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Seremos nosotros contra el mundo

Summary:

Steve Rogers no estaba destinado a conocer a Everett Ross, no estaba escrito que juntos descubrieran nuevas emociones, jóvenes risas al fugarse de clases, y ambos curarse aquellas grietas escondidas del alma reemplazándolas con raspones en las rodillas por huidas casuales.

Nunca se imaginaron que aunque las líneas paralelas nunca se crucen, pueden verse.

Notes:

Antes que nada hago este hincapié para hacer una muy requerida petición, le tengo mucho cariño a esta shipp "crack", pido respeto por ella. ¡Gracias!

(Para más fácil implementar una relación entre si, es un AU teen)

(See the end of the work for more notes.)

Chapter Text

La noche anterior, Steve Rogers se durmió con la esperanza de poder despertar en algún otro lugar, no importaba cual o donde, únicamente quería escapar lejos de su monotonía, y aunque sabía que nunca podría lograrlo con solo pensarlo, al menos le tranquilizaba imaginar una vida a su gusto.

La primera mañana de agosto entró por su ventana, las vacaciones de verano habían acabado, y un nuevo ciclo escolar empezaba.  

Justo a las cinco de la madrugada Steve despertó con la alarma sonando y el locutor del pueblo dando los buenos días, Steve odiaba aquel hombre, apagó lo antes posible el reloj y se levantó estirando brazos y piernas, hizo su rutina para calentar su cuerpo de joven atleta, media hora después pudo estar a gusto con su matutino entrenamiento, se duchó y cambió. Al momento de estar listo bajó las escaleras con su mochila en mano.

—¡Steve!—su madre Sarah le llamó. Ella tenía una rara intuición de saber exacto cuando estaba listo.

—Buenos días—saludó Steve entrando a la cocina.

—Buen día cariño—respondió su madre acercándose a él y besándolo en la mejilla.—Te preparé un desayuno rápido, lo siento mi niño pero hoy no comeré contigo, me tengo que ir al centro, hay una nueva tienda que está interesada en mi arte—dijo alegre aplaudiendo de la emoción.

—Está bien, suerte—se limitó a decir sentándose y colocando su mochila a un lado suyo.

—¿Te irás trotando o en bicicleta?—Preguntó Sarah.

Steve pensó la respuesta mientras pinchaba su comida, todo un desayuno completo, para nada fue algo “rápido” como dijo su amada madre, a Sarah le encantaba atiborrar de comida a su único hijo. 

—Bicicleta, no quiero llegar el primer día oliendo a sudor—Steve rió de sólo pensarlo. Tenía que cuidar su imagen.

—Muy bien cariño, cuídate mucho. Adiós—se despidió su madre dándole nuevamente un beso, pero esta vez fue en la cabeza alborotando su cabello rubio. Sarah salió de prisa por la puerta trasera (aquella que estaba en la cocina) sin darle tiempo a Steve de despedirse adecuadamente, con la boca llena de comida únicamente pudo decir “Uhum”.

Rogers suspiró renegado y terminó de comer. Lavó su plato y los pocos trastes en el lavabo, el tiempo le sobraba, al acabar tomó su mochila de la silla a lado de él y salió al garaje. Su bicicleta azul no la usó en todo el verano, cada que salía prefería correr o trotar, era su entrenamiento diario, y cuando no, Tony se aseguraba de recogerlo en su auto para salir con sus demás amistades.

Se montó en su bicicleta y comenzó a pedalear contra el sol de madrugada que detrás de él iluminaba coloridos los árboles, hojas rojas y amarillas bailaron con el frío aire. El clima era húmedo, cada que exhalaba vapor salía de su boca, sonrió pensando en lo encantador del otoño. Steve recorrió el camino con calma, aunque en esa carretera rara vez pasaban autos. La carretera era larga en forma de "v" y estaba en medio de un bosque. Árboles frondosos y enormes donde los rayos de luz se filtraban como lluvia.

