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Born Warriors

Summary:

La realidad virtual se ha apoderado del mundo.
Una macroempresa que se hace llamar "La corporación" es la responsable de crear los softwares de los servidores y los chips.

Nada de lo que era el mundo queda ahora. La ciudad está llena de un virus que amenaza la supervivencia de la humanidad, nadie conoce su origen o como combatirlo, la tecnología los arrastró hasta allí, primero el caos y luego todo se perdió.

"¿Cómo fue que llegamos a esto?" "¿Cómo lo solucionaremos?"

"Todos nosotros estamos viviendo un sueño, porque la vida no es lo que parece, todo es un desastre."

Chapter 1: The beginning of the end

Chapter Text

"La realidad virtual  será el fin de la raza humana."

 

—Hace un tiempo la vista desde este edificio era preciosa, podías ver cada uno de los letreros brillar y ver a la gente caminando hacia sus trabajos, casas o escuelas, ahora solo puedes ver cómo se devoran unos a otros —dijo Bokuto en un tono triste, desde la cima del edificio más grande del centro de la ciudad.

 

El futuro era algo que muchos deseaban poder ver y vivir, ya que gracias a la tecnología y realidad virtual podías hacer todo lo que quisieras; desde desconectarte del mundo real para viajar a tu videojuego favorito, hasta lograr tener todo el dinero virtual que desearas, ¿No te gustaba tu apariencia física? Fácil; te conectabas a un servidor y podías lucir como tú quisieras, ¿Tenías problemas que quisieras olvidar? te podrías someter a una técnica que podría borrar información de tu cerebro sin afectarte a gran escala. La realidad virtual igual  favorecía a  las medianas y grandes empresas, trataban de contratar empleados que tuvieran cierta adicción a la tecnología porque eso les permitía poder explotarlos. Todo estaba a favor del gobierno y de las personas con mayor poder e influencias. La mayoría de gente era esclava del sistema, casi nadie se quejaba por eso.

La realidad virtual se había apoderado del mundo, una macroempresa que se hacia llamar "La corporación" fue la responsable de crear los softwares de los servidores, tan grande era la influencia de la vida virtual que muchas personas optaban por no tener hijos para poder disfrutar más de esa realidad.

En el futuro las personas dependían de la tecnología más de lo necesario, tanto que desde el inicio de la creación del chip las pocas personas que se atrevían a ser padres tomaban la decisión de instalarlo en sus hijos en cuanto nacían, para que pudieran tener uso de la realidad virtual. Era una cirugía bastante fácil de emplear, rápida de ejecutar y con mínimo riesgo. El chip era incrustado desde el oído izquierdo y se dejaba implantado en el centro del cerebro, una operación que se realizaba en cuestión de minutos, muy pocas eran las personas que tenían alguna complicación y solo se habían registrado cien casos de personas que su cerebro rechazaba el implante. Casi todos tenían ese dichoso chip en sus cabezas, solo una minoría no lo tenían. La mayoría de ellos; eran personas de poco dinero y otras eran organizaciones en contra de la tecnología.

Todos creían que era una vida de ensueño, sin embargo; para las personas de bajos recursos era lo contrario gracias a que no podían pagar la cirugía de implantación, ante la sociedad ellos eran marginados y los despreciaban por no ser portadores del chip.

Un día primero de enero del año dos mil doscientos veinticuatro, las personas estaban celebrando la llegada del año nuevo, todos estaba eufóricos por haber logrado terminar un año más, fiestas se celebrarán por todo el país y mundo. Solo que algo era inusual, las personas estaban celebrando en un mundo virtual, muy pocos eran los que celebrarán en carne propia la festividad.

Un conjunto de ciudadanos estaban conectadas en un servidor que se preparó especialmente para la fecha, por eso es que las personas que estaban fuera del mismo, fueron los primeros es darse cuenta de que algo estaba mal, la gente con chip estaba actuando extraño.

El primer incidente fue fuera de un bar, un hombre empezó a atacar a una mujer, las personas que estaban cerca y notaron el extraño comportamiento del hombre, trataron de impedir que lograra su cometido, pero gracias a ello no lograron sobrevivir.

