más para llegar.

—Sin mencionar que ustedes se quedaran en el carro cuando nosotros entremos en los conductos —interrumpió Kuroo con burla, el cual iba en el mismo asiento que Iwaizumi y Bokuto.

—Ni siquiera ha pasado eso y ya no quiero hacerlo— se quejó el pequeño tapándose el rostro con ambas de sus manos.

—¿No puedes estar un solo momento sin molestar, Hinata? —hablo Kageyama desde adelante, fijando su mirada en Shoyo desde el retrovisor.

El de cabello naranja lo fulmino con los ojos, pero decidió ignóralo, pues ya estaba bastante frustrado como para pelear con el azabache.

—Creo que es momento de cambiar de conductor —dijo Oikawa, recargándose en el asiento que ocupaba Sakusa, quien estaba sentado frente a él—. Yaku es tu turno.

El que estaba a su izquierda acepto y la camioneta lentamente se detuvo. Se encontraban en medio de la nada, por lo tanto, no había rastro de infectados cerca. Kageyama descendió del vehículo y el de cabello castaño claro tomo el volante. Una vez que el cambio estuvo hecho el auto se mantuvo en silencio, pues la mayoría de los presentes estaban dormidos, ya que era de madrugada, sin embargo; la temperatura había bajado y eso no les permitió tener un sueño reconfortante.

Cuando el sol comenzó a salir Akaashi fue el primero en dar señal de vida en aquel lugar.

—¿Bokuto-san, podrías dejar de golpear mi asiento? —hablo con irritación en su voz—, si continúas haciéndolo harás que me duela la espalda.

El peligris paro de mover sus pies y se disculpó en voz baja, posteriormente tomo una botella que contenía agua y comenzó a beber de ella.

Kuroo no perdió el tiempo ante lo dicho por el de ojos azules y añadió una broma de mal gusto.

—Akaashi, estoy seguro de que realmente no te molestaría tener dolor de espalda por culpa de Bo.

El que estaba a su lado casi escupe el líquido que tenía en su boca por culpa de su mejor amigo, sin embargo; comenzó a toser pues había bebido mal por la impresión de lo que el otro dijo. Keiji decidió guardar silencio, aunque en el fondo se había sentido avergonzado.

—¡Gato mañoso, deja de molestar a Akaa-chan! —expreso Oikawa con diversión en su voz—, solo yo puedo hacerle ese tipo de insinuaciones.

En cuanto término de hablar una carcajada broto de su boca y el de cabello revuelto lo siguió.

Tetsurō y Tōru pasaban la mayor parte de su tiempo libre molestando al de ojos azules y al peligris. Aunque ningún de los dos se quejara, había ocasiones en que ambos se sentían realmente incómodos.

—Tú también deberías dejar de hacer eso —Iwaizumi se dirigió al castaño—. Ninguno de los dos tiene por qué hacer ese tipo de comentarios, si ellos están saliendo, ustedes no se deben meter.

—Nosotros no esta…

—Creo que hemos llegado —dijo Sakusa, Interrumpiendo al Azabache.

El automóvil siguió avanzando y a su izquierda estaba una cerca enorme de metal que rodeaba y separaba a la antigua ciudad, de la nueva. Los chicos fijaron su mirada al otro lado, podían apreciar terreno muerto y más lejos se veían grandes pedazos de metal.

—¡Woah, es peor de lo que imagine! —grito Hinata, pegando su rostro al vidrio de la ventana.

—Todavía falta tiempo para que lleguemos al lugar donde empezara la expedición —afirmo Bokuto mientras se acomodaba en su asiento.

—Exactamente, aún nos quedan dos horas más de viaje —añadió Yaku, con la mirada en la carretera.

El tiempo transcurrió de manera rápida y en menos de lo que pensaron, ya se encontraban frente a la planta de tratamiento de aguas residuales. Ahí se encontraba un sitio que les permitiría el ingreso a las alcantarillas.

El lugar se veía relativamente vacío y no parecía haber señales de infectados o de algún grupo de sobrevivientes cerca. Yaku se encargó de estacionar el auto cerca de la salida del estacionamiento en caso de que tuviesen que escapar. Rápidamente descargaron el equipaje y esta vez, tanto Hinata como Kageyama fueron los encargados de patrullar en caso de que alguien apareciera.

Una vez que todo estuvo listo, Oikawa pidió que se reunieran alrededor de él.

—Antes que nada, debemos descansar por hoy —dijo, mirando a los lados—. Mañana a primera hora partiremos. Ahora solo debemos montar las tiendas y preparar algo para que comamos.

Los chicos junto a él, asintieron y se dividieron para hacer lo que el castaño acababa de ordenar.

 Kuroo y Bokuto comenzaron a armar una de las casas de acampar.

—Hermano, deja de hacer esos comentarios respecto a Akaashi —susurro el peligris, mientras clavaba uno de las estacas en el suelo.

Tetsurō quien estaba colocando el cubre techo, lo observo durante un segundo y luego comenzó a reírse y a negar con la cabeza.

—¿Por qué?, ¿Te incomoda? —farfullo entre risas—. Jamás creí que mi mejor amigo tendría masculinidad frágil.

—No es eso. Realmente no me molesta, pero no sé si a él le incomode —dijo con la mirada puesta en el de ojos azules.

—¡Oh, vamos!, Creo que, si le fastidiara, ya me hubiera dicho.

—Creo que tienes razón, hermano —contesto, antes de ponerse de pie.

—Yo siempre tengo la razón, Bo —expreso con altivez y comenzó a acercarse a su amigo—, sin embargo; no me los tomes a mal, pero tengo que preguntarlo.

Kōtaro alzo una ceja e inclino su cabeza a la izquierda, pues no lograba entender a Kuroo.

—Bien, ¿Cómo puedo decir esto? —Tetsurō guardo silencio un segundo y bajo la voz, ante sus siguientes palabras—, ¿Te sientes atraído a Akaashi o algo por el estilo?

El peligris se puso rígido ante la pregunta del azabache.

—Oh n-no, en lo absoluto —negó haciendo un movimiento con sus manos—. No sé si lo has notado, pero el es un chico, al igual que yo.

Kuroo volteo los ojos ante la respuesta del otro y abrazo con fuerza a su amigo con una sola mano.

—Veamos, Bo, ¿Sabes en qué año estamos? —Bokuto asintió con la cabeza—, Y sabes que ser homofóbico es algo de la era de los cavernícolas, ¿verdad?

Kōtaro se libró del agarre de su amigo y lo miro con seriedad.

—Yo no soy homofóbico —afirmo con convicción—. Es solo que antes no me había sentido atraído por ningún hombre.

—¡Acabas de confirmar que si te gusta Akaashi! —casi grito de la emoción.

—No pongas palabras en mi boca que yo jamás dije.