Con calma y disfrutando del camino, sin darse cuenta llegó a la preparatoria, cientos de estudiantes que venían en grupo corrían apresurados.

—Deben ser los de primeropensó Rogers. Observó caras conocidas que andaban caminando, unos cuantos en bicicleta y muy pocos en auto, y uno de esos era su amigo Tony Stark que justo a tiempo había llegado. 

Steve bajó de su bicicleta y fue a colocarla junto a las demás para asegurarla y así ir con Tony, sin embargo, antes de marcharse notó que una de las bicicletas estaba en muy mal estado, la pintura roída y oxidada, de un color naranja carcomido por el sol. Parecía que en cualquier momento se desharía. Pero no le dio importancia. 

—¡Hey Steve!—Gritó Tony bajando de su auto rojo, un Ford Victoria del 51 (Steve recordaba hasta el año por insistencia de Tony, Stark nunca perdía oportunidad para hablar de su preciado carro).

—Buenos días Tony—saludó dándole un abrazo.

—¿Emocionado por la primera fiesta del ciclo escolar?—Preguntó Tony riendo y quitándose sus lentes de sol.

—¿Quieres decir el primer día del ciclo escolar? Si, me congelo de la emoción.—Respondió Steve.

Tony bufó y rodó los ojos.—Como quieras anciano, vamos a dentro, Bucky está ligando con las chicas nuevas en ese horrible y maloliente nuevo salon, el A2, ahí empieza nuestra primera gran clase.

Steve negó con la cabeza, su amigo Bucky era... Muy entusiasta con las mujeres, las adoraba como solo un adolescente puede hacerlo, y le gustaba también andar con cuantas pudiera. Dejando de lado sus pensamientos sobre Buck, siguió a Tony dentro de la preparatoria donde los corredores se iluminaban con un blanco clínico, llenos de alumnos aquí y allá inquietos. Steve no pudo evitar sonreír, había extrañado su preparatoria durante las vacaciones.

—Steve, adelántate. Tengo que pasar primero al laboratorio de química, Bruce llegó temprano—avisó Tony despidiéndose de Steve, se dio media vuelta y dejó solo a Rogers.

Para llegar al A2, los estudiantes tenían que pasar un largo pasillo estrecho que estaba al final del primer corredor (el A2 era un nuevo salón construido en el asueto de primavera, estaba un tanto desubicado, y lejos, de las demás aulas). Rogers caminó y caminó hasta que no hubo nadie alrededor, iba cabizbajo contando las losas aburrido, al momento de dar vuelta escuchó pasos, alzó la mirada y delante suyo vio a un pequeño muchacho rubio que venía en dirección contraria a él.

—Que color tan llamativo.—Se dijo así mismo Steve al ver la enorme chamarra gris que traía puesta el chico rubio.

Sus pasos se coordinaron, el muchacho volteó percatándose que no estaba solo en el pasillo, al instante sus miradas se encontraron, el azul de los ojos del chico fue magnético, un azul más fuerte que los ojos de Steve.

Rogers no podía despegar la mirada de él y tal parecía que el contrario tampoco quería dejar de verlo, continuaron fijos uno a otro hasta que sólo pudieron verse de reojo. Steve se detuvo, se quedó quieto meditando si voltear sería lo mejor, pero la razón le dijo que no y siguió su camino hasta por fin llegar al salón A2.

—Buen día soldado—saludó Steve a su mejor amigo Bucky al instante que entró a la sala y lo vio. 

—Capitán—respondió Bucky (desde niños tenían la costumbre de llamarse así), se levantó de su asiento dejando de lado a las chicas con quien hablaba.—Me alegro que ya estés aquí—se acercó a Steve recibiendolo con su "saludo especial" que consistía en picarle las costillas. Steve odiaba tal saludo, pero por esta vez lo dejó pasar con una sonrisa, no lo había visto en las últimas dos semanas del verano. Extrañaba a su escuela, extrañaba a su amigo.