Lo que hizo que las personas en el mundo virtual se alertaran de lo que estaba ocurriendo fue que los servidores fueron apagados y cerrados, todos fueron regresados a sus vidas reales.

Nadie sabía que estaba pasando realmente, muchas personas empezaban a quejarse por redes sociales y otras estaban agradecidas.

 

 "¡Qué demonios!, estaba en medio de algo muy importante, necesito que se abran los servidores."

"Al  fin  podemos  festejar  como  personas normales ." 

 

Días antes de lo ocurrido aquel primero de enero, los servidores, la red y los chips estaban fallando, mucha gente estaba reportando lo sucedido, sin embargo; casi nadie le dio la importancia que debía tener, creían que era solo un error técnico que se solucionaría de inmediato, ninguna persona se imaginó que ese pequeño fallo fuera el causante del problema que vendría posteriormente.

Un grupo de personas que se especializaban en conocimiento avanzado de computadoras y de redes informáticas, en cuanto detectaron el fallo de los chips, comenzaron a trabar en un software que los protegiera ante un posible ataque en la red. Este equipo era conocido como "The Hackers", un grupo conformado por diez personas que trabajaba clandestinamente alterando servidores y creando sus propios programas. Eran reconocidos en lo más bajo de la ciudad y se les respetaba por su trabajo. El alias de su líder era "Kodzuken", se decía que nadie conocía su nombre real.

Lo que paso después de la festividad, fue lo que desato el caos, mucha de la gente que tenía un chip incrustado en su cerebro empezó a sufrir de dolores de cabeza, vómito y malestares musculares. Después de eso se empezaron a atacar unos a otros.

Las grandes ciudades eran las más afectadas, estaban repletas de gente que mordía, golpeaba, atacaba y mataba. Todo era un caos, los servidores habían caído, la tecnología nos les servía para nada, el internet no funcionaba, las pocas personas que aún no estaban infectadas del virus trataban de refugiarse y salir de la ciudad con prisa y precaución, sin embargo; otras preferían darse por vencido y morir.

Ese fue el inicio de la pesadilla...

 

Lo que estaba ocurriendo en el presente, era algo que nadie podía creer, ¿Cómo fue que de la nada todo se volvió caótico y peligroso?

Un año después del incidente en Flying city, la ciudad más hermosa del mundo moderno termino casi inhabitable para cualquier humano con uso razonable de su cerebro. Estaba llena de infectados, no había lugares para mantenerse a salvo, en todas las calles podías ver restos de cuerpos desmembrados, rastros de sangre, era una vista repugnante, nadie quería ver esas atrocidades o eso se creía, ya que esa misma ciudad era testigo de los diferentes grupos de rebeldes que se escondían allí, ejecutando sus planes e ideales para acabar con el terror. 

 

"En otras noticias; programadores de la corporación han estado tratando de resolver el problema de sus chips, el jefe de la macro empresa ha dado declaraciones escritas; donde dice que él no es responsable de los problemas ocurridos, al igual que el gobierno ha tratado de deslindarse de toda culpa, esto ha ocasionado muchas protestas afuera de las instalaciones de programación."  Sonaba nuevamente el mensaje por décima vez en la televisión.

Después del desastre del año veinticuatro, el único avance tecnológico que se mantenía casi intacto era nada más y nada menos que la electricidad, tenía algunos fallos, pero servía para que las pocas personas que se mantenían a salvo, pudieran sobrevivir por un poco más de tiempo.

En una habitación con dos camas se encontraban igualmente dos personas recostadas.

—Apaga esa maldita pantalla bro, no hay otra cosa, más que ese estúpido mensaje —se quejó, con voz soñolienta—, estoy tratando de dormir, mañana debemos salir a buscar municiones y comida.

—Lo sé Bo —su voz demostraba tristeza—, es solo que; estaba pensando en cómo fue que terminamos aquí, no me quejo. Estoy agradecido de estar vivo, pero todo parece un estúpido sueño.

—Todo es un estúpido sueño hermano, pero tranquilo, nosotros nos encargaremos de arreglar este problema, para eso hemos estado trabajando duramente —exclamo con seguridad.

Ambos sonrieron y se acomodaron mejor en cada uno de sus lugares para poder proceder a dormir. 