—¡Dejen de perder el tiempo con sus tonterías y apúrense! —Interrumpió Iwaizumi, con varios pedazos de leña en sus manos.

Ambos chicos aceptaron y continuaron poniendo las demás tiendas, mientras los demás hacían distintas actividades, como; recolectar leña, patrullar, prender el fuego y preparar la comida para la cena.

Cuando la noche cayó, todos se encontraban sentados alrededor de una pequeña lámpara que apenas si alumbraba, pues no querían llamar la atención y atraer a los infectados. Cenaron en silencio y muy pronto llego la hora de dormir.

—La siguiente guardia la haré yo —sugirió Bokuto, poniéndose de pie— ¿Bro, vienes?

El de mirada felina estuvo a punto de negar, pero sabía que su amigo no lo dejaría decidir.

—Bien, vamos —reprocho con recelo y siguió al peligris.

Ambos amigos se alejaron lentamente del grupo y al cabo de unos minutos escucharon un ruido a su espalda.

—Vigilaré con ustedes —susurro Akaashi, caminando con tranquilidad.

—¡Oh, eres tú!, Pensé que había un infectado cerca —expreso Kuroo con cierta angustia.

—Oikawa me dijo que los acompañara, cualquier queja que tengas, dísela a él —hablo y se sentó en el suelo junto a Bokuto.

—Ahora siento que estoy sobrando aquí —una sonrisa de maldad apareció en el rostro de Tetsurō—. Creo que iré al baño.

Antes de que los otros dos pudiesen decir algo, el de mirada felina desapareció en dirección al campamento.

—Sinceramente, no creo que vuelva —soltó Bokuto, recargando sus brazos en su nuca.

—¿En serio? —sarcásticamente pregunto el azabache.

El mayor decidió no contestar y el lugar quedo en completo silencio.

Bokuto durante el resto de la noche, estuvo pensando en la plática que había tenido con su mejor amigo. A lo largo de su vida, nunca se había sentido atraído por un hombre y jamás dudo de su sexualidad, hasta que Kuroo le pregunto por Akaashi. Si bien, era cierto que pasaban mucho tiempo juntos, jamás habían cruzado la línea de la amistad y por si fuera poco, solo llevaban conociéndose poco más de un mes, por eso no se cuestionó sus sentimientos por el menor, sin embargo; ahora que estaban completamente solos, fue la primera vez en la que pudo apreciar el perfil del rostro de Keiji a detalle, se quedó observando el puente de su nariz, sus cejas gruesas y sus largas pestañas, pero Kōtaro se dio cuenta en ese momento que los ojos de Akaashi no eran completamente azules, sino que, tenían cierto tono verdoso. En ese preciso momento, Bokuto supo que en realidad si sentía algo por el azabache, pero en cuanto el pensamiento llego a su cabeza, inmediatamente lo descarto.

Después de varios minutos de pensamientos que lo atormentaban, se atrevió a decir algo.

—Oye, Akaashi.

El menor hizo un movimiento de cabeza para que el peligris supiera que lo estaba escuchando.

—¿Puedo hacerte una pregunta personal? —murmuro con nervios.

—¿Personal? —Bokuto asintió—, ¿Qué sucedió con las preguntas sobre búhos y su evolución?, Esas me gustan más.

—¡A mí también! Es muy interesante saber la historia de los búhos y tú sabes mucho sobre ello…—se detuvo, recordando su plática principal—, sobre la pregunta, en realidad no tienes que responder si no quieres.

—Bien, dime.

—¿Alguna vez has dudado de tu sexualidad?

Akaashi se quedó mirando fijamente al mayor, pero la expresión de su rostro seguía siendo la misma de siempre.

—Sí, cuando aún estaba en la escuela —expreso, apartando su vista—, pero ahora lo tengo claro, ¿Por qué la pregunta tan repentina?

—S-solo por curiosidad —se rascó la parte trasera del cuello.

—¿Y tú, has dudado?

—No, quiero decir; hasta el momento, creo que no.

—¿Crees?, ¿Esto tiene que ver con las bromas de Kuroo y Oikawa? —pregunto con incredulidad.

Bokuto se quedó en silencio, meditando un poco su respuesta.

—No, para nada. Lo que digan ellos, no me importa.

—Supongo que entonces, está bien. A mí no me molesta realmente.

Un silencio se volvió a prolongar en aquel lugar que ahora estaba totalmente en calma, sin señal de vida cerca. Bokuto respiro hondo antes de posar sus ojos en el cielo, desde el sitio donde estaban sentados se podían apreciar las estrellas en su plenitud, pues no había grandes edificios que taparan la vista.

—Es muy hermoso —dijo sin siquiera parpadear.

Akaashi miro de reojo a Kōtaro, antes de voltear hacia arriba.

—Lo es.

A mitad de la madrugada, tanto Lev como Yaku aparecieron y les indicaron a los dos jóvenes que ahora sería su turno de cuidar. El peligris y el azabache aceptaron y cada uno se fue a su tienda a descansar, pues en la mañana tendría que viajar a la antigua Flying city.

Los rayos del sol comenzaron alumbrar aquel sitio donde se encontraban los chicos y muy temprano se encontraban alistado sus cosas para partir. El desayuno fue muy breve y antes de las nueve de la mañana estaban todos listos para despedirse.

—Yaku, tendrás que hacerte cargo de estos tipos —ordeno Oikawa, mientras acomodaba una mochila en su espalda.

—Lo sé. Espero les vaya bien en esta misión, si tienes problemas no dudes en usar los intercomunicadores, estaré pendiente en todo momento.

—Gracias y en caso de que una horda aparezca, no duden en huir.

El de baja estatura asintió con la cabeza, aunque no estaba muy convencido de dejar a sus amigos atrás.

Los seis chicos caminaron hasta una habitación que se encontraba en el lado oeste de la planta y forzaron la puerta para poder entrar, cuando esto estuvo Iwaizumi fijo su mirada en el interior y este se encontraba completamente en oscuridad. Sakusa tomo una de las linternas y la encendió para alumbrar la sala. El sitio estaba lleno de cajas y no parecía haber nada fuera de lo común. Una vez que estuvieron dentro de la habitación, Akaashi alumbro aquel hoyo en el suelo y se percató de que tenía unos tres metros de profundidad y que contaba con unas pequeñas escaleras de metal. Cada uno procedió a colocarse su linterna en la parte superior de su cabeza y a ajustar los guantes en sus manos.

Bokuto fue el primero en comenzar a descender y en cuestión de segundos, toco el suelo nuevamente. Sus ojos lentamente escanearon lo que estaba a su alrededor.

—¿Bo, que es lo que vez? —susurro Kuroo a la pulsera que tenía en su muñeca.