—Veo que ya estás centrado en las clases—le dijo Steve haciendo referencia a las chicas detrás de su compañero quien lo estaban esperando.

—Ahhh si, este será un buen año Steve—palmeó el hombro de su amigo fuertemente.—Espero y tú también tengas acción, ¿has hablado con Peggy? Me enteré que todas las vacaciones las paso fuera del pueblo.

Steve estaba por responder pero un sonido de queja llamó su atención, giró y el sonido provenía por parte de una chica morena de grandes rizos quien anteriormente estaba hablando con Bucky, había otra mujer que cohibida se escondía detrás de la morena.

—James, ¿él es Steve? ¿Tu apuesto amigo?—halagó la morena moviendo su mano exageradamente. Steve dio una sonrisa forzada, no le gustaba cuando lo primero que le decían era una adulación pero tenía que ser amable.

—James Barnes—Steve llamó a su amigo alargando el nombre, sabía que lo odiaba, prefería que le dijeran por su apodo Bucky pero no se lo decía a todo mundo. James le miró frunciendo el ceño. Steve lo ignoró y dirigiéndose a las muchachas dijo—un gusto señoritas, Steve Rogers ¿ustedes son?—dejó la pregunta al aire.

—Emma—sonrió—ella es mi amiga Linda—presentó apuntado a la muchacha que salio detras de ella. Una castaña de cabello corto, muy corto para su gusto , de ojos grandes y verdes.

—Linda, linda, linda—Bucky empezó a decirle coqueto a la chica quien se sonrojó completamente.

Steve rodó los ojos hastiado, observó por la ventana que ya no había gente afuera, enroscó la manga de su sudadera para ver la hora en el reloj de muñeca que siempre traía, vio que eran las siete con veinte. Las clases de primero ya habían comenzado y en diez minutos empezarían las suyas.

—Chicas, siento que nuestra primera impresión haya sido tan corta, pero nuestras clases están por comenzar y no querrán perderse ustedes las suyas…. Que ya comenzaron—les dijo con la intención de que captarán que tenían que irse.

—¡Oh por Dios! Tienes razón.—dijo Linda preocupada.

—Bueno, bueno… Ansío volver a vernos. Adiós chicos—la chica presentada como Emma guiñó un ojo a Steve, tomó del brazo a su amiga y juntas se despidieron saliendo del aula casi corriendo.

En cuánto salieron Steve replicó—Bucky ¿Enserio? ¿De primero?—Steve preguntó burlón. Sabía que a su buen amigo le gustaba ligar pero muchas veces se pasaba de listo.

—Son lindas, admítelo. Y al principio no sabía que eran de primero—su amigo se excuso rascando su nuca penoso—ambas estaban aquí cuando llegue, les hable y salió la conversación de qué porqué aún no comenzaban las clases y pues... Ya sabes el resto—Bucky rió bobo encogiéndose de hombros.

Steve suspiró recio, su amigo no tenía remedio. Viendo más detenidamente el salón se percató de que casi no había personas, la fila penúltima y última estaban relativamente vacías.

—Será mejor sentarnos atrás—sugirió Steve.

Bucky asintió y tomando su mochila siguió a su amigo.

—Las de primero son lindas—habló de repente Bucky, habían formado un cómodo silencio y Bucky lo arruinó.

—No, ya sabes que… —Antes de poder terminar de hablar, Bucky lo interrumpió.

—Pero nadie como Peggy ¿no?—Preguntó sonriendo de lado.

Steve tosió repentino, no esperaba que hablaran de "eso".—Realmente estoy considerando que no podremos ser más que amigos—Steve resopló. Recordó el cabello largo y castaño tan hermoso de Margaret que brillaba por si solo, se emboba con ella. Su perfume y sonrisa, sus labios siempre rojos.