Los Soldiers, son un grupo de trece ex militares que trabajaban para el gobierno, aunque no compartían los mismos ideales, cuando los chips comenzaron a fallar ellos huyeron y formaron una división, actualmente se esconden en un pequeño edificio a las afueras de Flying city. Bokuto Kōtaro es el líder del escuadrón y Kuroo Tetsurō es su mano derecha y compañero de guerra. Es un grupo diverso, algunos tienen el chip incrustado y otros simplemente no, sus conocimientos se basan en el físico, como; fuerza bruta, peleas y uso de armas, actualmente no tienen bajas, ya que se especializan en combate.

La mañana se hizo presente reflejando algunos rayos del sol que se filtraban por unos pequeños agujeros en una madera clavada a una ventana. Bokuto, Iwaizumi y Kuroo se preparaban para abandonar sus instalaciones, se encontraban en la sala de artillería pesada como ellos la llamaban, preparando una gran mochila con las armas necesarias para evitar algún inconveniente.

—Yo no pienso cargar esa maleta —Kuroo dijo al mismo tiempo que se alejaba de la mochila.

Iwaizumi tomo la mochila y se la acomodo en la espalda, se dirigió hacia una puerta muy grande de metal.

—Kuroo, no es una maleta y aparte tú nunca quieres cargar las armas.

—Eso es cierto bro, estoy empezando a pensar que no eres tan fuerte como pareces —se bufó Bokuto, caminando igualmente hacia la puerta, mientras se acomodaba un par de pistolas en las fundas que colgaban en cada una de sus piernas—. Es hora de retirarnos. Nishinoya puedes abrir la puerta.

—¡No te preocupes Bokuto! Nosotros defenderemos el terreno mientras no estén aquí —un chico de cabellos naranja exclamo con una enorme sonrisa mientras entraba al lugar donde se haría la salida.

—Lo sé muy bien, confió en que lo harán —sonrió.

La puerta fue abierta y al otro lado se divisaba una pequeña cochera con tres autos. Una vieja camioneta Jeep Wrangler color negro fue el auto que escogieron, Iwaizumi arrojo la mochila en los asientos traseros y se subió, Kuroo abrió la puerta delantera y se colocó en el lado del copiloto, Bokuto lo imito solo que él se sentó en el asiento del conductor.

—¡Ah, tengo tanta envidia! —se quejó Hinata mientas los observaba dentro de la camioneta—, algún día yo seré quien la maneje.

Los chicos dentro del Jeep solo soltaron una carcajada. La camioneta se encendió y abandonaron su refugio. El trascurso del viaje fue agradable, escuchaban música en un volumen bajo y platicaban de cosas sin sentido.

—Es en serio hermano, necesitamos conseguir otro automóvil mejor, esta camioneta es bonita, pero ya es antigua —aseguraba un chico con cabellos revueltos en un tono bastante serio.

—Hablas como si no estuviéramos en medio de un maldito apocalipsis —enfatizo Iwaizumi desde el asiento trasero, observaba desde la ventana lo que había a sus alrededores.

—Lo sé, por eso mismo lo digo, quiero que por lo menos imaginemos que nada de esto ha ocurrido, como si solo fuéramos tres tipos que salen a pasear en su camioneta de lujo —se detuvo pensando un momento—, en cambio lo que hacemos es buscar comida para tratar de sobrevivir.

El ambiente se tornó un poco incómodo gracias al comentario de Kuroo, tenía razón, todos ellos querían que sus palabras se cumplieran, que fueran solo un grupo de amigos disfrutando de un buen paseo en vez de estar en la situación que estaban. Siguieron su viaje en silencio hasta que llegaron al centro de Flying city, una vez que estuvieron ahí, Bokuto disminuyo la velocidad y apago la música, debían ser sumamente sigilosos para no tener problemas con los infectados.

Estacionaron la camioneta entre unos callejones solitarios, antes de bajar Bokuto dio indicaciones en caso de que se separaran.

—Entonces, en caso de que por algún motivo nos dividamos, nos veremos aquí, no podemos abandonar a nadie, así que vengamos aquí de inmediato si algo se complica.

Ambos chicos asintieron. 