 “No parece haber señal de infectados, pueden bajar.”

Cada uno escucho la voz del peligris en su oído, pues llevaban un intercomunicador, que les permitía comunicarse, aunque estuvieran a Kilómetros de distancia.

En cuanto todos estuvieron reunidos nuevamente, inmediatamente comenzaron a caminar, pues tenían un largo camino por recorrer y la oscuridad no los estaba sirviendo de ayuda. En ese sitio la humedad se sentía abrumadora y en ocasiones corrían ráfagas de viento que hacía que su piel se erizara. Lo único que podían escuchar era el sonido de sus pies tocando el suelo, sus respiraciones entre cortadas y las pequeñas gotas que agua que de vez en cuando caían. Una escena digna de una película de terror, pues las lámparas en sus cabezas solo les permitían poder ver a unos cuantos metros de distancia. Un rango bastante corto en comparación a lo que estaban acostumbrados.

Al cabo de unas horas de su larga trayectoria recorrida, Oikawa se detuvo, quedándose detrás de sus compañeros.

—¿Qué sucede? —pregunto Iwaizumi en voz baja, al darse cuenta.

—¿No escucharon algo? —apenas y su voz era audible y comenzó a mirar a los lados —, hay un sonido.

Los que estaban frente a él, se miraron entre sí y trataron de agudizar su oído.

—No logro oír nada —contesto Sakusa con irritación.

—¿De qué sonido estás hablando? —esta vez dijo Kuroo.

Oikawa se quedó en silencio y pego su dedo índice a su boca en señal de silencio.

Un crujido comenzó a escucharse desde donde minutos antes habían caminado, el ruido se escuchaba cada vez más cerca y con más potencia. Todos dirigieron su vista hacia atrás en el túnel, sin embargo; las linternas no les permitían ver más allá y lo único que apreciaban, era total oscuridad.

El temor se apoderó de los seis chicos, pues una extraña atmosfera se había apoderado del lugar.

—¡No sé que demonios sea eso, pero debemos correr ahora! —expreso Iwaizumi, retrocediendo lentamente.

Sin pensarlo dos veces, cada uno comenzó a correr a gran velocidad.

Akaashi preso del pánico, se mantuvo de pie, aún observando a la profunda penumbra. Nadie pareció percatarse de tal hecho, a excepción de Bokuto que inmediatamente tomo al menor de la mano y lo jalo para que corriera junto a él.

Nadie lograba distinguir que era lo que ocasionaba aquel extraño sonido, pero aún podían escucharlo a su espalda. En ese preciso momento no sabían que hacer, pues no tenían idea de a que se enfrentaban. Llevaba más de cinco minutos corriendo y se estaban cansando más de lo previsto porque el oxígeno en las tuberías era menor al de arriba en la ciudad, sin contar que cada uno, cargaba con una mochila llena de provisiones y otros artículos.

Cuando creyeron que la suerte los había abandonado, encontraron una desviación que dividía las tuberías en dos caminos diferentes. Eligieron el lado derecho y al avanzar se percataron de que en una de las paredes había una puerta de metal. Con rapidez, Oikawa trato de abrirla, pero no lo logro y en desesperación comenzó a golpearla, Iwaizumi quien estaba a su lado, lo empujo y él mismo comenzó a intentarlo, lográndolo con éxito.

Todos se adentraron en aquel sitio. Mantuvieron en silencio y se escondieron detrás de las cosas que había ahí. A fuera del lugar no parecía haber nadie, pero sabían que, lo que fuera que los estaba siguiendo, aún estaba detrás de ellos, pues se lograba oír el extraño crujido a lo lejos, hasta que nuevamente se escuchó cerca.

Bokuto que seguía sosteniendo la mano de Akaashi podía sentir que el menor estaba temblando y en cuanto el sonido proveniente de afuera se intensificó, el de ojos azules comenzó a dar respiraciones más veloces. El peligris que ahora estaba en el suelo, se acercó hasta estar frente al menor y colocó ambas palmas de sus manos en las mejillas de Keiji.

—Akaashi, tienes que calmarte —susurro a centímetros del rostro del otro —. Si continúas así comenzarás a hiperventilar.

Lentamente Keiji logro controlar su respiración, sin embargo; su cuerpo seguía temblando.

Los minutos siguieron pasando y el sonido dejo de escucharse por completo. Oikawa se deshizo de su mochila y se quitó la linterna de su cabeza, presiono varios botones en ella y luego se comenzó a proyectar un video de todo lo que había capturado desde que fue encendida, lo adelanto hasta la parte donde se percató del sonido y trato de subir el brillo de la imagen para saber qué era lo que había sucedido, sin embargo; no tuvo suerte pues no se lograba ver nada.

—¿Qué haremos ahora? —pregunto Kuroo, sentado en el suelo, al igual que los demás—, no saldremos, sin saber que carajos fue eso.

—No lo sé, creí que tal vez mi cámara había captado algo, pero como estuve en constante movimiento, la imagen no es nítida.

En ese momento Kōtaro recordó que el de ojos azules se había quedado más tiempo observando a la oscuridad.

—Quizás la cámara de Akaashi si capto algo —exclamo Bokuto, mientras le quitaba la linterna al menor.

—No escuchaste lo que dije, todos estuvimos en movimiento.

—Cuando comenzaron a correr, yo me quede de pie, hasta que Bokuto-san me jalo —susurro y bajo su cabeza.

Oikawa volteo a ver al mencionado y este le extendió la lámpara.

En esta ocasión el castaño redujo la velocidad del video y en la imagen se pudo apreciar una bestia de gran tamaño que estaba adherida al techo, su físico se asemejaba al de una araña, solo que con menos patas y ojos. Los seis chicos quedaron aterrados completamente con la apariencia de esa extraña criatura.

—¿Qué demonios es eso? —Sakusa hablo con cierto temor en su voz.

—Cuando dije; que aquí abajo no correríamos riesgo por los infectados, jamás pensé que algo así nos fuera a acechar —soltó el castaño mientras analizaba a la bestia.

—No creo que podamos salir de aquí con esa cosa afuera —añadió Kuroo, apuntando al holograma.

—Tampoco podemos quedarnos aquí —Iwaizumi refuto desde su lugar—. Hagamos un plan y larguémonos, ¿Cuánto tiempo falta para que lleguemos a la antigua ciudad?

Tōru saco una tablet de su mochila y comenzó a revisar su ubicación.

—Según esto, en dos horas estaríamos allí —nuevamente fijo sus ojos al aparato en sus manos y frunció el ceño con fuerza—. El mapa no me muestra la desviación que tomamos y muchos menos indica que aquí haya una habitación.

Deslizo su dedo en el aire y el mapa se proyectó, para que todos lo pudiesen ver.