—¿Qué? Oye no, definitivamente tienes que andar con ella. Harían la pareja perfecta. Les queda estar juntos—le replicó Bucky. 

Steve salió de su ensueño, se sentía un poco incómodo al pensar que sus amigos lo alentaban a estar con ella únicamente porque " Les quedaba estar juntos " pero en el fondo él también sabía que era verdad. No tenían nada en común. Nunca hablaban, sólo se saludaban ocasionalmente y se mandaban sonrisas coquetas. Era él, el falsamente enamorado.

—No, ella es muy amiga de Sharon y se va a ver y sentir raro ahora andar con ella. No está bien.—Dijo Steve. 

Rogers anteriormente había salido con Sharon, no funcionó y al cabo de un mes terminaron. Steve usaba eso de excusa para no sentirse patético y tener que decir en voz alta "No sólo quiero una novia, quiero una persona para amar y ser amado".

—Tu eres el raro. ¿Cómo no vas a querer estar con ella? Además, Sharon es... Una X en esta ecuación—divulgó Bucky en lo que sacaba una libreta de su mochila.

—Ja, ja, ja—resonó en el salón, Tony había entrado al lugar riendo falsamente.—No expliques con álgebra lo que ni siquiera sabes sumar, James—dijo en voz alta haciendo que las pocas personas en el lugar voltean a verlo. Le fascinaba la atención a Tony. Bruce llegó detrás de él, traía cargando una medianamente grande caja de cartón, no parecía pesada pero la sostenía con mucho cuidado.

—Es Bu-cky, idiota—le contestó molesto, desde que Tony se enteró que Bucky odiaba su nombre lo repetía a todo momento.

—Está bien James. Perdón James. No lo volveré a hacer Ja-mes—Tony chasqueó la lengua en cada palabra. Se encaminó directo a sus amigos y se sentó enfrente de Steve

—Buenos días chicos—Bruce pasó las filas y se sentó delante de Bucky dándole una tímida sonrisa.

—Buen día Bruce—contestó amable, su voz cambió repentinamente de tono.

—Hola Bruce—saludó Steve conteniendo la risa, Bucky sabía tratar a la gente dependiendo de cómo lo trataran a él, sin embargo, le era muy divertido a Steve verlo enojado y luego imprevistamente agradable.—¿Qué hay en la caja?—preguntó tratando de cambiar de tema.

—¡Oh! Es nuestro pequeño amiguito Chester—dijo sonriente, dejó la caja en el piso pero del lado derecho para que así pudieran verla todos, mas Tony ya estaba en su teléfono ignorandolos.

—¿No debería estar en el laboratorio?—aseguró Bucky tomando entre sus manos al hámster café y rechoncho que estaba dentro de la caja. Era la mascota de la escuela, el único animal que permitían dentro.

—A nadie le importó que se quedara aquí las vacaciones así que me ofrecí a cuidarlo. Chester es muy inteligente.—Señaló Bruce.

—Cuidado James, Chester puede quitarte el puesto y ser tu la nueva mascota—habló de repente Tony sin despegar la vista del celular.

—Vete a la mie-

¡RING!

La campana tocó.

—Ajá, ¿qué más?—Tony preguntó sarcástico, gracias al timbre no se escuchó la tan mala hablada respuesta de Bucky.

Antes de que Bucky tuviera tiempo de contestar, una mujer de porte alto y bien vestida entró al salón, cerrando la puerta caminó al escritorio, sus puntiagudos tacones de aguja se escuchaba como piedras chocando contra vidrio, muy molesto, un sonido chirriante.

—Buenos días—dijo mirando detenidamente la habitación, con sus rasgados ojos recorrió cada fila. Bucky sintió que la mirada de la mujer duró mucho tiempo sobre él, dejó el hámster en su lugar para acomodarse mejor en su propio asiento.—Espero y todos hayan tenido un fantástico verano. Soy su maestra de literatura, Mila Theron, un placer conocerlos.—Sin más, sin por lo menos dejar que los nuevos se presentaran como era lo normal, la mujer comenzó a decir el plan de estudio y reglas de su clase.