Bajaron de la camioneta, la cerraron y empezaron a caminar con armas en mano, Kuroo llevaba un machete en ambas manos y un revolver en la parte trasera de su pantalón, Iwaizumi iba cargando la mochila de armas y traía un cuchillo enorme muy afilado. Bokuto solo llevaba sus pistolas en funda. Merodearon por varias tiendas que se encontraban en la ciudad, buscaban comida y medicamentos que les fueran útiles, tenían suerte, ya que hasta el momento no se habían encontrado con algún infectado.

—Es impresionante la cantidad de cosas que hay en este lugar —el peligris dijo con felicidad—. Hay galletas, bueno, están caducadas, pero no creo que nos hagan daño.

Se encontraban en un supermercado, revisando las áreas de comida enlatada y la farmacia.

—Eso es porque la ciudad fue lo que cayo primero, no muchas personas se quedaron aquí —Iwaizumi recalco, tenía varias latas en mano y otras las estaba metiendo a su mochila.

—Creo que somos los únicos idiotas que nos quedamos —soltó una carcajada el de cabello oscuro que retumbo dentro del establecimiento, poniendo en alerta a sus compañeros—. Lo siento —se llevó ambas manos a la boca.

Pareció que nadie los escucho, así que continuaron recolectando comida y medicamentos, ya tenían lo suficiente para al menos dos meses, así que buscaron otros artículos, Kuroo estaba mirando la ropa, Iwaizumi y Bokuto tomaban, jabones, desodorantes, cepillos dentales, pensaban que si iban a morir al menos tenían que lucir y oler bien.

—Mira hermano, estos lentes se me ven fabulosos —expreso con voz seductora, apoyaba su mano izquierda en su cintura.

—Mm... Creo que tú y yo no tenemos la misma definición de fabuloso Bo —contesto Kuroo, su brazo hacia un movimiento extraño.

Ambos amigos tenían lentes con forma de corazón colocados en sus ojos. Bokuto portaba un enorme abrigo rayado de color blanco y negro, mientras Kuroo tenía puesto un collar de plumas de colores.

—Ustedes son tan patéticos —Iwaizumi interrumpió, viéndolos con una sonrisa en su rostro, movía su cabeza con desaprobación. 

Un ruido sordo los sacos de su diversión, después se escuchó un grito afuera del supermercado.

Los tres hombres salieron corriendo con armas en mano en dirección al sonido, dejaron las bolsas dentro, cuando lograron ver quien era el dueño de la voz, notaron que era un chico que estaba rodeado de gente infectada, se encontraba encima del techo de un autobús pidiendo ayuda.

—¡Akaa-chan, ayúdame! —desesperadamente grito—¿Dónde estás? ¿Por qué me dejaste solo?

Los tres amigos no dudaron ningún momento y se acercaron a matar a cada uno de los infectados que rodeaban el autobús, terminaron rápido con ellos y cuando voltearon a ver a aquel chico, ya no estaba, se miraron unos a otros con confusión y cuando se dieron la vuelta, tres personas les apuntaban, uno portaba un rifle, otro un revolver y el último cargaba una metralleta, lo que les sorprendió era que el mismo que sollozaba hace unos momentos, ahora los veía con odio.

—¡Vaya, vaya! ¿Pero qué tenemos aquí? Me encanta su atuendo, algo anticuado para estos tiempos —se burló el más alto de los tres tipos, tenía el cabello castaño y bien peinado, aún apuntaba a los soldiers.

Los chicos tiraron las armas al suelo y levantaron sus manos en señal de rendición, no querían problemas, tenían que volver a casa con sus compañeros, debían llevar la comida y los medicamentos, Konoha, Washio, Tanaka y Yamamoto los necesitaban. 

Bokuto procedió a hablar.

—No queremos hacerles daño, déjennos libres y nadie resultará herido —su tono de voz era más serio de lo normal—. Nosotros te rescatamos.

Los tres con armas en mano comenzaron a reír.

—Yo diría más bien que cayeron en su trampa. Tan ingenuos son que no se dieron cuenta de que llevábamos observándolos desde hace un buen rato —expreso un azabache de ojos azules.