—Supuestamente nosotros nos encontramos aquí —señalo un punto rojo que parpadeaba—, y como pueden ver, no hay nada de lo que mencione.

—¿Qué crees que signifique? —esta vez pregunto Akaashi.

Oikawa guardo silencio y negó con la cabeza.

—Entonces, no tenemos idea de donde estamos, ¡Genial! —sarcásticamente dijo Iwaizumi.

—La ubicación está bien. Cuando corríamos para acá, logre ver ese letrero de advertencia —afirmo Kōtaro, señalando el mapa— solo debemos continuar y lograremos salir.

—¿Y como haremos eso? Bo, no sé si viste lo mismo que nosotros, pero esa cosa es enorme.

—Si lo vi, hermano, pero como dijo Iwa; no podemos quedarnos aquí. Si eso vuelve a aparecer, yo me haré cargo de ella —expreso decidido.

El silenció nuevamente se apoderó de la habitación.

—Bien, continuemos entonces —Oikawa se puso de pie y coloco su mochila en su espalda—. Espero que hayan descansado lo suficiente porque esta vez correremos como desquiciados.

—Yo estoy listo.

Todos se pararon y comenzaron a acomodar sus cosas.

Kōtaro se acercó a Akaashi, pues el de ojos azules estaba algo distraído.

—¿Te encuentras bien?

Keiji seguía en el suelo y lentamente volteo a ver al mayor.

—S-sí. Yo lo estaré —susurro para después taparse la cara con sus manos —. Es solo que no sé si podre continuar.

Bokuto frunció el ceño y nuevamente se puso a la altura del otro.

—Sé muy bien que si puedes —coloco su mano derecha en el hombro del azabache —. Estaré a tu lado en todo momento, si te sientes mal nuevamente, puedes decírmelo con confianza.

Akaashi asintió y el peligris lo ayudo a ponerse de pie.

Salieron de su escondite y a fuera no había rastro de la bestia, así que continuaron con su camino, pero esta vez a mayor velocidad y con los nervios a flor de piel. Al pasar el tiempo estimado, los chicos se percataron de que no había señales de la salida, así que comenzaron a disminuir su velocidad.

—Llevamos más de dos horas corriendo, ¿Qué es lo que pasa? —se quejó Kuroo entre respiraciones.

Oikawa llevaba su tablet en manos e iba buscando la escalera que les permitiría abandonar ese lugar. Hasta que sus ojos la pudieron apreciar a tan solo unos pasos delante de él.

—¡Ahí esta! —grito de la emoción.

Rápidamente se acercaron a ella y esta vez el primero en ascender fue Akaashi, pero no sin antes colocarse una máscara de gas, los demás hicieron lo mismo, el de ojos azules no tuvo problema alguno y les indico a sus amigos que era seguro subir.

Chapter 9: Expedición pt. 2

Chapter Text

Al salir del sistema de drenaje todo parecía ser de otro mundo. Los seis chicos apreciaron algo que jamás hubieran imaginado. La antigua ciudad era un completo caos. Se había previsto que todos los planos que Oikawa había encontrado, serían diferentes en comparación a la ciudad real, pero jamás imaginaron que el sitio estaría destrozado en su totalidad.

Aún se podía apreciar unas cuantas estructuras de pie, pero la mayoría solo eran restos de construcciones. Bokuto mantuvo la esperanza, pues en ese momento se encontraban a las afueras de la ciudad, por lo que pensó que quizás el centro estaría en mejores condiciones.

Nada, ni nadie podía asegurar que estar en ese lugar sería seguro, porque la antigua ciudad se había declarado como zona de cuarentena en cuanto la guerra terminó. Si bien ya habían pasado muchísimos años de tal guerra, no existía un registro que la proclamara libre de residuos tóxicos y/o radioactivos. Como prevención de eso, Akaashi y Ennoshita habían creado una máscara antigás que les ayudaría en su misión. Oikawa también preparó varios dosímetros, sin embargo; hasta el momento, el aparato que llevaba cada uno en su pecho, no había marcado un rango alto de radioactividad, por lo que no corrían peligro.

—Akaa-chan, ¿Cuáles son los niveles de toxicidad en el aire? —pregunto el castaño, mientras buscaba algo en su mochila.

Keiji, quien estaba viendo fijamente el aparato en su muñeca, respondió con cierta alegría.

—Todo parece estar normal. Al parecer, no corremos peligro.

En medio de la angustia, una buena noticia llegó, pues los chicos ahora sabían que podían estar en ese lugar, sin correr el riesgo de morir por culpa de toxinas o radiación.

Lo que vendría a continuación, sería algo realmente agotador para ellos.

El plan hecho por Bokuto y Oikawa, marcaba que debían avanzar lo que más pudiesen, antes de que la noche cayera, pero el haber corrido durante tanto tiempo en medio de la oscuridad les estaba cobrando factura en ese momento.

—Saben, ya estamos aquí, lo mejor sería descansar —Kuroo dijo, sentándose en el suelo.

—¿Si sabes que el piso puede estar contaminado? —Sakusa habló, mientras veía con desagrado al de cabello revuelto.

—¡Oh, no!, ¡Voy a morir por un poco de tierra en mis pantalones! —dramatizó con una mano en su pecho—. No a todos nos molestan las bacterias tanto como a ti.

Kiyoomi guardó silencio ante el comentario de Tetsurō.

Después de tanto buscar, Oikawa por fin encontró lo que tanto buscaba. Se puso de pie y en manos traía lo que parecía ser una hoja maltratada, todos pusieron su mirada en él, tratando de adivinar qué era exactamente lo que tenía. Comenzó a extender la hoja y parecía ser una clase de mapa antiguo.

—¿Para qué es eso? —con intriga preguntó Iwaizumi.

—Nos ayudará a saber dónde nos encontramos —contesto sin siquiera voltear a ver al otro—. Este viejo pedazo de papel muestra cómo era la ciudad antes de que todo fuera destruido.

Akaashi comenzó a caminar hasta estar al lado de Tōru, cuando estuvo cerca, fisgoneó el mapa.

—¿Y cómo se supone que esto nos ayudará?

El castaño volteo a ver a su amigo y con incredulidad negó con la cabeza.

—Creí que eras más inteligente —se agachó y colocó el pedazo de papel en el suelo—. Estos mapas fueron creados con un sistema de posicionamiento global.

A todos les pareció interesante lo que Oikawa decía, por lo que comenzaron a rodearlo para saber más al respecto.

—Lo que nos permite saber dónde nos encontramos, con tan solo activarlo.

Procedió a teclear unas cosas en su reloj y posteriormente muchos puntos de color azul se iluminaron en el plano.

—¿No era más fácil usar tu reloj para saber la ubicación? —el de cabello revuelto dijo.