Steve atento tomaba notas, aunque no le gustara ninguna clase en particular podría decir que se le facilitaba la comprensión y lectura clásica.

¡Toc! ¡Toc!

Alguien tocaba detrás de la puerta.

La maestra dejó de lado lo que estaba apuntado en la pizarra para ir a abrir. Fue una inesperada sorpresa que el chico de chamarra gris era quien tocaba, Steve había creído que era de algún otro grado menor a él, obviamente por la estatura, pero ahora que lo veía mejor, ahí parado y quieto a lado de la maestra era casi del tamaño de Tony.

—Tal vez unos centímetros más pequeño.—Analizó Steve.

El rubio volteó fijando su vista en Rogers, sus ojos nuevamente se encontraron. El muchacho rubio despegó la mirada de inmediato, entró al salón sentándose en la primera fila y primer asiento, la maestra le hizo una pregunta que Steve no pudo escuchar, Rogers vio como la maestra Mila pareció conforme con la respuesta del nuevo y así la clase continuó normal. Pasó una hora y el timbre de nuevo tocó.

—¡Yey! Toca química.—Habló entusiasmado Bruce.

—Maldición, apenas primer día y empezamos mal.—Renegó aburrido Bucky.

—Tu naciste mal.—Dijo Tony.

—Por favor no empiecen a pelear.—Pidió Steve torciendo los ojos, Rogers estaba acostumbrado a las pequeñas riñas entre sus amigos pero aún así seguían igual de molestos.

—Dile al maldito gnomo que no empiece.—Replicó Bucky apuntando con el dedo a Stark.

Steve resopló y los ignoró, vio cómo Bruce lo volteaba a ver y se encogía de hombros.

—Vamos a la siguiente clase y punto.—Dijo Steve, se levantó y sin ver si sus amigos lo seguían fue al laboratorio de química, observó al pequeño rubio juntar sus cosas y salir también. Estando en el pasillo Steve adelantó sus pasos con la intención de hablarle.

—¡Hey!—Gritó alguien detrás de Steve.

El chico de chamarra gris volteó.

—Stephen.—Dijo el rubio.

Steve se sorprendió al ser según él llamado por el chico nuevo, pero la confusión duró segundos ya que un muchacho alto y castaño, con una gabardina roja, pasó a un lado de él yendo con el nuevo . Steve reconoció a Stephen (pero solo sabía de él por su apellido, Strange), recordó vagamente haber cursado ética con él como castigo el año pasado.

—¿Cómo estás Rossie?—Preguntó Stephen con voz cantarina.

—Vete a la mierda, no me gusta que me llames así.—Respondió enojado el rubio, su cara con ceño fruncido y ligeramente roja por que Stephen había llamado la atención con su grito.

—Uy, lo siento Everett.—Se disculpó con una sonrisa Stephen.

—Vamos a clase.—Dijo Everett sin devolverle la sonrisa.

Steve se había quedado parado escuchando todo, le fue indiferente si estorbaba en medio del pasillo, pues únicamente quería apaciguar su curiosidad de averiguar el nombre del chico nuevo. También descubrió que Strange conocía al chico.

En química Everett se presentó formalmente.

—Mi nombre es Everett Ross.—Había dicho sin mucho afán.

La clase pasó tediosa y lenta, siguieron las demás materias y Everett no estuvo en algunas, así como tampoco lo estaba Tony o Bucky, tenían planes de estudio distintos.

La última campanada sonó.

—Hora de irnos, guapos.—Anunció Tony colocándose sus lentes de sol.

—No lo creo enano, Steve y yo tenemos el primer entrenamiento en grupo.—Anunció Bucky colocando un brazo encima de la cabeza de Tony haciendo que Stark se enojara y lo empujara.