—Es una verdadera lástima que hayan dejado sus bolsas con armas y comida dentro de la tienda, quizás con ellas tendrían oportunidad de escapar —un chico de cabello castaño claro de baja estatura hablo.

Los soldiers estaban en aprietos, sabían que si quisiera podrían desarmar y noquear a los tres que estaban frente a ellos, pero eso iría en contra de sus propios ideales, debía distraerlos y escapar, no querían usar violencia innecesaria, al menos no contra humanos sanos. Kuroo solo esperaba que su amigo diera la orden para acabar con quienes les apuntaban.

—Bien, quédense con las armas, solo queremos el bolso con las medicinas y la comida —Kuroo volteo a ver a su amigo con incredulidad mientras hablaba.

—¿Qué estás diciendo Bo? Nosotros necesitamos esas armas, sin ellas no duraremos si nos atacan esas bestias —se notaba molesto—. Solo acabemos con ellos y larguémonos, sabes que podemos hacerlo.

—No Kuroo, Bokuto tiene razón —se dirigió a los tres que los veían—. Solo déjennos llevar los medicamentos, mis hermanos los necesitan, sin ellos morirán.

El de cabello castaño los miraba con asombro, ¿Eso era todo? ¿Ellos en verdad les darían las armas tan fácilmente? ¿Su farsa había funcionado?, luego recordó que medicamentos había visto que los soldiers guardaron en los bolsos y pensó que los querían engañar.

—¿Qué clase de persona moriría sin una dosis de paracetamol y aspirinas? —sus palabras sonaban con obviedad para sus compañeros, pero no para los soldiers.

—Mis amigos, ellos realmente están enfermos, no sabemos que tienen, pero están muy mal —Iwaizumi estaba elevando la voz.

—¿Creen que con solo Paracetamol se van a curar? —se burló el más bajo.

—¡Maldición, no somos médicos! ¿Cómo quieren que sepamos que medicarles, si no tenemos idea de lo que tienen? Solo dennos la medicina, no les causaremos problemas.

Kuroo se estaba desesperando, debían huir de ahí, tomar los medicamentos e irse. Se estaba preparando para desarmar al más pequeño y tomarlo como rehén para que los dejaran ir, cuando el azabache interrumpió su pensamiento.

—¿Qué síntomas tienen sus amigos? ¿Están seguros de que no están infectados? Porque si es así, nosotros también ya nos expusimos al virus —lo último lo dirigió al más alto de sus compañeros.

—No están infectados, he visto que esas cosas se vuelven locas después de un día de exposición, ellos tienen fiebre, dolor de pecho, no comen, no pueden respirar bien, llevan en cama casi tres semanas y están helados —soltó Kuroo.

—¡Neumonía! —los tres hablaron al mismo tiempo, aun apuntando a los soldiers, asustándolos un poco.

El castaño comenzó a reír mientras hablaba.

—Sus amigos sí que terminaran muertos si les llevan esa basura y lamento decirles que ustedes probablemente también estén enfermos —se carcajeaba.

Los soldiers pusieron cara de terror cuando escucharon lo que el alto dijo.

Mastermind es un equipo lleno de personas con un cerebro singular. Está conformado por diez chicos que son extremadamente inteligentes, ninguno de ellos tiene incrustado el chip, ya que su ideología va en contra de él. Su inteligencia es diferente a comparación del grupo de hackers, ya que ellos se especializan en ciencias comunes como; Biología, Medicina, Química, Física. Cuando el incidente del año 24 ocurrió, alguien los traiciono y revelo la ubicación de una de sus bases, fueron atacados, y tuvieron que mudarse al centro de Flying city, donde ahora se encuentran viviendo porque ahí tienen lo necesario para sus investigaciones.

—Bien Akaa-chan, Yaku, creo que es mejor que les digamos que medicamento les salvara el trasero —se dirigió a los tres parados frente a él—, por su puesto si intentan algo estúpido no dudaremos en dispararles.

Bajaron las armas y los seis chicos se dirigieron nuevamente al supermercado para tomar las bolsas de comida, posteriormente salieron en dirección a una farmacia, para conseguir lo que les ayudaría a los soldiers.

—Si una persona está muriendo, lo peor que pueden hacer es buscar medicamentos en un supermercado.