—¡Por supuesto! ¿Por qué no lo pensé antes? —con fingido asombro contestó—, ¡Ya lo recuerdo! Porque estamos en medio de un sitio que está totalmente destruido, donde los satélites no funcionan con normalidad y, por si fuera poco, tampoco cuento con internet para que el mapa cargue en mi reloj.

Tetsurō alzo las cejas y se sintió como un completo idiota, por haber preguntado algo que tenía una respuesta tan obvia.

Oikawa decidió ignorar lo que recién había sucedido y continuó con lo que hacía. Los puntos brillantes del mapa comenzaron a parpadear y después dos marcas de color rojo aparecieron, revelando su ubicación actual y el lugar, al cual querían llegar.

—Antes de abandonar el búnker, configure esto —señaló el papel en el suelo—, para que nos revelara dónde está el hospital. 

—Como ya estaba previsto, tardaremos aproximadamente de dos a tres días en llegar allí —añadió el de ojos azules, mientras analizaba a detalle lo que estaba frente a él.

—Entonces hay que irnos ya —Bokuto habló decidido.

Los seis chicos asintieron con un movimiento de cabeza.

Así fue como cada uno tomó su equipaje y un nuevo camino comenzó. Nadie estaba seguro sobre si había rastro de la infección en ese lugar, pues hasta el momento no había rastro de vida, además de ellos.

Oikawa, Sakusa y Akaashi tomaron la delantera, mientras Kuroo, Bokuto e Iwaizumi caminaban detrás de ellos. Los antiguos soldiers iban revisando el perímetro, tratando de asegurar que no hubiese peligro cerca.

Al cabo de unas horas y muchos kilómetros recorridos, el de mirada felina comenzó a quejarse.

—¡Ya no puedo más!, ¡¿De verdad tenemos que usar estas asquerosas máscaras?!

Akaashi volteo a verlo, sin detener su andar.

—Si quieres quítatela, pero no te ayudaré cuando las toxinas te comiencen a matar —soltó con un tono de superioridad, para después fijar su mirada de nuevo en el camino.

La máscara por la que Kuroo se quejaba tanto, era distinta a las de uso habitual. En su mayoría estaba hecha de cristal templado y tenía una franja de plástico flexible por todo su alrededor, este evitaba que los gases tóxicos se filtraran, también contaba con una larga manguera que se conectaba a un pequeño tanque, sin embargo; el contenido de este cilindro no era oxígeno común, pues el aire almacenado podía llegar a durar de cuatro a cinco días, sin ser un tanque extremadamente grande como los normales.

—¿Nunca te han dicho que a veces eres malvado? —pregunto sarcásticamente. Después se dirigió a su mejor amigo—. Bo, tu novio es una mierda.

Bokuto se puso rígido al instante, para después tomar a Kuroo por el cuello, como si estuviese en medio de un programa de lucha libre.

Continuaron su caminar, mientras ambos amigos jugaban a golpearse.

 

Los chicos se encontraban en medio de lo que parecía ser un viejo vecindario cuando la temperatura comenzó a descender, sin mencionar que, el sol ya estaba desapareciendo y solo unos cuantos rayos iluminaban los escombros de la ciudad. En ese momento, todos supieron que había llegado el final de su recorrido.

Pasaremos la noche aquí —ordeno el peligris mientras miraba todo a su alrededor.

El lugar estaba en mejores condiciones, en comparación a como se había visto la frontera.

—Sí, estoy de acuerdo —hablo Oikawa, soltando su equipaje y sentándose arriba de su mochila.

La misión que estaban llevando a cabo, les exigía demasiada energía corporal y quienes más sufrían por ello, eran los dos integrantes de Mastermind y el de cabello rizado, pues sus cuerpos no estaban acostumbrados a tener tanta actividad física. Para los soldiers era un poco más sencillo, ya que, durante su estancia en el cuartel militar debían someterse a constantes pruebas, que exigían buen rendimiento físico. Sin embargo; todos llevaban caminando más de once horas seguidas y ni siquiera se habían detenido para comer algo.

—¿Pondremos las tiendas o allanaremos alguna morada? —pregunto Kuroo con un tono divertido.

—Deberíamos dormir en las casas de acampar, a menos que quieras morir a causa de un derrumbe —Iwaizumi contesto mientras imitaba las acciones del castaño—. Realmente estoy muy agotado y hambriento.

—¿Podemos comer y después acomodar las tiendas? —esta vez quien opino fue el peligris.

Todos aceptaron en seguida, para que después comenzaran a caminar, hasta estar ubicados a lado de lo que parecían ser las ruinas de una iglesia.

Colocaron todas las mochilas juntas en el suelo.

Cada uno de los que estaban reunidos, cargaba consigo; un bolso con alimentos deshidratados e instantáneos, pues estos eran ligeros y de fácil preparación.

Sakusa traía en manos un pequeño aparato de forma cuadrada que tenía cinco círculos pequeños en el centro. Antes de dejarlo en el suelo, lo encendió y le colocó encima una pequeña lata de sopa. Al cabo de tres minutos comenzó a sonar una alerta indicando que el alimento estaba listo para ser ingerido. Los otros cinco chicos hicieron exactamente lo mismo, pero con su respectiva comida.

Cuando la noche por fin se hizo presente, todos estaban comiendo sus alimentos. El entorno en ese lugar se sentía diferente al de la ciudad moderna. A pesar de que ambos sitios estaban casi desérticos, la antigua Flying city era mucho más silenciosa. No se podía apreciar ningún tipo de animal y ni siquiera existía el rastro de algún infectado. La energía eléctrica era nula, por lo que los seis chicos tuvieron que usar nuevamente sus lámparas como iluminación.

—Yo cuidaré el campamento —interrumpió Oikawa en cuanto término de degustar su platillo.

Los que estaban sentados a su alrededor, lo voltearon a ver con incredulidad, ya que Tōru era pésimo con el uso de armas y, por si fuera poco, anteriormente había declarado que moriría primero, antes de pasar una noche en vela.

Kuroo no perdió su oportunidad de molestar al castaño.

—Me parece perfecto, yo opino que Iwa debería acompañarte —soltó, con una enorme sonrisa adornando su rostro.

—Eso es una excelente idea —Akaashi estuvo de acuerdo, solo para vengarse por las burlas que su amigo le hacía constantemente—. Iwaizumi no ha hecho la guardia hasta ahora.

En ese momento, Hajime quiso golpear a los dos pelinegros.

—Sakusa, tú no te libras —añadió Bokuto y Kuroo le dio una mirada de desagrado—. ¿Qué? Él tampoco ha cuidado mientras dormimos.

Tetsurō comenzó a reír y negó con la cabeza en repetidas ocasiones. Sabía muy bien que su amigo a veces no lograba captar los mensajes.