Stark bufó molesto.—Jodete, James.

—Adiós Tony, nos vemos mañana.—Steve se despidió de Stark mientras tomaba a Bucky de la chamarra y esté paraba el dedo medio a Tony.

Rogers junto con Barnes después de cambiarse adecuadamente fueron al campo de fútbol, ahí se encontraron con sus demás compañeros.

—¡CA-PI-TÁN!—Gritaron todos los demás jugadores al unísono al ver nuevamente a Steve.

Un hombre mayor y risueño aparecio detras de los jugadores, era el entrenador, alegre fue a recibir a su deportista estrella.—Un gusto volver a verte Rogers.—Saludó el entrenador Billy con un abrazo.

—Lo mismo puedo decir señor, le alegrará saber que nunca deje de practicar.—Steve correspondió el abrazo.

—En ese caso, será más fácil que estés hoy en la banca, tenemos que hacer audiciones Steve, los de último año salieron y ahora tu eres el último grado. Tienes más responsabilidades. 

Steve escuchaba atentamente, desconcertado por que nunca, ni en entrenamientos, había estado en la banca.

—Cuando llegue el primer partido Rogers, felicidades porque tú guiarás a los nuevos, pero por ahora, descansa un poco. Nunca creí decir esto pero, Steve, a la banca.—El entrenador ordenó con una divertida sonrisa, no era mal intencionado, sin embargo, Steve no tenía nada que hacer en el campo.

Steve rió—esta bien, aún sigo siendo el capitán así que será mejor verlos desde arriba.—Trató de verle el lado positivo, se decepcionó al no estar con su equipo después de semanas.

Bucky estaba divirtiéndose con los demás, riendo a carcajadas sin darse cuenta de que Steve se retiró. Steve no tenía planeado quedarse mirando el entrenamiento cómo le dijo a Billy, por su cabeza cruzó la idea de volver a cambiarse e irse a casa, no obstante justo cuando iba de regreso al gimnasio vio a Everett sentado en las gradas, su mirada perdida en el alboroto de jugadores aquí y allá. Sin pensarlo dos veces Steve subió las gradas.

—Hola.—Saludó Steve yendo a sentarse a un lado de Everett.

Everett se sobresaltó por la repentina apareció de Steve, lo volteó a ver recorriendo con su mirada arriba y abajo.—Hola.—Finalmente dijo.

—¿Quieres unirte al equipo?—Preguntó Steve con una sonrisa.

—No lo creo, prefiero no perder neuronas chocando con otra gente.—Respondió Everett viendo directamente a Steve.

Rogers levantó una ceja divertido.—No eres de por aquí, pero ya hiciste un amigo. Strange.

—Supongo que te gusta espiar a la gente. Y no, me acabo de cambiar de escuela.—Respondió Everett—Strange es mi amigo de hace años.

—Soy un profesional en espiar.—Steve le siguió el juego esperando que ambos se sintieran más a gusto así.

—Te descubrí, no eres un profesional.—Ross soltó una pequeña risa.—¿Cómo te llamas? Tal parece que eres el capitán.

—¿Ahora me espías tu?

—Cómo si no tuviera nada mejor que hacer, escuché a tu ejército gritarlo.

—Steve Rogers, un gusto Rossie.—Respondió Steve sin querer realmente decir eso, el apodo se le había quedado grabado pero también la cara de disgusto de Everett al oírlo.

—Tomas mucha confianza, Steve.—Dijo Everett nuevamente serio, su sutil sonrisa se había deshecho.

—Yo.. Amm, lo siento.

Everett notó el rostro sonrojado de Steve por la pena.

—Strange es un verdadero genio al inventar apodos idiotas. No es tu culpa, cualquiera que los a escuchado alguna vez me a dicho así, y otros peores.