—Lo siento, no lo sabía, lo tendré en cuenta —sonrió el de ojos color ámbar al de ojos azules mientras llegaban a la farmacia—, por cierto, mi nombre es Bokuto Kōtaro, ese de ahí es mi bro. Kuroo Tetsurō y el chico enojado se llama Iwaizumi Hajime. ¿Cuáles son sus nombres?

—Akaashi, Akaashi Keiji es mi nombre, el más alto se llama Oikawa Tōru y él —señalo al pequeño—, es Yaku Morisuke —tenía una sonrisa en su rostro, lo cual no era común en él.

—Akaa-chan si ya terminaste de coquetear podrías venir aquí y ayudarme a buscar la penicilina por favor —con una sonrisa maliciosa se burló de su amigo.

Ambos chicos aun parados en la puerta se sonrojaron, entraron en la farmacia y se separaron.

Todos buscaban lo que Oikawa les pidió, se dividieron y cada uno revisaba una sección diferente del lugar.

Kuroo se acercó a Bokuto, él veía a Akaashi a lo lejos.

—¡Vamos Bo! Ellos trataron de asesinarnos hace un rato ¿Por qué carajo parecías feliz hablando con ese tipo? —susurro.

—Kubro ¿No lo notaste? El arma de Akaashi ni siquiera estaba cargada, la del chico risueño —miro a Oikawa, quien estaba hablando con Iwaizumi—, aún tenía el seguro puesto. No son peligrosos, realmente no nos querían hacer daño. Parece ser que fuiste el único que no se dio cuenta.

Kuroo se sorprendió y resoplo.

Continuo su búsqueda de medicamentos durante un largo rato, estaban teniendo una plática con el otro grupo cuando de repente Yaku grito.

—¡Oigan, no los quiero asustar, pero creo que tenemos compañía!

A fuera de la farmacia se podían ver un grupo de alrededor de veinticinco infectados, trataban de entrar en el lugar, golpeaban los vidrios con fuerza.

—¡Demonios! Debemos salir de aquí, sabía que era mala idea entretenernos con estos idiotas —grito Oikawa, asustado.

Los soldiers actuaron con tranquilidad, cada uno tomo su mejor arma y se prepararon para la batalla.

Se sonrieron antes de caminar hacia donde estaban los infectados.

—¿Qué piensan hacer? —desesperadamente hablo Akaashi.

—¿No es obvio? Nos desharemos de la basura —Kuroo lo soltó indiferentemente.

Los tres integrantes de Mastermind los miraron con asombro, ellos jamás podrían enfrentarse directamente a los infectados, lo que les hizo cuestionarse si realmente estarían seguros en ese lugar.

Bokuto se adelantó y abrió un poco la puerta para que los infectados acercaran su cabeza, después tomo la navaja de su bolsillo trasero y la clavo en el cráneo de los que cayeron en su trampa.

—¡Vamos Bo, dejamos algo también!

—Abre la puerta completamente, nosotros nos desharemos de ellos.

Ambos estaban ansiosos.

Bokuto abrió la puerta un poco más y la atasco, para que por lo menos un infectado o dos entraran en el lugar a la vez.

Los tres amigos empezaron a pelear, a Iwaizumi le gustaba burlarse de los infectados, los dejaba acercarse demasiado a él y después de un solo batazo les deshacía la cabeza.

Kuroo por su lado les cortaba las piernas y brazos con su machete o directamente los atacaba en el cuello, sonreía mientras lo hacía.

En cambio, Bokuto optaba por hacerlo rápido, simplemente les enterraba la navaja en el cráneo.

«Nos hubieran matado en un abrir y cerrar de ojos si lo hubieran querido» Akaashi pensó mientras veía el espectáculo.

De un momento a otro Kuroo tropezó con uno de los cuerpos que yacían muertos, lo que hizo que cayera al suelo, dos infectados se abalanzaron contra él, con una mano coloco el machete entre la boca de uno y lo trataba de alejar, con el brazo libre empujaba por el cuello al otro, tuvo temor por un momento, hasta que Bokuto jalo a uno de los infectados y lo lanzo al piso, posteriormente le aplasto la cabeza con su pie, Kuroo pudo arrojar hacia un lado al que lo seguía atacando y se colocó de pie, luego simplemente le clavo el machete en el cuello.