—Bueno, entonces esta noche; Oikawa, Iwaizumi y Sakusa, harán la guardia—dijo por último Akaashi, para que todos pudieran partieran a sus respectivas tiendas.

 

Bokuto se retorció dentro de su saco de dormir por quinta vez en la noche. Habían pasado dos horas desde que se recostó y no lograba conciliar el sueño. Se sentó lentamente y fijo sus ojos en su amigo, quien estaba completamente dormido, trato de despertarlo, pero no lo logro. No supo qué más hacer, por lo que tomó la decisión de salir por un poco de aire fresco. Rápidamente se colocó su máscara antigás, tomó su linterna y desactivo el sello que evitaba que los gases tóxicos entrarán a la tienda. Anteriormente, Oikawa había asegurado que el aire era libre de toxinas, pero que por seguridad debían usar la máscara el mayor tiempo posible.

En cuanto el peligris puso un pie fuera, sintió como una ráfaga de viento lo golpeó. «¿En qué momento el aire comenzó a soplar con tanta fuerza?», se preguntó. Su mirada viajó hasta donde estaba la fogata y se percató de que los tres chicos que rodeaban el fuego, no notaron su presencia. Por un instante pensó en acercarse, pero enseguida se arrepintió, así fue como sus pies se movieron hacia el lado contrario. No tenía ni idea de a donde se dirigía, solo sabía que necesitaba esa caminata nocturna a como fuera lugar.

Sus ojos estaban pegados al cielo, apreciando la luna llena y las espesas nubes que la acompañaban, cuando escucho un sonido. Rápidamente comenzó a buscar de donde provenía el ruido y se dio cuenta de la existencia de una luz detrás de un gran árbol seco. Las nanopartículas se activaron en su mano y tomo con fuerza su arma. Apunto hacia el árbol y antes de comenzar a avanzar apago su linterna. Dando lentas y cuidadosas pisadas, se acercó lo suficiente para poder ver que era lo que había del otro lado.

Sus ojos se agrandaron en cuanto vio a Keiji de espalda. El menor tenía un cigarro en la mano izquierda y su máscara en la derecha.

—¿Akaashi?

Al escuchar su nombre dio un pequeño salto y se dio vuelta con gran velocidad. No sé había percatado de la presencia de alguien más.

—¡Bokuto-san! —expreso con alivio al ver de quien se trataba—, ¿Por qué me apuntas con tu arma?

—Oh, lo siento, no sabía que estabas aquí y pensé que había algún extraño por la zona—dijo mientras la pistola desaparecía de su mano.

—Por un momento me asusté —llevo el cigarro hasta su boca.

El peligris se rascó el cuello con nerviosismo, pues jamás pensó encontrarse con el de ojos azules en medio de la noche.

—Yo no tenía idea sobre... —señalo el objeto que el menor tenía entre sus labios.

—No fumo. Bueno, al menos no lo hago a menudo —saco el cigarro de su boca y soplo todo el humo que tenía dentro—, me ayuda a no mantenerme ansioso.

Bokuto se quedó callado.

Aunque le desagradará la idea de que el otro fumara, no podía hacer nada, ya que, cada quien era libre de hacer lo que se le diera la gana. Además, Akaashi era un adulto al igual que él y había estudiado medicina, por supuesto que sabía que la sustancia dañaba su cuerpo.

Trato de relajarse y se acercó un poco más al azabache.

—¿Y por qué no estás durmiendo? —no supo qué más decir para evitar la incomodidad.

—No puedo hacerlo —dijo, antes de bajar su mirada al suelo.

—¿Por qué?, ¿Te sientes mal?, Podemos decirle a Oikawa que te revise y te dé medicamento.

Keiji resoplo y negó con la cabeza. 

—Antes de que pasara lo de la bestia en las alcantarillas, me dio un ataque de pánico —soltó, mirando hacia el cielo y devolviendo el cigarro a sus labios—, trate de controlarme, sin embargo; cuando Oikawa comenzó a decir que había escuchado algo, simplemente mi cuerpo dejo de responder.

Kōtaro escucho con atención al chico que estaba a su lado.

—Realmente no sé qué habría sido de mí, si tú no hubieses estado conmigo en ese momento —fijo sus ojos en los dorados de Bokuto—. Esa es la razón por la cual no he podido dormir, porque sigo aterrado.

El peligris recordó como Akaashi se había mantenido en silencio durante su estadía en el drenaje. Después de todo, ahora entendía el porqué de su respiración acelerada, el temblor de su cuerpo y el miedo que tuvo cuando salieron de la habitación donde se habían refugiado. «¿Cómo pude ser tan tonto para no darme cuenta?», pensó con tristeza.

—De verdad, lo siento mucho. Si tan solo yo lo hubiera sabido, no te habría presionado a seguir adelante —se disculpó cabizbajo—, ¿Es por eso que estás ansioso?

—No debes decir eso, gracias a ti estoy vivo —termino de fumar su cigarro, lo apago en el árbol para después guardar la colilla en el bolso de su pantalón—, y sí, necesitaba fumar o me volvería completamente loco.

Una vez más, el silencio reinó en aquel lugar tan solitario.

Lentamente Keiji se sentó en el suelo y recargo su espalda en el árbol viejo. Al ver la acción del otro, Kōtaro decidió imitarlo, colocándose a su lado.

—¿Te sucede a menudo? —el menor lo miro confundido—, me refiero a los ataques de pánico.

—Hace muchos años que no tenía uno —contesto el de ojos azules, abrazando sus rodillas—. No sé qué lo haya desatado.

—Quizás el estrés de la misión es el responsable —se quedó callado por un segundo—. En ocasiones eso me sucedía, cuando estaba en el cuartel militar.

Akaashi abrió los ojos por completo y miro a Bokuto con sorpresa.

—¿En serio?

—No, la verdad es que solo lo dije para hacerte sentir mejor, pero creo que solo hice que te preocuparas.

El de ojos azules se quedó callado, reprimiendo la risa que quería escapar de su boca.

—Siempre sabes cuando es el momento perfecto para decir alguna tontería.

—¡Ah, pero lo decía de verdad! —alzo un poco la voz.

En ese momento el menor comenzó a reírse con todas sus fuerzas.

—¿Sabes lo ridículo que te ves, en este momento?, No quise decir nada antes por qué no estaba de humor, pero Bokuto-san, las cintas de la máscara están haciendo que tu cabello luzca demasiado extraño.

El mencionado se sintió avergonzado, ya que cuando abandono la tienda de dormir, no se fijó en su apariencia física. Nunca imagino tener una aventura nocturna con Akaashi.

—¡No puede ser! —se quejó como si de un niño se tratase.

Tomo su máscara y la deslizo de su rostro, con sus manos intento arreglar su peinado y solo lo empeoro más.