Steve se mordió la lengua, la pena aún hormigueaba en su vientre. —Tengo un amigo, Tony, y mi mejor amigo Bucky, ambos se odian entre sí, aunque sospecho que en realidad Tony lo hace porque le gusta Bucky... Espero y solo sea mi imaginación. También se dicen siempre los peores apodos, muy malos en realidad.—Comentó Rogers tratando de nuevamente aligerar el ambiente, nunca había dicho en voz alta su sospecha.

—Creo que ya se a quienes te refieres, en química estuve sentado detrás de ellos y no paraban de molestarse.

—Aunque cualquiera puede molestar a alguien y a un así no gustarse.

Ambos se quedaron en silencio, los muchachos habían hecho un falso touchdown y gritaban como locos en el campo.

—Yo le gusto a Strange, él hace lo mismo conmigo.

Steve miró extrañado a Ross, no esperaba una confesión así.

—Finjo no saberlo—retomó la palabra Everett—es más fácil ignorar las suaves caricias y roces de manos, los abrazos "sorpresa" y apodos cariñosos.

Steve escuchaba atento sin saber qué contestar.

—Llegará el momento y me lo dirá, y yo lo odiaré y me odiaré a mi después.

—Entonces has que no llegue.—Respondió Steve. El silencio nuevamente cayó, pasado unos minutos Steve nuevamente habló—nunca le había dicho a nadie mi gran conjetura de que mis amigos tenían una tensión romántica entre ellos.

—En internet lei que es fácil abrirse sin miedo a los psicólogos porque son desconocidos, no te juzgan, no saben nada de ti. Sólo escuchan.—Everett vio de reojo a Steve—Tal vez por eso me contaste tu suposición. Somos desconocidos.

—No… —Dijo Steve riendo de lado viendo directo a los ojos de Everett.—No te conté esto porque somos desconocidos y no me vas a juzgar, te lo conté para precisamente dejar de ser desconocidos.

Everett parpadeó repetidamente, giró su cabeza al campo. Se lamió los labios y sonriendo dijo—Si que sabes hacer nuevos amigos.

Así mismo Steve sonrió fijando su vista al campo.

—¿Qué estás haciendo aquí? digo, si no te molesta la pregunta, ya que los unicos que se quedan después de clases son los jugadores.

—Perdiendo el tiempo….—Contestó Everett comenzado a levantarse, sacudió su chamarra gris y dijo—pero ya fue suficiente, me voy a casa.

Rápidamente Rogers también se levantó—igual yo estaba por irme, ni loco me quedo a ver como juegan sin mi. 

—¿Te irás así? ¿Con hombreras y pulcro uniforme?—inquirió Everett entre dientes casi riendo.

—Si ¿Por qué no? Hay que ahorrar tiempo. 

Ambos no dijeron nada, Ross con una sonrisa bajó las gradas con Steve detrás de él, continuaron así hasta llegar a la entrada de la escuela donde estaban las bicicletas. Había únicamente tres bicicletas en el lugar, la suya, una blanca con flores y la anaranjada vieja. Everett sin poner atención a la miraba de Steve sacó aquella oxidada bicicleta. 

—Si la sigues viendo así, se le va a caer una llanta, Steve.—Comentó burlón Ross montándose encima.

—¡Oh! Lo siento, no fue mi intención.

—No hay problema, se que es una mierda, pero es lo que hay.

Steve subió al asiento—¿vas al norte o sur?

—Sur.

—Vamos a donde mismo, ¿algún problema si vamos juntos?—preguntó Rogers sin saber de donde salía “valentía” para ser tan directo.

—Está bien.

Everett fue el primero en avanzar, pedaleando a un ritmo neutral Steve pudo alcanzarlo fácilmente y estar lado a lado. Tranquilos y solos se movieron por la carretera, solamente el sonido del frío aire chocando las hojas y las delgadas llantas pisar guijarros eran la sonata de la tarde.