—¡Ah, eso estuvo cerca! —exclamo mientras se echaba a reír.

Terminaron de asesinar a los infectados y luego voltearon a ver a los del equipo de Mastermind, ellos los miraban con incredulidad, estaban con la boca abierta.

—¿Cómo es que te puedes reír de algo así? ¡Estuviste a punto de morir! —Oikawa grito desde su lugar.

—No lo sé, quizás me burlo para no llorar —se encogió de hombros.

—Bro en verdad me asusté, por un momento pensé que te perdía —abrazo al de cabello revuelto—. Creí que cuando te quite al que tenías encima sería demasiado tarde.

—Kuroo, te hemos dicho que simplemente apuntes a su cabeza, de nada sirve que les cortes las extremidades, no mueren así —regaño el del ceño fruncido.

—Lo siento. Bo ya suéltame —empujo a su amigo.

Se acercaron a los tres chicos que estaban en lo más profundo de la tienda.

—Creo que lo mejor será que nos retiremos —exclamo en voz baja el más pequeño de los seis—, lo más seguro es que vengan más de esas cosas.

Tomaron sus pertenencias y caminaron fuera de la tienda, una vez estuvieron en la calle empezaron a correr hacia el lado izquierdo, debían darse prisa, ya que cuando aparecía infectados posteriormente aparecían grupos más grandes.

Corrieron durante cinco minutos aproximadamente, hasta que Akaashi hablo.

—Hay que entrar aquí —señalo un edificio—, no parece que haya infectados cerca.

Los seis ingresaron cuidadosamente al rascacielos, la planta por donde entraron parecía ser un antiguo local donde se vendía ropa, caminaron en medio de los estantes, hasta que el de ojos azules noto que ese lugar se encontraba en excelentes condiciones, lo que lo hizo alertarse.

—Debemos salir de este lugar, no creo que sea una buena señal que aún no lo hayan saqueado.

Aceptaron.

Cuando estaban a punto de darse la vuelta ocho infectados aparecieron, tenían una clase de collar en el cuello que los ataba a los estantes de las orillas, el grupo de los seis termino acorralado en el centro de la tienda, se habían descuidado, los soldiers tenía sus armas blancas en mano, en cambio los otros tres portaban sus armas de fuego, no podía utilizarlas, harían demasiado ruido y atraerían a más infectados, tampoco podrían simplemente sacar alguna navaja de la mochila. Bokuto estaba seguro de que los tres no sabían nada sobre combate cuerpo a cuerpo.

—¡Mierda! Iwa tu mata a los dos de la izquierda, Kuroo deshazte igualmente de los dos de la derecha y yo me encargaré del par de enfrente —ordeno.

—¿Y nosotros? —pregunto Oikawa asustado.

—No se alejen de nuestra espalda, manténganse lo más cerca posible y traten que los que están atrás no los toquen.

Los seis asintieron con un movimiento de cabeza.

Kuroo tomo nuevamente su machete y esta vez lo clavo en la boca de su contrincante y le partió la cabeza hacia arriba, al otro simplemente le golpeo el cráneo por la mitad.

Iwaizumi esta vez hizo un trabajo rápido, simplemente encajo el cuchillo en los ojos de sus adversarios.

Bokuto utilizo la misma técnica de la farmacia.

Cuando iban a atacar a los últimos dos, algo les llamó la atención, había alguien más en la sala.

—Gracias a ustedes tendremos que capturar a más podridos —soltó desganado un chico de sudadera roja, tenía las puntas de su cabello teñidas de rubio—, solo debían irse en cuanto los vieron.

—Espera, ¡Yo te conozco! —el de cabello negro revuelto lo grito emocionado, mientras señalaba al chico.

—Deben irse antes de que les lancemos más podridos —hablo mientras entraba al lugar, era un chico alto de cabello rubio con lentes.

Le susurro algo al oído al más pequeño y luego les devolvió una mirada aterradora, posteriormente dos personas salieron de detrás de unos estantes, uno llevaba a un infectado, lo sostenía con una especie de bastón con una cuerda que se envolvía en su cuello, el otro actuó demasiado rápido, tomo del cuello a Yaku con ambas manos y lo acerco al infectado

—¡Vamos no tengan miedo! No le haremos nada a su amigo si se retiran —expreso un chico alto y delgado de cabello negro, lucía un corte de cabello bastante extraño.