Keiji seguía riéndose, pero en cuanto vio que Kōtaro estaba realmente frustrado, prefirió guardar silencio.

—Déjame ayudarte —dijo, acercándose al mayor.

Bokuto bajo las manos y Akaashi inmediatamente empezó a pasar sus dedos por los mechones bicolores. Con total concentración acomodo el cabello del otro y Kōtaro no pudo evitar pegar sus ojos en el rostro de Keiji, pues estaba a tan solo pocos centímetros del suyo.

Ninguno de los dos se dio cuenta del instante en que sus miradas se encontraron. El dorado brillante se perdió por completo en el azul profundo. En la atmosfera se podía sentir la tensión creada por los dos chicos. Lentamente Kōtaro se acercó un poco más hasta que pudo sentir su propio aliento contra el de Akaashi. Los ojos del menor bajaron hasta la boca del peligris, el otro replico la acción y mordió su labio inferior para tratar de controlar su impulso de besar al azabache. Bokuto se preguntó si lo que quería hacer había sido producto de la conversación que tuvo con Kuroo anteriormente. Hizo a un lado sus pensamientos para proceder a dar el primer paso. Así que se inclinó contra Keiji, con la esperanza de poder probar de sus labios, sin embargo; el pelinegro desvió su rostro hacia un lado, por lo que, el mayor termino recargando su frente en el hombro de Akaashi.

—Creo que lo mejor será que regresemos —susurro el de ojos azules.

Bokuto muerto de vergüenza, se alejó del otro.

—Puedes irte primero —hablo sin voltear a ver a Keiji —. Yo regresaré en un rato más.

Akaashi se colocó su máscara antes de levantarse del suelo. Una vez que lo hizo se fue, sin decir nada más.

Cuando el peligris estuvo solo por completo, llevo sus manos hasta su cara y las presiono con fuerza. Se sentía realmente como un idiota, pues no solo había querido besar al menor, sino que incluso lo intento y, por si fuera poco, no se cuestionó sobre la reacción que el otro tendría. «Al menos me rechazo con sutileza», el pensamiento lo hizo sentir un poco mejor.

Esa fue la peor noche que el peligris había tenido en su vida, ni siquiera sus años en la escuela militar le ganaban a la humillación que vivió con Akaashi.

Por otro lado, Akaashi llego a su tienda, se deshizo de su calzado y se acomodó entre sus sabanas.

Hasta el momento no tenía en claro sus sentimientos por Bokuto. Si bien, aceptaba que el mayor le parecía atractivo, no podía pasar por alto el tipo de relación que Osamu y Bokuto tenían. Recordaba a la perfección cuando el de cabello revuelto le dijo que ellos dos eran cercanos y él no quería entrometerse.

El tiempo siguió avanzando y Keiji no pudo dormir por más que lo intento. De un momento a otro su cabeza dejo de pensar en lo sucedido con Bokuto, para enfocarse solamente en el ataque de pánico que le dio durante el día. Trato de mantener sus pensamientos alejados, sin embargo; el que estuviese solo en plena madrugada no le estaba ayudando. Comenzó a sentirse mal, su cuerpo estaba sudando en exceso y deseaba salir corriendo de ese lugar. De pronto escucho ruido afuera, era una voz que lo llamaba.

—Akaa-chan, despierta —Oikawa entro a la tienda—. Ya amaneció.

Keiji se sorprendió por lo recién dicho, pues no se había percatado del tiempo transcurrido.

—¿Estás bien?, Te ves bastante pálido —se acercó lo suficiente como para sentir el calor que emanaba el menor.

—S-sí, yo estoy bien —tartamudeo mientras trataba de alejarse de Tōru.

Oikawa frunció el ceño notablemente.

—¡No, no lo estás! Desde ayer has actuado extraño —alzo la voz con molestia—, ¿Qué es lo que te sucede?

El de ojos azules se quedó en silencio, no podía responder porque ni él mismo tenía idea de lo que le pasaba.

—Bien, no tienes que decirme si no quieres —añadió al ver el rostro de frustración de Keiji—, pero sabes que puedes confiar en mí. Siempre.

Akaashi solo pudo asentir, pues lo que menos quería en ese momento, era recordar su ataque de pánico.

Oikawa abandono la casa de acampar y dejo que Keiji se alistara para salir.

Los demás chicos ya estaban afuera preparando el desayuno, para después seguir continuar con la misión.

Bokuto se encontraba sentado en dirección a la tienda del azabache y sus dos amigos estaban a su lado.

—¿Dónde demonios estabas anoche? —pregunto Kuroo, con una cuchara apuntando al peligris.

—Estuvo a tu lado —Iwaizumi fue quien contesto—, ¿O dónde podría haber estado?

—Este tonto no estaba conmigo cuando desperté, incluso me levanté a buscarlo, pero no lo encontré por ningún lado.

Bokuto bajo la mirada.

—Solo salí para orinar —mintió para no tener que contarle la verdad al pelinegro.

Akaashi por fin hizo su aparición, comenzó a caminar en la dirección de los chicos, pero en cuanto vio al de ojos dorados, prefirió desviar sus pasos a otra parte.

Bokuto bajo la mirada al suelo con frustración y Kuroo pareció percatarse de eso.

—¿Sucedió algo entre ustedes? —susurro en el oído del peligris.

—No, nada.

—Entonces ve a saludarlo —supo que su amigo le mintió y por eso hizo tal sugerencia.

—¿Discutieron? —añadió Hajime mientras seguía devorando su platillo.

Kōtaro negó con un movimiento de cabeza.

Tetsurō decidió que no era el momento para sacarle la verdad a su amigo, sin embargo; no descansaría hasta saber lo sucedido entre los dos chicos.

 

La hora de continuar con su aventura llego demasiado pronto para el gusto de todos. Debían darse prisa si querían llegar al hospital antes del anochecer. Tomaron nuevamente su equipaje y continuaron caminando por todos los restos de la ciudad.

El ánimo de casi todos parecía estar hasta el cielo, por lo que en el transcurso del camino llevaban una plática muy amena. Kuroo compartió las patéticas experiencias que había vivido durante sus años de escuela media. Al igual que contó la historia de cómo Bokuto y él se habían conocido. El relato era bastante gracioso, pues cuando el de cabello revuelto estaba en su etapa rebelde, salía a beber, la mayor parte de su tiempo libre. Si lo preguntaban, Kuroo realmente era un bebedor terrible y eso mismo hizo que en una ocasión armara un alboroto en las instalaciones de un bar. Al principio todo parecía apuntar a que sus acciones no le traerían problemas mayores, sin embargo; el dueño del establecimiento no opinaba lo mismo, por lo que llamo a la seguridad pública, diciendo cosas como qué, el de mirada felina estaba en contra del nuevo sistema del gobierno. Esto era considerado un delito bastante grave, ya que, los altos mandos de la ciudad querían mantener a todos bajo control. El joven Tetsurō fue aprensado por militares esa misma noche. Kuroo ni siquiera se opuso a su captura, pues estaba demasiado alcoholizado e incluso le pareció gracioso burlarse de sus captores. No lograba caer en cuenta de lo que se avecinaba para él. La condena para todo aquel que se revelara en contra del gobierno era la pérdida completa de sus memorias.