—¿Vives más allá de la segunda caseta?—Preguntó Steve tratando de hacer una conversación.

—Si, una media hora más para pedalear.

—Ya veo porque no ibas a nuestra preparatoria, te queda más cerca la del otro pueblo ¿verdad?

Everett hizo un ruido de confirmación.—Lamentablemente me ausenté unos meses y ya no pude ingresar este semestre, o ciclo, la verdad que no me importa. 

—Te va a gustar nuestra escuela, grandes salones, un enorme campo y un perfecto menú en el comedor, como debes de haber ya confirmado.—Dijo Steve voz dramática, como quien sale en un tele-anuncio. 

Everett soltó una sola carcajada—Strange me dijo todo lo contrario. 

—Debe de conocerte bien.

Ross simplemente se encogió de hombros, estaba a punto de decir algo más pero sus manos en el mango de la bicicleta empezaron a sacudirse, tan rápido sucedió que ninguno de los dos supo cómo Everett terminó en el suelo y con la cadena de su bicicleta hecha trizas. 

Un silencio ansioso se formó, sin embargo, la risa repentina de Everett fue más que suficiente para que Steve dejara de preocuparse (se había detenido al escuchar el estruendo de Ross al caer). 

—¡Por Dios! No esperaba esto, ja, ja—siguió riendo hasta que Steve también rió. 

Rogers dejó de lado su propia bicicleta, con Ross aún en el suelo Steve le ofreció su mano para levantarse. 

—Gracias, es lo mínimo que puedes hacer después de que viste tan mal a mi bici que terminó por suicidarse.

Steve casi se ahoga por el comentario sarcástico de Ross.—Esa cosa ya tenía una llanta en la basura.—Respondió entre risas. 

Los dos en medio de la carretera hicieron resonar el bosque con jóvenes risas. Así fue por casi un minuto entero.

—Oye ¿seguro que estás bien?—Steve no se quedó con ganas de ser un buen amigo protector. 

—Si, un poco de tierra y ya, nada del otro mundo.

Everett recogió su bicicleta, al igual que Steve, pero éste no se subió a ella.

—Vamos, no queremos que se haga más tarde.

Ross se extraño por la acción de Steve, una amabilidad que nadie le había mostrado. 

Ambos tomaron más confianza empezando a hacerse preguntas claves para saber lo principal uno del otro, siguieron así hasta llegar a casa de Steve, su casa era la única alrededor, sobresalía por ser enorme y muy hogareña desde fuera. 

—Linda casa—dijo Everett después de que Steve se detuviera.

—Mi madre dice gracias—contestó sonriendo. 

Ninguno supo cómo despedirse al momento, Steve miraba cada árbol y flor tratando de no ver a Ross, pero fue hasta que posó su vista en la maltratada bicicleta de Everett que tuvo una idea.

—La segunda caseta queda muy lejos, no es bueno que vayas caminando, puedes llevarte mi bici—ofreció Steve dando un pequeño empujo a su bicicleta azul, retiró su mochila y maleta deportiva de ella.

Ross lo miró como si estuviera loco.—¿Seguro? Puede que regrese peor que la mía. 

Steve riendo le dijo—ve con cuidado Everett. Nos vemos mañana, para asegurarme de que no regrese como tú dices, podemos intercambiar números—sugirió un tanto apenado Steve. 

Ross dejó de lado la chatarra anaranjada cercas del contenedor de basura de la casa de Steve.

Everett rápidamente se montó en la nueva bici .—Me aseguraré de llevarla mañana. Y claro, apunta rápido. —Ross dictó su numero a Steve —mandas un mensaje diciendo “Yo mate a tu bicicleta”. Para así saber que eres tu.—Sin más que decir, riendo Ross se despidió sin volver a mirar a Steve, mientras éste con su celular en mano sólo veía como un pequeño punto gris desaparecía entre la carreta.