—Solo salgan de este lugar y no vuelvan —susurro el que sostenía a Yaku, parecía que estaba fastidiado con estar ahí, sus ojos verdes denotaban aburrimiento.

—Bien, nos iremos, pero primero suéltenlo —ordeno Bokuto.

—Lo haremos, cuando ninguno de ustedes este adentro —el rubio dijo—, lo prometo.

Bokuto miro a sus acompañantes, estaban angustiados, se les veía en la cara, Kuroo le lanzo una mirada de probación y con la cabeza señalo hacia la salida, así que uno a uno empezó a salir del lugar, hasta que solo el peliplateado quedo ahí.

Yaku estaba aterrado, jamás había estado tan cerca de un infectado, quería irse y que lo estuvieran sosteniendo del cuello no le servía de mucho.

—Ya déjenlo ir, ya todos están fuera, cuando lo suelten saldré yo.

El chico bajo de sudadera roja sonrió y comenzó a caminar hacia él.

—Eres el más peligroso de todos ellos, Bokuto —su sonrisa desapareció.

Pareció sorprenderse, ¿Cómo era que él sabía su nombre? ¿Quién era él en primer lugar? ¿De dónde lo conocía Kuroo?

Nada en su cerebro parecía encajar, lo que él no sabía era que había entrado al territorio de nada más y nada menos que los Hackers, el mejor grupo de informáticos, ellos podrían conseguir su información en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Por qué sabes mi nombre? Mejor dicho; ¿Quién carajo eres?

—Solo te diré que conozco la información de cada uno de los que te acompañan y quizás también sepa donde esta tu hogar— dijo maliciosamente —, para ser sincero; me sorprende que los de Mastermind se hayan juntado con ustedes, me pregunto ¿Qué hacen con el famoso grupo de Soldiers?

Todo en la mente de Bokuto se aclaró, ya sabía ante quién estaba. Kodzuken en persona estaba delante de él, los demás eran miembros de the hackers, eran muy conocidos antes del virus, el mismo dirigió tropas que buscaban los escondites de estos mismos, al igual que noto que las tres personas con las que estaban viajando desde el mediodía no eran nadie más que integrantes de Mastermind, por eso diagnosticaron la enfermedad de sus compañeros con rapidez, su cerebro hizo clic en ese momento, quedo boquiabierta.

— Por tu cara, puedo deducir que no tenías ni mínima idea de quienes eran ellos —expreso el de lentes, señalando a Yaku—. Ya perdimos mucho tiempo contigo, sal de aquí. 

Bokuto hizo lo que se le ordenó, su base estaba expuesta ante los hackers, no quería que les pasara algo a sus amigos. Caminó hasta que llego a la puerta y salió de la tienda.

—Goshiki ya llévate al podrido. Suna asegúrate que Yaku salga del edificio, avísenle a Kai y a Kunimi que deben colocar más podridos en la tienda —ordeno, mientras se iba por una puerta que estaba en la planta.

Obedecieron sus órdenes.

Suna llevo a Yaku hasta la puerta del establecimiento, luego lo empujó hacia afuera, cerró la puerta y se fue por el mismo lugar que Kenma.

Una vez todos estuvieron fuera, se veían unos a otros.

—¿Por qué no dijeron que eran de Mastermind? —el peligris estaba realmente molesto.

—¿Eso cambiaria algo? —respondió exaltado el de ojos azules.

Bokuto solo lo miro por un momento, luego se dio la vuelta y comenzó a caminar.

—Kuroo, Iwaizumi, vámonos —ordeno.

Sus compañeros lo siguieron y solo se despidieron de los otros chicos con un pequeño movimiento de cabeza.

Los otros tres tomaron la dirección contraria a los Soldiers y se perdieron al dar vuelta en una esquina.

—¡Es tan infantil! —se quejó Akaashi mientras caminaba—. No sé quién es más tonto, si él por creerse un buen líder o ellos que siguen sus órdenes.