Trasladaron al pelinegro a un centro secreto de la corporación para llevar a cabo el reinicio de su chip, por suerte, Bokuto se encontraba en ese mismo lugar. El de cabello bicolor acababa de terminar su chequeo mensual, por lo que estaba a punto de retirarse de las instalaciones cuando vio a Kuroo sentado en una de las salas de interrogación. A Kōtaro le pareció interesante ver la tranquilidad del de mirada felina, a pesar de estar en ese centro de lavado de cerebro. Con gran intriga, se acercó a uno de sus compañeros y le pregunto sobre el chico de cabello extraño. El militar le explico la situación y Bokuto le agradeció antes de echar nuevamente un vistazo a Tetsurō. Se dio cuenta inmediatamente que el señor que había levantado el reporte, mentía, pues tan solo le bastaba con ver al pelinegro para saber que este, no tenía ni idea del porqué estaba en ese lugar. Gracias a las influencias que el peligris tenía dentro del ejército, logro hacer que el caso de Kuroo se revisara con más detalle y gracias a esto fue que el de mirada felina se salvó de perder todos sus recuerdos.

Desde ese momento, Tetsurō estuvo en contacto con Bokuto. Con el tiempo, ambos entablaron una gran amistad. Poco a poco, Kuroo se fue interesando en el trabajo de su amigo y tan solo después de un año, decidió inscribirse en el ejército, logrando no solo dejar su vicio por el alcohol, sino que también se volvió uno de los mejores integrantes de su escuadrón.

 

—Créanme cuando les digo que, gracias a este tipo estoy hoy en este lugar —abrazo a su amigo con una sola mano, mientras todos caminaban.

—Esa fue una historia bastante interesante, pero tengo una duda —Oikawa dijo, con un dedo puesto en su barbilla.

Ambos amigos hicieron un movimiento de cabeza para que el castaño continuara.

—¿Exactamente cuántos años tenían cuando todo eso pasó?

Kuroo pensó un poco ante dar su respuesta.

—¿Cómo diecisiete años? —dudando, volteo a ver a su amigo.

—Casi. Realmente teníamos dieciocho, hermano —Kōtaro contesto al instante.

El que había hecho la pregunta principal, se quedó con la boca medio abierta.

—¿Cómo demonios te vendían alcohol a los dieciocho? ¿Acaso tus padres no se hacían cargo de ti o qué? —con un tono agrio Sakusa hablo.

Tetsurō comenzó a reírse y su amigo lo imito.

—¿Si sabes de la existencia de las identificaciones falsas? —el de mirada felina se burló—, y solo para que no te quedes con la duda, mis padres se la pasaban viajando por trabajo, por lo que no pasaba mucho tiempo bajo su supervisión.

—Tengo otra pregunta —interrumpió el castaño—, ¿Desde qué edad entraste al militar, Bokuto?

Esa misma pregunta se estaba haciendo Akaashi, pues a pesar de que él y Kōtaro charlaban con frecuencia, jamás habían hablado sobre el tema. El pelinegro también sabía que el mayor llevaba bastante tiempo trabajando como soldado, pero no conocía la cifra exacta.

—Mis padres me inscribieron a la escuela militar desde que tenía quince y se supone que la edad legal para entrar es hasta los diecisiete, pero mi padre tenía mucho dinero e influencias que se lo permitieron —desinteresadamente contesto.

Había algo en el tono del peligris que le incomodo mucho al de ojos azules. Sabía que Bokuto intentaba hablar como si no le importara lo que sus padres le habían hecho, sin embargo; era más que obvio que eso le afectaba. Akaashi quería hablar con el mayor sobre eso, pero no se atrevía a dirigirle la palabra, no después de lo ocurrido en la madrugada. Por lo que prefirió seguir escuchando la conversación de los demás.

—Por lo que mi bro, llevaba en total nueve años, entregando su vida por la nación —nuevamente Kuroo expreso, para tratar de evitar que le hicieran más preguntas a su amigo—. ¡Oh, cierto!, Después conocimos a Iwa.

—No empieces, por favor —Hajime se quejó con molestia.

Iwaizumi se unió al escuadrón el mismo año que Tetsurō lo hizo. Ambos chicos compartieron las humillaciones que les hacían a todos los novatos. Después de todas las pruebas que vivieron, subieron su nivel físico y mental, hasta que los ascendieron de cargo. Los dos siendo muy amigos de Kōtaro, hicieron hasta lo imposible por formar parte de su mismo equipo y al final lo consiguieron. A partir de ese momento, los tres han compartido muchas experiencias, tanto buenas como malas. Cuando ocurrió el fallo de los chips, Iwaizumi y Kuroo, no dudaron en perseguir al peligris para escapar del cuartel militar y hasta el momento han logrado seguir juntos. 

Las burlas por parte del castaño no tardaron en llegar, en cuanto el de cabello revuelto termino de contar su relato. Todo parecía ir de maravilla para los seis chicos, puesto que nadie se percató del momento en que dos infectados aparecieron. Estos mismos no parecían ser iguales a los que estaban en la actual ciudad, sino que eran mucho más grandes, veloces y tenían sus sentidos mejor desarrollados.

Uno de ellos se abalanzó contra Sakusa, mientras que el otro ataco directamente a Oikawa. Todo sucedió tan rápido que, no les dio tiempo de reaccionar debidamente. El de cabello rizado logro esquivar al infectado que se fue contra él, sin embargo; Tōru no pudo hacer nada porque su atacante lo derribo por completo. Con desesperación, activo la arma en su mano derecha y con esta misma comenzó a golpear la cabeza del infectado, una y otra vez, pero no conseguía hacerle daño alguno. Iwaizumi actuó de manera rápida y disparo en repetidas ocasiones, apuntando al cráneo y logrando matar a quien atacaba al castaño. Otro par de disparos se escucharon al fondo, avisando que se habían deshecho de ambos intrusos.

El castaño se puso de pie con la ayuda de Hajime. Los seis chicos voltearon a su alrededor y las cosas se pusieron tensas en ese momento, pues se dieron cuenta de que no estaban solos en ese lugar, sino que había alguien más acompañándolos. No contaban con que los sonidos provenientes de las armas hicieran que su ubicación fuese revelada. Así que en un abrir y cerrar de ojos estaban completamente rodeados de infectados con super resistencia.